Cuando
hueles tu propia rendición avante de tu andar,
cuando
la tristeza en forma de amenazantes nubarrones de recio temporal
amenazan
la nave vital que tratas de gobernar
es cuando
me enseñaron a morder el labio superior y capear.
Pero la
mar de esta vida puede ser tan cruel como intemporal
y se
ha de resistir hasta que las vías de agua se hagan de índole mortal
o la
fuerza de tal galerna de grado se diluya sin explicación
brotando
un sol al que creías haber tenido ya que olvidar.
Abierto
a la mar vital, océana y sin final por la que avantear,
sin esperas,
sin otra cosa que esperar que un nuevo temporal
con otra
lección aprendida, con otra actitud a tomar.
Con la
brújula de los principios sobre la bitácora
para tener
clara siempre la derrota y saber el rumbo a tomar.
Gijón, 25 de Febrero de 2014
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