Por tantas cosas, con tantos motivos, por tantos desvelos. La congoja oprimiendo como costillas suplentes que no cejan de expulsar el aire en forma de débil voz ahogada por la felicidad reencontrada, o por el miedo a la tristeza acampada entre pensamientos zarandeados de vientos preocupados.
Cuantas veces suspiramos sin saber lo que sucede, simplemente suspirando mientras el beso aun grabado en tus labios te reclama hacia los que te dejaron sin más que un leve destino cuando el sol regrese en tu misma piel. Soñando que la realidad de su brazo a torcer y, postrándose a tus pies, te permita sentir de nuevo lo que puede ya no volver. Suspiras entonces por saber que al menos al siguiente amanecer podrás sentir sus labios en los tuyos sin otra opción. Suspiro de rabia contenida por esa realidad maldita con la que es imposible combatir. Desde luego este es el verdadero suspiro, con el que todos suspiramos como deseo a veces inalcanzable. Pero cuando suspiramos por estos suspiros, entonces ¿cómo son estos suspiros? Pues esta claro que ya no son del tipo de los que acabo de describir.
Son esos suspiros los de la escasez, los de la nostalgia, los del deseo por lo inalcanzable, por lo perdido sin mapa de retorno. Donde lo que queda es ir dejando a esas costillas inventadas que bombeen el aire y lo dejen diluir entre la atmósfera para que desaparezca el recuerdo mientras el alma derrotada se libera lentamente de semejante peso en forma de derrota consentida, o de la pérdida sin retorno ni culpa. Suspiros que duelen sin daño mientras ya nada se espera, sino que solo se desea que pase lo pasado. Mientras, este lucha y se resiste en tu interior aferrado a tus propias vísceras donde se corrompen los sentidos y la vida se nubla en la fábrica de anónimas flechas tratando inútilmente de alcanzar a dañar lo irreparable sin éxito, para siempre.
Suspirar por lo que vendrá como deseo de lo que vives de forma plena pero por semejante forma siempre escasa en tiempo. Suspiros versus intensidad. Cuanta más intensidad mayor será tu forma de suspirar cuando esta desaparezca por añorar tal vehemencia, por desear volver a sentirse abordado por la felicidad en su leve tacto. Intensidad de los sentimientos de bien que te harán suspirar por volver a ellos cuanto antes, sabedor que no te han dejado, que solo ha estallado una escala de tiempo hasta que sus cascotes en forma de besos, de abrazos, de pedaladas mientras ríes a 30 por hora, de historias y cuentos que te permiten encontrar el santo Grial mientras el sueño te alcanza entre sábanas, caigan todos ellos formando la carretera que te devuelven a ellos.
Suspiros de dolor que te ayudarán a salir del atolladero en el que por un mal rayo, por un olvido continuado hacia quien ahora suspiras, por un error en el momento más inoportuno, por la derrota sufrida de forma inesperada pero que a todos nos espera sin fecha y que puede clavarse como una daga traidora en el momento más inesperado. Suspiros que liberarán el dolor y lo dejarán marchar a pequeños golpes de aliento y suave voz mientras el duelo poco a poco va dejando de oscurecer el día a día para devolver la luz a su sentido y tras este lleguen los brillos con la meta de alcanzar a crear la esperanza previa a la felicidad en pequeñas dosis, nunca total pues está claro que semejante explosión sería letal para nuestras pequeñas almas.
Suspirar es la verdadera prueba de que estarás vivo porque estarás sintiendo en cualquier dirección sin tapujos y con tu mochila cada vez más libre de cargas por liberarse sin necesidad de esconder tu dolor entre anónimos silencios cuando el dolor te aturde y sin necesidad de romper con todo por recobrar tu felicidad cuando sabes que está ahí y solo has de dejar a Cronos y su aliada la Realidad que dejen paso a la siguiente escala en tu derecho a la felicidad.
Suspirar, mientras el mundo gira sin detenerse ni contemplarte por si te duele o si te place. No esperes a que se detenga, a que te abran la puerta o a que la bandera te de la salida, a que te perdonen o a que te bendigan. Solo estas tú con tu propio corazón y será este el que al fin tenga su última palabra sin remedio.
¡¡¡Suspira!!!
3 comentarios:
Y vive.
No queda otro, Josu.
Hermosa entrada.
Ahora, suspiro sin pena, entiendo que es bueno, al leerte lo entiendo.
Te dejo un abrazo.
Alicia
Me has hecho suspirar Don Blas. Un beso agradecido.
Suspirar... perder el aire porque no podemos tener el aire de lo que mas amamos... "por lo perdido sin mapa de retorno"... y
¿quién se esconde detrás de los "suspiros"?
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