Lentamente se aleja la vista, sin mirar atrás como cuando se zarpa con rumbo a la mar en busca del puerto dibujado en la carta que imaginas tras la eterna línea que espera retadora allá avante.
Atrás quedan los momentos vividos, las personas encontradas, los desengaños descubiertos a boca de cañón. La nave de mi cuerpo sigue su curso que no es otro que el de un corazón podrido de latir como diría el gran Joaquín. Un corazón que intenta que sea la razón la que corrija el rumbo como faro del destino, aunque son muchas las olas, poca la envergadura de mi ánimo y a veces hay tomar rumbos inciertos antes de embarrancar.
Lentamente se acompasa mi ánimo, aguas inciertas acechan avante de mi nave, aguas que solo son eso, aguas, sin seres creados desde la ponzoñosa cultura del viejo paternalismo arbitrario, ese que dicta al gusto sus designios sobre tantas almas sin otro sueño que la normalidad. Temporales se plantarán a proa, huracanes nos sorprenderán, días de vino y rosas les seguirán, nada que no suceda ya entre mares y vientos naturales. Mi ánimo se crece cuando la vista del viejo Caserón a popa decrece.
Lentamente van despuntando los verdaderos motivos, la verdadera amistad escondida por los falsos tapices de falsas sonrisas de brillo letal. Mi nave se duele de los zarpazos de tanta ponzoña sufrida, pero es mayor el duelo por lo no hecho, por lo falsamente creído, por el daño pasivamente causado que sin excusa quedará ya eternamente dibujado en los costados de mi nave.
Conmigo navegan abrigadas entre el velamen que impulsa mi andar, mi Reina de la Habana, mi Señora del Rayo, mi Inés de Valdivia, mi Señora de Cenero, mi Dueña de Poago, todas brillan, han brillado y brillarán entre las alas de mi memoria.
Cinco estrellas, cinco dedos que hacen una mano con la que poder acariciar sin complejos y ambages la eterna amistad.
Atrás quedan los momentos vividos, las personas encontradas, los desengaños descubiertos a boca de cañón. La nave de mi cuerpo sigue su curso que no es otro que el de un corazón podrido de latir como diría el gran Joaquín. Un corazón que intenta que sea la razón la que corrija el rumbo como faro del destino, aunque son muchas las olas, poca la envergadura de mi ánimo y a veces hay tomar rumbos inciertos antes de embarrancar.
Lentamente se acompasa mi ánimo, aguas inciertas acechan avante de mi nave, aguas que solo son eso, aguas, sin seres creados desde la ponzoñosa cultura del viejo paternalismo arbitrario, ese que dicta al gusto sus designios sobre tantas almas sin otro sueño que la normalidad. Temporales se plantarán a proa, huracanes nos sorprenderán, días de vino y rosas les seguirán, nada que no suceda ya entre mares y vientos naturales. Mi ánimo se crece cuando la vista del viejo Caserón a popa decrece.
Lentamente van despuntando los verdaderos motivos, la verdadera amistad escondida por los falsos tapices de falsas sonrisas de brillo letal. Mi nave se duele de los zarpazos de tanta ponzoña sufrida, pero es mayor el duelo por lo no hecho, por lo falsamente creído, por el daño pasivamente causado que sin excusa quedará ya eternamente dibujado en los costados de mi nave.
Conmigo navegan abrigadas entre el velamen que impulsa mi andar, mi Reina de la Habana, mi Señora del Rayo, mi Inés de Valdivia, mi Señora de Cenero, mi Dueña de Poago, todas brillan, han brillado y brillarán entre las alas de mi memoria.
Cinco estrellas, cinco dedos que hacen una mano con la que poder acariciar sin complejos y ambages la eterna amistad.
Gracias
3 comentarios:
Cinco estrellas afortunadas. Muy bonito.
Cinco estrellitas que nos quedaremos un poco más apagadas sin el Rey Sol dándonos su calor.
Seguro que a todas nos has alegrado el día, una vez más muchas gracias Sol.
Pero... este post se aleja con aires de despedida...No me gustan esos ecos. Sí lo que dices en él.
Bello como todo lo que escribes.
Pero ni se te ocurra marchar. Ya no puedes.
Estás aquí.
Un abrazo.
Alicia
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