Me parece estar frente a ese lejano Caribe surcado hace ya mas de quince años pero no, estoy aquí, en el frío Cantábrico. Con los lazos deshechos del envoltorio que casi cubre a este otoño recién estrenado. De color esmeralda lo percibo bajo un manto lejano de cúmulos azulados por su parte baja y de un blanco anarajado por el sol en franca retirada.
Apoyado sobre una húmeda roca que tiene su perpetua condena ya trazada por su dios Poseidón, observo el rudo golpear de la inmensa ola sobre las desperdigadas rocas que salpican esta playa, a mi espalda puedo escuchar el salivar de los cangrejos, quisquillas y crustáceos de todo tipo al sentir que ya se acerca el agua empujada por la Luna cargada de alimento y de vida.
La bruma lo desdibuja todo, esa mezcla de sal agua y aire con la que me deleito al inspirarla con profundidad, intentando llegar a esa sima oculta donde se esconden los tesoros que habitan en la mar. Con cada bocanada, con cada bombeo entran en mis pulmones miles y miles de millas recorridas, de puertos imaginados, de sueños por cumplir.
Playa de “La Espasa” (ver Google earth)
3 comentarios:
En la playa yo soy feliz.
Hace unas horas que estuve allí, la bruma, las olas en estruendo y el sol retirandose ante la luna victoriosa. Me parece que la playa, sobre todo la recogida, la solitaria es algo que hace que lo mas amplio se torne íntimo.
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