La bruma va apoderándose lentamente de la costa hoy recalentada
por un sol al fin poderoso quien, como todo el que así se cree, sin valorar lo que significa tiempo y razón, ve pasado su
tiempo desbordado por el verdadero rey
del mundo conocido desde que el
hombre ha tratado de volar a ras del agua para engañarse sobre los límites de
su capacidad. Alguien tan sereno y fiero como solo él puede sentirse; el
Viento.
Con sus manos invisibles
y la seguridad de saberse eterno,
aprovechándose en silencio de la
bravuconería de un astro que se cree rey porque así se lo regalan, con su calor
y la propia fuerza va poco a poco tupiendo de bruma este lugar desde donde escribo, tapando las
formas, igualando destinos hasta que el
tapiz de estrellas trate de hacerse ver sin éxito por separarnos en su arbitrio el rey en este caso del este, más propio del estío, pues
su hermano de mayor tronío por estas latitudes volverá para aturdir con la bruma convertida en mar volante más
cerca de las puertas del otoño.
La vida sigue su curso, las luces se agotan y son
sustituidas por otras que lo mismo tratan de aportar. La calma a bordo de este
hogar encontrado por casualidad se vuelve paz sobre tanta locura provocada sin
sentido. Un año cada vez mas estrecho en sus posibilidades, mas duro en sus
realidades; donde las personas que
podías contar como cercanas, como la esperanza debida con quien contar entre
semejante travesía
propia de Ulises en
su regreso, desaparecen traslucidos por motivos imaginables pero que nunca
podrías suponerlos contra ti. Viejos
espectros ya más parecidos a la broma de los viejos navíos de
Aquellos viejos navíos
encontraron su defensa cuando el cobre como forro en su obra viva les
devolvió la seguridad de navegar sin ese parásito tan detestable. En este caso
de vida actual y poco ensoñadora en comparación a la de los viejos mares del
sur, quizá sea la misma actitud de siempre la que emule al cobre y salve la
obra viva, con un cobre imaginario compuesto por la lealtad, la navegación
avante y por derecho sin más corrección que la del viento, señor verdadero de
nuestras vidas, un viento que teniendo la última palabra siempre se podrá
capear aunque la meta se alargue, que lo importante siempre ha sido el viaje
vital, nunca la meta, pues a ella se arriba seguro.
Hoy descanso abarloado al pantalán de este puerto temporal,
muy cerca del Muelle de La Osa ,
lugar de recalada de mi primera singladura a bordo del “Lekeitio” aquel verano
del 88 con las ilusiones cargadas y las esperanzas plenas. Aquel buque de 190 metros , con 10.000
BHP y sus 25 años de historias no es
este, con sus 4 toneladas, sus 9 BHP y sus 37 años, pero ambos llevan el mismo alma dentro; las
ilusiones ya no existen pero permanecen los proyectos, las esperanzas y el
deseo de rasgar los mismos mares, recalar en infinitos parajes conocidos o por
descubrir. Nadie puede ser capaz de perder si cree en ello, solo seguir
adelante sin tener miedo a nada, tan solo temiendo al propio miedo cuando se avisten sus palos
con las velas negras cargadas y entonces huir
a trapo vivo, a boga de ariete, como sea cerrando los ojos a su paso
para no ser hipnotizados por su poder paralizante. Huir del miedo y confiar en
tus propias posibilidades.
Saber que a cada
milla recorrida sobre la
Realidad , como en la mar, cada viento que tercie dibujará
la derrota, saber que no se puede
navegar siempre sobre "vientos portantes" porque entonces ya no serás dueño del
rumbo de tu Destino y tu corazón se empequeñecerá poco a poco, que debes
enfrentar tus amuras para capear y resistir con la paciencia aferrada a tus
dientes mientras, mordiendo tu labio inferior, te convences de que es
posible y tragas mas aguas de la que
tantas veces puedes digerir, sabedor de que eso engrandece tu alma y fortalece
tu corazón.
Desde aquí, abrigado por los diques que nos protegen del caprichoso y tantas
veces furioso Golfo de Vizcaya, mecido por los rescoldos de su mar tendida que
pretende tocar los costados del “Audaz”, se siente la vida más cerca y la
mentira más lejos. Mañana seguramente el
viento de la mediocridad, el silencio de la deslealtad y la hipocresía tratará
de hundir las esperanzas, pero todo eso es temporal falso y baldío pues solo
es un medio, nada mas; lo real aguarda
meciéndose y a la espera de largar amarras para volver a navegar, para ganar en
cada partida una milla mas, una bordada con mejor tino, un golpe de mar leal y
quizá letal, pero que como en la vieja
canción dará pecho a mi valor.
La vida continua, la imaginación retorna para volver a traer
nuevos sueños a mis personajes. Quizá alguno decaiga por saberse ya menor y sin
más arrojo que el que le deparen esos vientos que ya denominé antes
“portantes”, quizá la victoria nunca exista, pero mientras pervivan los reyes
de Oeste y del Este, que tan bien los definió Conrad en El espejo del mar, la
vida seguirá su curso y solo quedará la derrota que uno elija de manera soberana
frente a ellos a veces y con ellos otras.
¡Volvemos!
A bordo del “Audaz”, a 7 de julio de 2013
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