Caminando sobre
aceras solitarias
buscando las musas
sin encontrarme con las prisas,
evitando las sempiternas pausas
fue un viejo guante de piel el que me golpeó.
Brillaba volante el rayo de su mirada
mientras borraba las sombras,
inoperantes por ocultar sonrisas
en el intermedio de la tontuna por una indecisión.
Y allí estaban, no habían zarpado:
barcos escondidos tras las hojas de mil libros,
secos en sus cierres, ocultos pero expectantes,
por ser abiertos, por ser descubiertos de entre sus páginas
donde inundar mi alma desde sus amuras
entonces empapadas frente a mil y una batallas,
donde espalda con
espalda sus camaradas
afrentan duelos, apuntan cañones
vomitando andanadas
por vivir sin trampas
fuera y dentro de sus
renglones.
Feliz reencuentro, enorme el momento
Leñanza, Jack, Churruca, Peral, Suleimán
y tantos más siguen pacientes su espera
por dar su versión
de la pasión sobre la vida imaginada.
Mientras fuera la rutina se diluye anodina
por su propia, insalubre y defensiva sordina,
mi alma ya navega de nuevo entre pólvora y cañón,
renglón a renglón…
1 comentario:
Era imprescindible este reencuentro.
Gracias por permitirlo.
Un abrazo
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