jueves, 30 de agosto de 2007

¿Para Cuándo?

Inhóspitos son los bosques sin leña, como tenebrosos lo pueden ser si frondosa es su vegetación. Mientras nieva en el Ártico, la atmósfera seca del Sahara hace lo propio entre dunas. ¿Lograrán las grandes empresas darle la vuelta a este fluir de milenios?, ¿serán ayudadas por nosotros?.
Mientras, se derrite el Ártico y enseñándonos sus tripas contaminadas de 200 años de dura producción sin escrúpulos y de resignado filtraje de tal contaminación por el susodicho Polo . Mientras, las inundaciones se van cobrando lentamente la vida de las personas reduciendo la longevidad media* de la humanidad que con tanto esfuerzo y ciencia se había logrado; mientras todo eso ocurre nosotros dormimos el sueño de los injustos. Con el pecho lleno de cardenales sin consagrar por tantos golpes de idem de algunos ante tamaña impiedad ambiental y la suelta de billetera mediática por otros. Así vamos caminando hacia la perfección que arruine los campos, descomponga el agua y suba el precio de la cera de las velas.
Ávidos de energía para alumbrar, para climatizar, para ver tele basura, para desplazarnos a la compra de elementos innecesarios o ofertas de 3x2 (cuando solo necesitamos uno). Sedientos de todo lo que brille sin luz propia o deba su calidez a alguna resistencia oculta tras el tapizado del asiento vamos abocándonos al desastre.
En cuanto ser medioambientalente correcto supone un pequeño esfuerzo económico o de restricciones en los placeres mundanos ya nos sacudimos el muerto verde y se lo arrumbamos al Papa estado, que para eso somos de izquierdas.
¿Para cuando poner en marcha las conciencias?


* Para mi la longevidad media debería de incluir todas las muertes. Bueno las cerebrales no, porque este índice se vería muy reducido en su valor.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Silencio

Parece que el silencio de este mes se va desvaneciendo. Los ruidosos que descansaban en destinos dispares ya retornan intentando amoldarse a la creciente actividad. Los que seguíamos aquí no los echábamos de menos aunque si agradecemos ese pequeño detalle de mínima justicia de dios; ver sus caras manchadas de algo parecido a hastío y frustración. Tan sólo será durante unas horas o quizá algún día más, después la vida habrá igualado sus rostros a los de los demás.
El silencio continúa, no se arredra pues ellos están aún encogidos, además es cierto que no han llegado todos los componentes de la “troupe” musical y es de ley reconocer que si no están juntos sus melodías son algo más apagadas. Es como si se sintieran cohibidos ante su reducido número. Olvidados quedan ahogados en este silencio.

La tormenta amenaza con romper lo poco que quedaba del sueño de verano. Puede que sea también el pistoletazo de un otoño al revés en el que las hojas se peguen a los árboles y a los calvos nos crezca el pelo a lo Bon Jovi. No se lo que significa tanta humedad y tanto tiempo retorcidamente “jodiente”. Puede que sea dios castigándonos por algún comportamiento no correcto ante nuestros semejantes, puede que sea eso del cambio climático y después de tanta licuefacción del Casquete Polar Ártico la humedad ya no sepa donde posarse. Puede que sea este silencio “agostiano” del Caserón que desea impregnarse también entre las calles de este Gijón falto de brillo solar.

Sea lo que sea siempre nos quedará la silenciosa imaginación a la que nunca ningún castigador podrá anular ya sea humano o divino.



Un doliente empapado

lunes, 27 de agosto de 2007

Nada (10)

Allí estaba, preciosa como en cada instante en que la había mirado desde que la conocí, todavía hace menos de 48 horas. Tenía el toque de la inocencia que da la inseguridad ante lo desconocido. Miraba el periódico de Cádiz como quien mira sin saber leer. Seguía con su mismo traje con el que la conocí. “Hay que cambiar esa ropa, damos mucho el cante”, pensaba para mí. Levantó su cabeza y me descubrió, creo que también descubrió mis ojos y lo que le decían. Me traicionaban hasta ellos. Sonrió cálidamente mientras cerraba el periódico. Noté que su cuerpo se alegraba, no se cómo explicar en que lo percibí, pero lo sentí.
- Ya estoy aquí, ¡puf!, no se como saldrá esto, Patricia, pero tengo una solución. Podrá parecerte algo descabellada aunque entre todo este lío no se notará mucho. Antes de contarte nada vamos a comprar ropa que con esos trapitos que llevas puestos somos como un negro en medio de un monte nevado.
Mientras entramos en la zona de tiendas del barrio le fui contando mi propuesta. Era mi gran oportunidad, algo que desde siempre merodeaba mis pensamientos pero que nunca me hubiese atrevido a realizar de no aparecer ella en mi vida. Le insistí que no tenía que seguirme si no quisiera, le dejaría un dinero para salvar los primeros meses pero que yo estaba decidido.
- No sé como agradecerte tanto esfuerzo. Perdóname si puedes, pero creo que no debo de aprovecharme de ti hasta ese punto. Me siento perdida y sin vuelta atrás.
- Puedes aprovecharte tantas veces como quieras, además esto es para mi la excepción que demuestra que el destino no existe. Hasta ahora he estado perdido, a partir de ahora tengo algo verdadero y no quisiera perderlo, perderte.
Su mirada, vidriosa de nuevo, estaba a punto de elevarme cerca de mis estrellas favoritas. Su sonrisa me devolvía a la libertad perdida. Creo que hasta los moratones estaban desvaneciéndose.
- Gracias, gracias, gracias. ¿Dónde firmo?
- Aquí
Esta vez fui yo el que besó sus labios sellando el pacto de forma lenta y cadenciosa, dulce y silenciosa. Sus brazos me cogieron y el mundo despareció al fin.
El autobús devoraba los kilómetros entre Cádiz y Tarifa a su acostumbrada velocidad, nuestro equipaje estaba en la bandeja encima nuestro, no hubo tiempo para más. Disponíamos de 7000 euros y estaba seguro que Rosario se habría ocupado de que el Cartaginés nos esperase con todos los detalles. Mi mano izquierda acariciaba la de Patricia mientras esta dormía, la vista del Atlántico desde aquella ventana era prometedora. “Tengo que enviar tres bandejas de pasteles al trío aquel de la base y una nota al del coupe que diga, Gilipollas”, gracias a esos cuatro seres desconocidos acababa de conocer el sentido de mi vida.
El Banus, como siempre rebosaba de pieles bronceadas y olor a brea. El camarero no le hizo falta nada mas que escuchar Rosario Maseda y me llevo al Cartaginés. Cuántos recuerdos que ya no eran dolorosos. Ahora entendía a Rosario, ¡ahora si!. Si el amor esta dentro de ti es la generosidad la que le abre el camino y estaba sobrado de aquella.
Tal y como suponía El Cartaginés estaba perfecto.


En pocas horas ya enfilábamos hacia La Graciosa. Rosario me había dejado una nota en la derrota del Cartaginés. Descansa en La Graciosa, de allí al Río de la Plata y después...
El mundo éramos ya nosotros y todo lo que encontrásemos a nuestro alrededor. En la isla cambiamos el nombre de nuestro velero por el de “Tarik y Mistral”...

sábado, 25 de agosto de 2007

Nada (9)

... marqué el número de teléfono de Rosario, mi única amiga superviviente como tal en mi azarosa vida.
- Hotel Zahara, ¿en que puedo ayudarle?.
- ¿Rosario?, ¿Rosario Maseda?, ¿eres tu?.
- ¡Aníbal!. ¿¡Vives!?. ..
Comenzamos a hablar recordando el pasado, al menos ella supo apreciar las pocas cosas buenas que tenía uno. Era la directora de un pequeño Hotel Rural cerca de Barbate. Íntegra y leal a sus amigos, yo presumía de serlo aunque no la hubiese llamado o visitado en los últimos 14 meses. Ya había pasado más de un año desde que abandonase aquello brazos cálidos y decididos que me zambulleron en medio de Doñana. Rosario, El Cartaginés y yo, los tres entre las marismas de aquel paraíso. El amor se coló por mis venas, quise mas pero ella lo tenía claro y con otro moratón tuve que abandonar aquella tierra prometida. Sabía que seguía contando con sus sentimientos de alguna forma distinta a la habitual, pero contaba. Le confesé mi situación personal y le pedí un favor muy, muy personal que esperaba no me defraudase, aunque si lo negaba lo comprendería con toda normalidad.
- Aníbal, Aníbal... Siempre igual. Si no fuera porque te quiero como yo sólo sé te colgaba aquí mismo. Cuenta con ello, pero no quiero ningún lío con la policía. Te encontrarás con el Cartaginés en Tarifa. En el bar Banus te darán razón de ello. Mucha suerte y si alguna vez pasas por aquí la cama más grande te estará esperando. Te quiero.
Nunca entendí a las mujeres, ¿me quería?, entonces por qué me largó hace mas de un año. Todavía me escocían los moratones en alguno de los ventrículos. En fin, valía la pena disfrutar de ese sentimiento ya que no había otra opción.
La verdad es que era una apuesta arriesgada pero ilusionante; prometía la libertad mas absoluta pues nadie nos esperaba ya, ella era un cadáver y a mí me faltaría poco para eso. Fui a una sucursal de mi banco y saque prácticamente todo el dinero que tenía. Siete mil euros del último despido. Con eso esperaba poder sobrevivir hasta encontrar algo. Debía cambiar mi nombre, ¡que bien! Eso sería como cambiar de vida también. Me llamaría, uhmm... quizá el nombre de algún héroe del cine, no sabía cuál. Al final lo decidí; me llamaría Tárik como el que dio nombre a la isla donde debía encontrarme con El Cartagines, ese que me daría mi nueva vida.
Fui al bar que estaba enfrente de mi casa donde me esperaba Patricia, tenía que contarle mi plan y proponérselo, los dedos me dolían de mantenerlos cruzados, tenía que decirme que sí...

jueves, 23 de agosto de 2007

Nada (8)

...
Acojonado, no se si por el arranque de furia femenina de Patricia o porque entraba en zona “bélica”, me aproximé a la esquina que debía doblar. “¿qué coño estoy haciendo aquí?, Aníbal, que los moratones te acabarán por cubrir la piel”. Pensaba y pensaba mientras el beso que me dio era el que me conducía como un autómata hacía su domicilio invadido por policías y bomberos.
Doblé por fin la esquina y me aproxime al portal, un policía que protegía la zona me detuvo.
- ¿a dónde va usted?, ¿es vecino del inmueble?
Le conteste con gestos, incapaz de articular palabra mientras me obligó a retirarme.
Atravesé la acera para mezclarme entre el gentío que observaba las operaciones de los bomberos. Unos minutos después la gente comenzó a apuntar hacia la ventana; dos bomberos bajaban entre ellos un cuerpo carbonizado. “¡Debe de ser la chica que vivía allí”, ¿la chica?, no entendía nada. “Si, creo que se llamaba Patricia, pobrecilla, una mujer joven y guapa no merecía un final así”. No me hizo falta mas tiempo perdido allí, la cosa estaba cada vez más fea.
Sin que se notase me fui alejando hasta alcanzar a la Patricia viva. De un golpe de mano la empuje y con una mirada la di todas las respuestas posibles en aquel instante. Cogimos el 25 que justo llegaba a la marquesina más próxima y nos bajamos junto a la parte este de la playa, lo más lejos posible de todo aquello. Ella esperaba mis palabras casi tanto como yo otro beso de aquellos.
Conseguí calmarme, el horizonte siempre ha encalmado mi pensamiento y eso me dio alas para decirle que estaba muerta, se la habían “cargado”. Sus ojos perdieron la profundidad de otros momentos fugaces en los que los topé, temblaban vidriosos. Esta vez fui yo el que se echo sobre sus brazos y la consolé como creo nunca lo había hecho ya fuera persona o animal lo que tuviere entre mis brazos, se quedó muda mientras se aferraba a mi.
- Esto es algo muy serio, y no podemos contar con la policía. Si al menos supieran que no sabes nada...
No contestó, solo descansaba sobre mi pecho, la sentía cerca. Pocos minutos después la cogí de un brazo y la lleve a la orilla, nos descalzamos y sumergimos los pies en las frescas aguas del océano. En la urgencia, la prisa necesaria por tomar decisiones no hay nada como acotar un espacio corto que sabe eterno e interminable para pensar en nada. En mi fuero interno tenía la decisión de los dos tomada y solo hacía falta su "si quiero" y mis pequeños grandes flecos...

miércoles, 22 de agosto de 2007

Lágrimas

Tiemblan los mundos mientras San Lorenzo llora sin consuelo. Las nubes no nos dejan verlo, no le dejan vernos.


Como gotas de lluvia ardiendo incombustibles se lanzan trazando líneas que separan el firmamento. El bien del mal, Perseo de Andrómeda, fronteras que al instante desaparecen por el efecto de la velocidad. Como desaparece el dolor cuando el sueño te invade, cuando tus amigos te rodean, cuando te libras de la peste que de ti no se despegaba.


Los mundos tiemblan cuando resurges del fondo de un mar colmado de metales pesados que todo lo envenenan. La tierra se estremece mientras la mar se diría que sonríe besando violentamente la arena sometida de la playa que lleva su nombre. Resuena los tambores de la guerra terminada, celebraciones de grandeza pasada que rompen los tímpanos de quienes todavía escuchan el redoble y las trompetas apuntando al cielo.

El firmamento, tapiz de dioses, se abre, las lágrimas ya se ven, ya se van, nos dejan hasta el próximo combate, la próxima estación. Mientras, ese pequeño rayo de menos de un segundo será el que eternamente nos de la vida para seguir hasta ver de nuevo a San Lorenzo llorar.
11 de agosto de MMVII

martes, 21 de agosto de 2007

Nada (7)

...
- Es toda una aventura, podrías escribir un relato para el verano.
Su cará cambió.

- Bueno, ahora en serio, creo que si lo que dices lo viviste de verdad y no fue una mezcla de varias estupendas copas de algún combinado yankee, hay para mi dos cosas claras.
- Continua, por favor.
- La primera es que esa gente te estará buscando y tarde o temprano localizarán al amigo tuyo ese, ¿es de fiar?.
- Solo es un compañero de trabajo tan sólo como yo.
“Tan sólo como yo, eso suena bien, ya somos tres solos”, pensé para mí entre tanto golpe de sensaciones
- Pues entonces no es de fiar y encontrarán primero la calle, o sea, que al poco tiempo los tendremos en esta casa. La segunda cosa clara es que para saber qué pasa y poder tener algo con qué ir a la policía hay que descubrir todo este embrollo.


Ya me estaba metiendo por enésima vez en los problemas de los que me rodeaban, fueran conocidos o desconocidos. Mis moratones aún no habían remitido y ya estaba “en faena”. La verdad es que esta vez estaba sintiendo algo distinto, eso me daba más miedo pero, como cuando ves la atracción mas peligrosa de un parque temático de esas que hay tantas por el Levante, hasta que no te lanzas no descansas y yo en aquel momento era un kamikaze gritando ¡banzai!.
Salimos juntos, ¡qué bien suena eso!, hacia su domicilio. Patricia vivía en el barrio barroco de la ciudad, donde brilla la pasta. Cogimos el número 12 hasta el mismo centro de la ciudad. No cruzamos ninguna palabra; ella, supongo que metida en sus inminentes problemas, yo, metido en ella. Anduvimos ligeros entre boutiques y supermercados repletos de delicatessen.


- No te apures, Aníbal, estamos ya. Al doblar la esquina es el primer portal que te encuentr...
No terminó la frase, sin tiempo a reaccionar se giró abalanzándose sobre mí. Un apasionado beso que parecía iba a comerme la campanilla me destrozó la cintura; todas las estanterías mentales que había montado meticulosamente en mi cerebro sobre ella y mis posibilidades se derrumbaron como un alud en medio de los Alpes primaverales. Se apretaba a mi empujándome hacia la esquina, al doblarla se despegó de mis labios que la reclamaban a gritos desesperados.

- Perdona Aníbal, sólo se me ocurrió eso. Mi casa esta atestada de policías.
“¿solo?, ¡Quiero que se te ocurran mas!”, pensé mientras recuperaba la compostura intentado recoger la “estantería mental” hecha añicos en mi cabeza. No te preocupes. Quédate aquí mientras me paso por el portal. A mi no me conocen...

domingo, 19 de agosto de 2007

Nada (6)

...
fue toda una experiencia escucharla, tanto por la historia como por poder mirarla con una excusa que no fuese su belleza mediterránea. Me contó cómo se revolcó en algún despacho de aquella área restringida; cómo aquel conquistador de imponente fachada se trasformó en un instante en conquistador de “impotente pegada”, en cierta manera esperaba que no generalizase. Mientras, continuó contando la forma de enredarse entre tres hombres que pasaron cerca del despacho donde se ocultaba. Hablaban entrecortándose sus respectivos discursos. El inglés de uno era perfectamente atribuible a un yankee, el de los otros dos estaba claro que era traicionado por dos acentos distintos. El uno del mismo Tarifa y el otro, con aquellas “g” tan guturales, la recordaban a sus meses de estudios en El Cairo.
Igual que al gato, la curiosidad la tentó y los siguió por aquellos pasillo prohibidos para los mortales como ella. La discusión hacia que cada momento se parasen y gesticulasen de forma amenazante, sobre todo entre el americano y el árabe. Entraron en una sala a través de una puerta metálica que estaba disimulada como una evacuación de emergencia clausurada. De nuevo el espíritu felino que durante milenios ha pervivido en el interior femenino, quién fuera ese espíritu, dominó a Patricia y suavemente empujó la puerta. Ellos ya no estaban allí, un pasillo en penumbra los ocultaba, pero no a sus voces. Sudando, bastante más y mejor que algunos minutos antes, se acercó al lugar donde se escuchaban aquellas voces. Con mucha lentitud, como el espíritu felino ese que había comentado antes, abrió la puerta y descubrió el pastel aunque no supiera de que estaba hecho. Un montón de pantallas, gente muy nerviosa, la imagen de la Península en la pantalla gigante y un cronómetro en la esquina superior izquierda dando una cuenta atrás en la que pudo leer que quedaban unas 35 horas. ¿Para qué?.

Como por mucho que quieran una gata es una gata y el espíritu felino no debe de ser tan ágil, un ruido la delató. La persecución fue inmediata. Alcanzó la fiesta topándose de bruces con un tal Lorenzo, otro intérprete al que habían invitado y que no paraba de “tirarle los tejos” desde que coincidieron en la base. “¡Esta es la mía!”, pensó mi ya casi musa en aquellos momentos, de un beso en el que había de todo menos pudor se lo llevó hasta aquel coupe. Él, igual que si fuera yo el besado, arrancó sin ver más allá de lo que sentía. La lluvia que les sorprendió al salir del recinto militar cubierto les ayudó a despistar a los soldados de la base. Cuando todo comenzó a tranquilizarse Lorenzo se inclinó para comprobar que el beso anterior había sido cierto. Fue darse cuenta de que había sido utilizado, para dejarla como un regalo de dios enfrente de mi portal.

- Esa es la historia, Aníbal. Un poco increíble como verás.



Lo dijo mientras descruzaba sus piernas ocultas tras mi pijama de cuadros azules y blancos que yo no veía sino que transpasaba con la imaginación. Su mirada con forma de interrogación esperaba algo de mi, tenía que contestarle...

sábado, 18 de agosto de 2007

Nada (5)

...
- Si todo y me alegro de que te guste. Puedes comerlo todo, además de subirme la moral no tengo hambre. En cambio me beberé otro trago del verdejo este que va a acabar por alcoholizarme
Una mueca agradable surgió de aquellos labios que parecían preparados para besar en cualquier momento. “¿Quién sabe?, igual de esta surge una relación y mi vida... pero no, dejémoslo estar que ya estoy amoratado de tanto fracaso”. Yo mismo me lo guisaba y comía todo sin preguntar, como siempre.
Dejando un poco de lado mis dotes de Don Juan me enfrasqué en su misteriosa aparición. Esperaba que mis artes culinarias y la ayuda de mi siempre dispuesto amigo Baco me hubieran allanado el camino.
- Fue toda una sorpresa tu aparición. La verdad es que pudiste haberte matado y el compañero de tu coche me da que no te apreciaba mucho porque no se percibían buenas maneras para hacerte bajar del coche.
Ella me miró sin sonreir. Mi ironía estaba dando al traste to aquel despliegue anterior. Mantuvimos la mirada, bueno mas bien fue ella la que me sujetó mis pupilas durante unos interminables cinco segundos. Al final habló.
- Tienes razón aunque no le vea la gracia a tus frases. En fin, creo que te debo una explicación.
“¡Bieeen!, Aníbal, tu primer triunfo con una mujer en veinte meses”. La invité a sentarse en el sofá sobre el que la había desnudado mientras corrí a hacer el café mas aromático y sensual que pudiera salir de mi cafetera italiana marca “Zanzíbar”, la de toda la vida.
- No se por donde empezar. En fin, lo haré por lo mas sencillo. Me llamo Patricia y trabajo como interprete en el centro de control de la base de Rota. Sin querer parecerte muy presuntuosa, además de hablar Inglés, Francés y Alemán, domino el árabe en todas las variantes desde Jordania hasta Marruecos. Mi trabajo tan solo es traducir y traducir conversaciones de radio o internet durante ocho horas. Algo agotador, sobre todo por las cosas tan “interesantes” que tengo que escuchar continuamente.
- Por lo que dices no es que sea muy apasionante, pero sigue. ¿ Algo más para comer con el café?
- No gracias, estoy llena.
Sonreía al decirlo y eso seguramente hacía que mi cara entonteciese en aspecto como un colegial. Y es que tanto brillo dental entre labios rojos como la bandera de la china popular atontarían hasta a Arturo Fernández en sus mejores tiempos.
- La cosa comenzó ayer por la tarde cuando un teniente, Coling Smith, un tío bastante bueno al que le andaba yo rondando, se paró en el centro de información y me invitó a la fiesta que organizaban sus colegas en la dependencias americanas de la base. Pues como te supondrás había que aprovechar la coyuntura, así que allí me fui
“Y la tía no se corta con sus conquistas, y mientras el que suscribe cortándose. Tendré que pedirle docencia”...

viernes, 17 de agosto de 2007

Nada (4)

... “Base Naval de Rota, ¡uhmm!, ahí están los yankees, no me gusta nada esto”. Pensaba qué tendría ella que ver con esa gente. Iba vestida de fiesta y el coche no era de ningún ejército. Me dispuse a preparar algo de comer mientras ella descansaba. Al menos entre tanto agobio y humedad tenía algo en que pensar. Abrí la nevera y parecía el Ártico, mucho hielo pero nada más. Crucé los dedos mientras lentamente abría el congelador; ¡eureka!, lomos gigantes de merluza Pescanova, estaba salvado. Se iba a enterar esa qué clase de cocinero tenía a su disposición. Perejil, aceite de oliva, unas guindillas, el vino blanco que sobró del día anterior, ¡a trabajar!.
Me atreví a poner la radio, después de mover el dial a izquierda y derecha lo dejé en la emisora local de Ondacero, a ver qué estaba pasando con este tiempo.
“... continuará este sombrero de nubes y lluvia durante toda la semana, los técnicos de INM no saben a ciencia cierta a que se debe, toda la provincia esta tapada como si alguien hubiese dibujado la forma de tanta nube gris. Los hosteleros estan pensando en la petición de ayudas urgentes para paliar la inminente crisis y el delegado del gobierno les ha citado...”. Ninguna novedad, todo seguía igual de confuso que cuando se durmió en la tarima horas antes, días antes.


Su grito se me incrustó en los tímpanos. Dejé la cazuela a fuego lento mientras me apresuré hacia mi dormitorio, la luz estaba encendida dejándome verla acurrucada en una esquina tapada hasta los ojos con la sábana. Intenté acercarme con suavidad.
- ¡No se acerque!. ¡Quédese donde está!
Con suaves palabras, la fui convenciendo que estaba a salvo y necesitaba comer algo, luego si lo deseaba podría marcharse.
- ¿Quién eres?, ¿por qué me has ayudado?
- Gracias por tutearme, me llamo Aníbal y te repito que no has de temer nada de mí. Anda, levanta y ven a la cocina que te he preparado algo de comer.
Su mirada se ablandó ligeramente, la crispación había abandonado sus ojos negros y se agarró a mi brazo para levantarse. No sé si fue mi voz y mi esfuerzo por ser amable o el olor que llegaba desde la cocina la que la convenció, pero allí estaba haciéndome sentir el “Arguiñano” de la calle Tormento por unos minutos. Mientras comía le serví varios vasos cortos de la botella de verdejo que me quedaba haciendo lo propio conmigo mismo. El ambiente fue mejorando y es que Baco es todo un as para estas cosas. Su rostro era ya otro. El estómago lleno y el espíritu dopado un poco hacen milagros. Intenté hablar por enésima vez con ella, era el momento


- ¿Cómo te llamas?
- Patricia Menéndez. ¡Oye, esto esta de muerte!. ¿Lo has preparado tu?...










jueves, 16 de agosto de 2007

Nada (3)

... me vestí de forma apresurada con la imagen de la mujer sobre la calzada. Dejé la puerta abierta a mis espaldas ni siquiera esperé por el ascensor y baje de tres en tres las escaleras. Fuera del portal el aspecto del día era mas desolador del que se podía apreciar desde la ventana.
Me acerqué a la mujer y si mediar palabra intenté levantarla asiéndola del brazo derecho. Ella, sin mediar palabra, se resistió lanzándome al suelo inundado. Quise hablar con ella y tratar de hacerla comprender que corría peligro, elevó su cabeza y una mirada de furia me taladró el cerebro.
De pronto dos faros se incorporaron de la esquina tal y como el coupe minutos antes, el sonido atronador de la sirena me permitió percatarme de que estaba cerca y de que no pararía. De un salto y placando a la mujer como un balón de rugby me lancé sobre el auto aparcado justo cuando un manto de agua vomitada por los neumáticos del furgón caía sobre nuestros cuerpos. Su cabeza golpeó la aleta trasera del Ford Taurus que resistía el diluvio quedando sin sentido. Eso me permitió transportarla como si de un saco se tratase hasta el ascensor. Entré en mi domicilio dejando un reguero de agua desde la puerta del ascensor y cerré la puerta de una coz. Lo más suavemente que pude la acosté en el sofá. “ A la mierda el sofá de cuero”, pensé aunque no me duró mucho ese pensamiento; fue contemplar la serenidad de su rostro dormido para dar por buena aquella pérdida.


La desvestí con mimo y algo de timidez. Su cuerpo era perfecto. Al fin y al cabo no era yo precisamente el dueño de una agencia de modelos y no estaba acostumbrado a esa exuberancia. La vestí con uno de mis pijamas y la acoste en mi cama. Tenía algo de fiebre y la suministre un analgésico con una pastilla para dormir.
Revisé sus pertenencias; ya se, ya se que no está bien, pero nada de lo que estaba ocurriendo estaba en sus parámetros normales así que una acción mas en esa línea no iba a notarse. En su D. N. I. leí Patricia Menéndez de Cué, 35 años. Rebuscando en el bolso, tan sólo encontré una cajetilla de Malrboro con dos cigarrillos y una tarjeta “ P.M.C Servicio de Interpretación. Base Naval de Rota”.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Nada (2)

.. un golpe de mi propia tos carraspeante me despertó del duermevela en el que me encontraba. Mire hacia el mueble de la librería y el reloj con forma de lancha pesquera marcaba las cinco de la tarde. Habían pasado mas de tres horas, el mediodía ya estaba lejos, sin embargo la luz que simulaba entrar por la ventana era de la misma intensidad, la sensación de continuo atardecer invernal desde el amanecer se mantenía pétrea como las viejas murallas de la ciudad.
Me incorporé sudando, no me iba a duchar, era inútil, ni siquiera el agua fría era fría. Un zumo de esos que no son zumo me bastaría. Desde la ventana el paisaje no había cambiado nada. Era como si el tiempo no avanzase desde la última vez que me asomé. Quizá la frecuencia de las sirenas de ambulancias y policías había decrecido. “ Se habrán vuelto majaras ellos también”, pensé.
No distinguí a nadie deambulando, tan sólo algún coche que pasaba deprisa lanzando el agua que inundaba la calzada contra las aceras desiertas. De pronto un Hyundai coupe azul entro derrapando desde la calle que subía y de otro derrape al frenar se detuvo justo debajo de mi ventana.. Sus “limpias” no paraban de escupir el agua a cada lado sin lograr que pudiera distinguir a los viajeros. La puerta del acompañante se abrió en dos tiempos, como si fuera el conductor el que lo hiciera. Unas piernas, largas como la tarde de un domingo en invierno, se asomaron intentando volver, parecía que forcejeaban aquellas dos personas. Al final el cuerpo cayó sobre aquel océano de lluvia y el coupe aceleró violentamente casi golpeando al ladearse el coche del brutal arranque. La mujer se incorporó sentándose sobre aquel río en que se había convertido la calle. Parecía llorar sobre un vestido negro que ya no aceptaba más líquidos. Podrían atropellarla.
Como siempre, hice lo contrario de lo que me decía mi cerebro y me apresuré a bajar...

martes, 14 de agosto de 2007

Nada

La calle, gris de la plomiza lluvia que cae lenta pero continuamente, como si de un manto que quisiera cubrir de forma suave los automóviles que salpican de agua sucia a los viandantes encorvados, escondidos entre gabanes aún más grises mientras esconden sus cabezas bajo negros paraguas de puntas romas.
El aire sofocante; el higrómetro dejó de funcionar hacía ya dos días. La propia humedad había inundado el mecanismo bloqueando agujas y resortes internos. Mi dedo golpeaba el barómetro incesantemente con una ansiedad que iba a terminar por romper el cristal. 762 mm. ¡Mierda!, solo pensaba en el maldito viento que no se hacía presente desde hacía dos semanas. No podía pensar, razonar, juntar alguna letra que me dijera algo a mi mismo. Las cloacas ya rebosaban y los roedores salían de sus entrañas pues ni aquellos oscuros cañones de miseria estaban a salvo del agobio.


Los servicios sanitarios municipales atronaban la ciudad con sus sirenas pues cada poco acudían a los intentos de suicidio, a las muertes súbitas de ancianos, a salvar débiles golpeados por individuos mas fuertes que trataban a sí de desahogar su furia animal. La policía no era capaz de limitar los desmanes de personas normales fuera de sí que desbordaban violencia.
Decidí quedarme en mi casa, vivía en la planta 2º exterior de la calle Tormento en el nº 16. Siempre había hecho chistes con aquél nombre, ahora no tenía gracia.
Medio desnudo echado sobre la tarima del salón, la ventana abierta por la que entraba esa maldita humedad, las sirenas estridentes de tanto desorden.

Todo me daba igual...

lunes, 13 de agosto de 2007

A Bordo

Escuchando el sonido del casco rompiendo olas que hubieran deseado morir en su último destino, explotando sobre los acantilados de la Atalaya mientras regalaban los sonidos de su transformación en vapor salado a los que se arriesgasen a su cercanía.
Escuchando el flamear la génova, su golpeteo ansioso sobre si misma como queriendo advertir que aproamos demasiado en la ceñida y el esfuerzo de Eolo será para otro que sepa marinar mejor el trapo.
Escuchando el silencio que rodea las mentes de todos los que navegamos intentando recoger todas las sensaciones nuevas que se ciernen sobre cada uno.

Observando la línea de costa; los edificios herencia de otra época donde el esplendor se demostraba en forma de tamaño y volumen sin importar lo que a estos les rodeasen.
Observando a la gente en pequeños puntos de múltiples colores, escuchando sus gritos a veces tapados por la megafonía del servicio municipal de salvamento.



Todo esta lejos cuando navegas. El mundo real se reduce a tu eslora y manga desde la que ves y oyes otros mundos. Mundos que has dejado por unas horas, tus problemas quedaron allí, tus obligaciones quedaron allí. Es como si el gran cable de datos que une tu vida a la realidad hubiese desconectado y solo quedara tu alma, cuerpo, tu interior sin otra cosa que hacer que marinar el navío y pensar de forma aislada sobre uno mismo, con uno mismo, para uno mismo.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Suspenso

Ayer fue una tarde / noche muy especial, de esas que te hace recordar lo que ya sabías pero que siempre quieres olvidar. Y el deseo eterno del olvido es simple y llanamente porque crees que todo el mundo ha de tener su oportunidad. Todo el mundo debe de poder demostrar que no es como la gente lo ha catalogado de forma inicial. Todos tenemos un lado oscuro, pero también uno luminoso aunque ocultemos alguno de ellos, o incluso los dos.
Ayer cerró su oportunidad con suspenso una persona para mi. Suspenso sin recuperación posible. Suspenso porque ha manipulado las ilusiones de otras personas manejándolas y enfrentando a estas, mintiendo sobre el que no estaba presente. Suspenso por valorar a la persona en función de su debilidad económica o de su supuesto precio.



Me da pena pues no tiene posibilidad de recuperación y auguro mal futuro para su salud a ese ritmo negativo.
Aún queda algún tiempo para salir de su terreno de juego pero es sólo cuestión de eso mismo, tiempo.
En cuanto a lo que hay que olvidar, ya lo he olvidado de nuevo. tdo el mundo tiene una oportunidad, es su decisión y su comportamiento el que le ira dando diferentes llaves para llegar al fondo de todo que se llaman amistad.

martes, 7 de agosto de 2007

Tormenta y Pasión

Sigue sin esfuerzo fija en su idea
sigue serena con su mirada certera
clavada entre desfiladeros que apuntan al cielo.
Un fondo negro, como el de la pupila
hambrienta de luz que al frente espera
que idea y mirada alimenten la tea.

Grandes gotas se apresuran a salir
como pequeñas balas sobre la blanda piel
mullida, apetitosa, deseosa de sentir
en suaves golpes su corazón latir.

La tormenta ha pasado como había llegado
dejando un reino de calma húmeda y exhausta
sin dejar nada que no estuviera ya creado.
Como el espejo siempre refleja su otra cara
Tormenta y pasión,
paz y reflexión,
lo mismo son.

domingo, 5 de agosto de 2007

¡¡Conseguido!!

¡Lo hemos logrado!.
Hemos alcanzado la cima proyectada, el embalse de Valmurio en Quirós fue alcanzado. Los enanos se ha portado como jabatos y nuestra domadora ha demostardo que detras de esa mirada tan dulce se esconde un recio corazón. Ha sido un día completo, de mucho calor por la mañana y de un tormentón totalmente veraniego al regresar




Los dos leones han sido leones y nuestra domadora se ha portado aunque en estos momentos necesita asistencia sanitaria, masajes, baño, sauna y todo tipo de tratamientos de recuperación. Creo que resucitará aunque los dolores de agujetas van a durar un poco.

El lunes va a ser algo duro en el Caserón, solo algo, tampoco hay que exagerar, ni los de nuestro bando estamos con ganas de batalla ni los del contrario estan para muchas fiestas. así que hagamos el trabajo que nos de el tiempo de jornada y pensemos en lo que hacer al salir que eso es lo que se debe de hacer en agosto en medio de la Semana Grande. Que nadie se agobie, sería delito de grave castigo.

Estoy contento y quiero que lo sepa todo el que me lea. En poco tiempo el extinto pero glorioso Kas de los 60/70 va a ser superado por este cuarteto de bravo corazón.

Sueños sobre Ruedas

Brillando , rodando sobre los reflejos de tanta ilusión. Kilómetros entre caídas, no hay cuesta que pueda con nostros. Tan solo Morfeo con su espada implacable es capaz de detener el río. ¡Ríanse de la de Damocles!, Morfeo es el verdadero Señor de las Ilusiones. Es cruel deteniendo la realidad, pero es grande añadiendo a lo real los sueños en los que puedes volar sobre cuestas, cambiar de marcha con el pensamiento y caer sin dolor.

Mis dos pilotos pequeños están caidos en combate en estos momentos, Morfeo ha hecho su trabajo. Ahora solo espero que sus sueños los realicen tanto como sus realidades.

Hoy, porque ya es hoy, domingo tienen su reto más importante hasta estos días de "ruedas y radios". Haremos "La ruta del Oso". El gen " de Bilbao" tendrá que salir a la luz pues hay que arrasar con toda ella.

En seguida me retiro yo. Espero que Morfeo sea buen caballero y me regale algún sueño especial. Algo entre olas, algo entre nubes con grandes "papos" soplando sobre las alas blancas ribeteadas de azul de mi velero que, partiendo la mar, inunde mi rostro de rociones, de ilusiones en el futuro cercano, próximo y el lejano.

jueves, 2 de agosto de 2007

La Ira y el Alma

Seneca y el precipicio del alma. Esto de la ira parece que puede ser el principio de algun fin. Es uno de los pecados capitales para los católicos y una forma de vida continua de los patriotas estos del pañuelo a cuadros que viven en Euskolandia. ¿Habran perdido ya su alma semejantes exponentes de la lucha libertaria del alcornoque común?. Quizá es que nunca la tuvieron porque no era verdaderamente solidario y con una para todos bastaba. Realmente tal y como decía uno de sus "monstruos", ellos tambien desean de su "pais singular" ser una "unidad de destino en lo universal" y para eso, repito, un alma y a lo que salga.

Está claro, la ira precipita el alma, (de quién la tenga), es una incógnita cómo te lleva a destruir lo que te rodea por hacerlo como sólo tu crées que es. Seguramente se inicia anulando los sentidos, no ves, no oyes, no sientes, solo deseas fervientemente acabar con quien tu crees que te la provoca.

¿Cuántos dragones de siete cabezas se nos apareceran a los que obviar?. Siempre hay alguno dispuesto a plantarse frente a nos y obligar a decidir entre la retirada o el enfrentamiento. En ambas nos quedaremos mal. Sin embargo haremos una de las dos. Error, hay que obviarlo, es la mejor manera de vencerlo. Vencido este, su ejercito de ira abandonará nuestro cuerpo cautivo y desarmado. Si no, siempre nos quedará Sacedón como a Flo.

Buen fin de semana sin ira, (como aquella canción de la libertad)

Quien Navega... (4)

... – de aquí no se mueve nadie. Una vuelta y todos a la barra que parecéis nenazas. ¡Ah!, Y que no se vuelva a repetir mas desprecios a nuestro afamado tabernero, ¿verdad, Cara Cortada?
El extraño sujeto llamado Cara Cortada esgrimió una mueca como para sonreir y escupir a la vez. La cara del que les habló era tal la de un “Capitán Garfio” cualquiera venido algo a menos. No cumpliría ya los cincuenta años o al menos eso aparentaba su rostro surcado de al menos tres cicatrices mal curadas. En realidad no tendría mas de treinta y cinco pero el grog hace mucho daño y no siempre se puede trasegar el buen ron jamaicano.
- ¿Estáis asustados, eh?, normal, todo el que cae por el ojo de Cetus llega con la misma cara.
- Pero, ¿dónde estamos?. Hace unas horas avistábamos la Punta del Gallo, habíamos salvado un temporal con daños importantes en nuestro bergantín y queríamos arribar para reparar y ver a nuestras familias.
- ¿Punta del Gallo?. ¡Ja, ja, ja!. Aquí el único gallo que hay es el Gran Duque y será el que os diga que habréis de hacer. Cetus y él son los dueños y señores de nuestro inframundo y si os han escogido será porque sois los indicados
- ¿Indicados?. ¿Para qué?. ¿Qué cojones es eso del inframundo?
- Mira al patroncito que farruco se pone. Pequeño e insignificante aduja cabos, estás en el pasado, en el mundo irreal que ya no existe pero que se mantiene vivo mientras no se ajusten unas determinadas cuentas que ni la justicia divina pudo terminar. Y para eso quedó aquí el Gran Duque que juró fidelidad eterna a Cetus mientras este le ayudase. Esta vez sois vosotros esa ayuda y no saldréis de aquí hasta que eso se haya cumplido. ¿Esta claro?. ¡Y ahora todo el mundo a beber y a esperar su llegada!...