Incluso las dunas del desierto
infinito se desplazan para mantenerlo
perenne en su inmensidad, en su agreste belleza y crueldad para quien lo
desafía sin dudas ni contemplaciones. Quizá sea así esta sociedad en la que me he encontrado por el azar del Destino. Un desierto en el
que las estaciones, los cambios en la política, las revoluciones se parecen a
esas dunas dando la sensación de cambio, de desplazamiento, para que todo se
mantenga como tiempo atrás lo habías
percibido ya.
Si por un poder imposible
fueras capaz a vislumbrar el inmenso mar de arena desde alguna almena
imaginaria que rozase el sol que
deslumbra, quizá ya uno se hubiera dado cuenta que todo permanece y los cambios solo son pequeñas arrugas falsas sobre la eterna
juventud de la realidad que se ríe por
nuestro bisoño concepto del poder.
Hace casi treinta años la vida
en España comenzaba a abrir sus poros en una sociedad impermeable durante los
anteriores cuarenta a cualquier atisbo de libertad que no fuera una concesión,
algo que ya la invalidaba como tal. Y
esta sociedad creyéndose como esa duna que todo lo puede a fuerza de la
unión de sus granos empujados por el
viento de la libertad creyó darse unas leyes y un sistema que convirtiera el desierto vivido de oscura
ceguera religiosa y moral por algo abierto a lo que viniera sin más límite que el respeto por el que se cruza
en tu viaje.
Pero tras esos treinta años
escasos las canciones que escuchaba de imberbe adolescente al volver a
escucharlas me demostraron su vigencia a
pesar de las leyes y los logros “dados” en teoría por nosotros como pueblo
para, por lo que percibo acabar por
llevarlas a la obsolescencia. Letras como “Banqueros, unos ladrones, sin
palancas y de día, políticos estafadores, juegan a vivir de ti”, “ellos dicen
mierda, y nosotros amén”, “señores diputados, la situación es extremadamente
grave, debemos hacer un consenso para meterlo dentro un marco, ¡qué monada!...”,
no han perdido su vigencia tras tres
décadas.
Y como bien dice Evaristo,
su voz, tan viva como cuando rompió
con su “Salve”, la vida sigue su curso y no hay pasado ni futuro, sólo
presente que nos permita vivir sobre la
duna y tratar de domarla aunque nunca sea
posible lograrlo. Hoy es el futuro, saltemos sobre toda esta bazofia
vestida de honradez democrática que solo
es la tapadera agónica de sus propios
intereses sobre los que incluso ellos se ven
ya medio desnudos por su propia incompetencia y nuestra culpable
dejadez.
Las dunas seguirán
desplazándose, algunas veces a nuestro gusto otras nos devorarán por vientos crueles e impíos con la sociedad que incluso acaben ahogándonos, pero si algo
debemos de tener claro es que ellos no son nada, no son la justicia aunque se
arroguen eso por algún nombramiento de otros como ellos, o te detengan por
incumplir con lo que está escrito por sus propias mentes interesadas en mantener el “statu quo” que los ha dejado vivir así
durante tantas centurias. Unas veces ha sido la cruz o la media luna la
que ha empujado y azuzado por la
ignorancia a morir por sus intereses guardados tras ellos, otras la patria como
concepto falso de comunidad, tantas veces
la crisis en la que hay que
clavar las rodillas en la miseria
de saberse derrotado sin en realidad estarlo, pues son ellos los que deben mas por ser lo que han llevado las riendas.
Lo primero es ser conscientes
de que ellos no podrán engañarnos, lo demás llegará después. Solo pretender
perpetuar lo que ya no tiene futuro, este desierto ya está sin arena y las
dunas no significan nada. Vivimos en un planeta agónico que ya no
permite mas crisis falsas, solo aceptará que reconozcamos la crisis de nuestra
impotencia y nuestro propósito de acabar
con las viejas formas. Los que nos
pretender llevar nos son más que marionetas de su propio suicidio, no les debemos nada, nos lo deben todo incluido
el sueldo que ellos mismos se suben cada año.
Nuestro planeta es soberano y
acabará por echarnos si nos cambiamos nuestro concepto de consumo y
eterno crecimiento a costa de su
naturaleza por el mero hecho de ser más. ¿Para cuándo el fin del
religioso “creced y mutiplicaos”? ¿Para cuándo los ciudadanos por los
ciudadanos? Ni patrias ni banderas que solo benefician a unos pocos.
Esta crisis tiene que ser la mutación verdadera donde no olvidar las razones por las que llegó esta y las anteriores económicas, bélicas, coloniales y
tantas más; hechos en los que los mismos con otras caras y trajes a la moda
correspondiente a cada época continuaron beneficiándose
mientras nosotros y nuestros antepasados
hundieron sus sueños en el barro de la impotencia.
Hoy es el futuro... para todos
3 comentarios:
Amén Don Blas. Estoy sorprendida por pensar exactamente igual que tu acerca de las "Dunas y el Desierto", y por descubrir las grandes letras de Evaristo...
Hacer crecer en ese desierto un pequeño arbusto, eso sería tan bueno.
Un abrazo.
Me alegra leerte.
Hacer crecer en ese desierto un pequeño arbusto, eso sería tan bueno.
Un abrazo.
Me alegra leerte.
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