Gritando en silencio,
gritándote a ti, hermano viento
mensajero del ansiado barlovento
donde habita quien allí ya espera
porque sin duda así lo siento.
Golpeas el rostro mezclado de humedad
entre salitre y furia de la mar como verdad
resuelta donde espera todo lo que resuena
bajo los pálpitos perdidos de un corazón terrenal.
Pasos que se pierden devorados
en los avatares de mil mares suaves
a veces a mis pies abrazados
como el aliento fresco de un dios sin cetro
que el golpe de tu risa sobre el viento le ha robado.
Me pierdo para poco a poco avistar el reencuentro
del sentido sin la razón
con el más puro aliento del corazón
que declara tu sonrisa tatuada al fin
en lo más profundo de mi ensoñación
como eterno equipaje de este henchido corazón.