Suena
ligero el soplo del viento en soledad,
avanteando,
rozando mi piel con desgana
en una
mar dormida, ausente pero humana
sobre
la que rasgar su piel como tela en levedad.
Suspira
el pecho propio por viejos fantasmas,
pervivientes,
eternos, sin cambio ni manera
en mil
pieles distintas de las que huir de forma certera.
Aire
huyendo del pecho arrastrando en él sus miasmas.
Mente
libre, alma plena donde sentir por demás
corazón solo, o de buen ser acompañado,
ganando
millas al lejano horizonte a gusto, sin más.
Brillos,
nubes, nieblas, corrientes, nada tiene valor
donde
resuena el destino, dirección y acción.
La
mente en calma que provoca en el alma ganas de corazón.
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