Todos a bordo, en el mismo barco.
Nada nos puede conmover mas a quienes sentimos el sentido de esa frase, del por qué enfrentarse a algo, de la razón por la que enfocar los esfuerzos sobre un
destino. Lugar, objetivo, puerto, marca, nivel, hecho que supone un logro de la
empresa común vestida de buque, de instalación, de grupo humano, de sentido
propio vital en un conjunto mayor de pálpitos. Algo que reduce los miedos sobre
el acechante fracaso vestido de mil maneras, ese que siempre tendrá acólitos a su
compás.
Saber que tus decisiones deberían ser cubiertas por la lealtad inequívoca de tus superiores y de quienes contigo se
fajan frente al temporal en esa soledad que se genera cuando se toman decisiones. Ese
empuje que supera reservas físicas, condiciones mentales. Donde serás capaz de
poner frente a los enemigos de tu gente por debajo y por encima tu criterio
leal sobre ellos parando el golpe para después avantear sobre el resultado
sabedor de tu bien, que no es otro que la conciencia de sentirte en consonancia
con tu equipo, de que debajo de las planchas de la cubierta que pisas están
ellos, que no han abandonado la nave.
¿Por qué pensar así, por qué no
abandonarse a la realidad; esa que con su crudeza y poder inmaterial, por mucho
que la ocultaras, siempre saldrá triunfante y más violenta cuanto más profunda o
más tiempo la tratases de ocultar?. Porque es así como debemos acabar, debemos
bregar contra su sino, demostrar que la realidad debe cambiar a otra dimensión.
Que es posible, como fue posible salir con vida de la banquisa, de la Isla Elefante, alcanzar las Georgias y rescatar a su equipo, a su gente. Shackleton
pudo demostrar que estar en el mismo barco es empatizar con quienes tienes como
equipo, como compañeros, los que te darán el triunfo o con quienes deberás
compartir los fracasos que así nunca lo serán, solo otra recalada para abrirse
paso a nuevos puertos.
Pero la realidad que pretende
imponerse sobre nuestra aceptación alienada es la de "sálvese quien pueda",
permitir a los que sus conciencias no les abulta mas del pequeño grano situado allí donde
no pueda comprobarse que dejen todo a su albur o a romperse solo sin asumir un
gramo de propiedad en ello. Como dejar que un país se pierda a sangre y fuego mientras por ejemplo él, el felón, pervive en un castigo propiedad de los mismos que así destruyen las vidas de los
que a él mismo lo defienden. De quienes hacen a sus propios ciudadanos morir sin piedad, sin más gloria que la de un trapo de colores mientras ellos se enriquecen
trasportando esos mismo cuerpos al otro hemisferio en sus compañías navieras, o los que envían el poco orgullo naval aun vivo a justificar la
venta de lo robado en sangre a los mismos que dirigen a ese matadero. Y después de cada fracaso no hay mas que culpar al que luchó por
evitarlo mientras ellos, indignados con su halo patriótico se diluyen en palabrería, mandando juzgar al leal.
Cuántos sabemos que no están, ni estarán
en el mismo barco. Lo sabemos, lo sabremos siempre, pero como siempre nos
creeremos nuestros propios fundamentos para caer de nuevo en el pozo de la
rabia y la desesperación por querer una cosa, luchar por ella y ser golpeados
con esa realidad malvada. Cómo fue aquello que bien quedó escrito en el Mio
Cid. “Señor, qué buen vasallo si tuviere buen señor”. Nada ha cambiado salvo la
estética. ¿Quedarán héroes en algún lugar que nos permitan seguir creyendo que
todo es verdad y seguir empecinados en sacar avante lo que se considera verdad?.
2018, se acaba cargado de
incertidumbres, unas políticas, otras laborales, algunas sociales. Incertidumbres que nunca lo
debían haber sido. Pero por cumplirse la máxima de quien olvida su propia historia
estará obligado a repetirla estamos así, la polarización de la sociedad esta
servida. Nuestra esencia nos lleva a vivir cómodos en ese "modus" y después de dejar a los que nunca estuvieron en el mismo barco pudrieran las instituciones
sobre un sistema pervertido a su gusto ahora nos han introducido en el tobogán de
la división progresiva. Cosas que ya se
vivieron en la primera Restauración con personajes de la misma calaña aunque, de
lejos, ahora se les vea con un halo superior.
Pues bien acabaremos peleando
entre nosotros, creyéndonos sus peroratas y como ovejas conducidas por el pastor
a cuatro patas combatiremos mas tarde o más temprano. Quienes deseemos no
entrar en esa dinámica, conscientes del fracaso, nos tacharán de renegados,
traidores y de que no estamos en el mismo barco. Antes de que llegue ese
instante hay que prepararse frente a este tipo de personajes y hoy día tenemos buenos ejemplos en la política por
supuesto, en el trabajo, por desgracia, en la sociedad por defecto.
Tal situación me importa bien poco. Ernest lo logró a
pesar de todo y fue el que mejor lo degustó tras la hazaña, Don Blas de Lezo lo logró,
aunque fue denostado y aun se buscan sus restos hoy día. Todo hay que decirlo, el primero
era de un país donde se valoran los méritos, el segundo es de un país donde los
méritos son motivo de agresión. Por ambos, por Peral al que lo mismo le hicieron,
por tantos héroes anónimos y por quienes tienes cerca y sabes de su valía, la que te aportan a ti mismo, por ellos empujando saldremos a partir el mar de la
ignorancia y la desidia hispánica hasta que
se nos agote la energía.
Brindo por los que me rodean, por
los que me están demostrando pundonor, valía, lealtad y ganas de ganar el
propio orgullo profesional. Por quienes quiero y me quieren y están ahí como yo espero estarlo. No se si saldremos de esta, pero habrá que empezar por reírse de todos ellos para destruir su halo de falsos dioses y salvadores de no se que sociedad, patria o empresa que confunden con su trasero personal.
Como bien dejo escrito Don
Francisco de Quevedo y Villegas…
DONDE NO HAY JUSTICIA
ES UN PELIGRO TENER RAZÓN