Verdaderamente hay otros mundos, si, pero están en este. Muchos y tan distintos mundos.
Mientras recorro los pasillos del Caserón donde uno trabaja, mientras permanezco sentado en el despacho viendo a los pequeños mundos cercanos cómo evolucionan en sus respectivas órbitas, mientras paseas sobre la bicicleta a través del paseo que dibuja la playa de San Lorenzo, detectando mundos que ya solo quieren continuar girando, paseando sus achaques a este lado y otros mundos que sueñan ser observados al otro lado del mismo.
Mundos que se saludan mostrando su cielo amable o tempestuoso según deseen ser definidos. Mundos que por más que lo nieguen, por mas que fuercen sus modos para marcar diferencias ésta tan sólo reside en su corteza, pues su interior es del mismo magma común, ese que tras lunas reiteradas, órbitas planetarias conclusas no han logrado eliminar.
A veces te ves obligado a girar en sentido contrario a tu naturaleza “mundial”, pues el miedo a otro mundo amenazante, próximo, con rayos como sierras coloreando de azul metálico la faz de tu mundo te hace sentir ese aspecto negro de la sociedad . Otras veces chocas con mundos de atmósfera enrarecida haciendo saltar trozos de ambos mundos hacia el éter intemporal de las afrentas y las ofensas, espacio oscuro donde los haya en el que todo se pierde por falta de luz para ver los aspectos brillantes del mundo enfrentado.
Cuántas veces no exploraste por desidia, no contactaste con el mundo aquél que te llamaba desde su cielo vulgar, por desprecio, cuántas no contactases con su cielo arrebatador por timidez, con su cielo necesitado de compasión, de amor o simplemente de compañía en este universo de (mundos) solitarios; cuántas veces te arrepentiste de esto después de verlo absorbido por el sempiterno agujero negro que todo lo devora.
Hay otros mundos, mundos en los que merece la pena aterrizar, atravesar su atmósfera, muchas veces inhóspita como la neblina de una mar sin viento y verdadero calor.
Detrás de esa atmósfera esta tu mundo, y el mío, y el de...
Mientras recorro los pasillos del Caserón donde uno trabaja, mientras permanezco sentado en el despacho viendo a los pequeños mundos cercanos cómo evolucionan en sus respectivas órbitas, mientras paseas sobre la bicicleta a través del paseo que dibuja la playa de San Lorenzo, detectando mundos que ya solo quieren continuar girando, paseando sus achaques a este lado y otros mundos que sueñan ser observados al otro lado del mismo.
Mundos que se saludan mostrando su cielo amable o tempestuoso según deseen ser definidos. Mundos que por más que lo nieguen, por mas que fuercen sus modos para marcar diferencias ésta tan sólo reside en su corteza, pues su interior es del mismo magma común, ese que tras lunas reiteradas, órbitas planetarias conclusas no han logrado eliminar.
A veces te ves obligado a girar en sentido contrario a tu naturaleza “mundial”, pues el miedo a otro mundo amenazante, próximo, con rayos como sierras coloreando de azul metálico la faz de tu mundo te hace sentir ese aspecto negro de la sociedad . Otras veces chocas con mundos de atmósfera enrarecida haciendo saltar trozos de ambos mundos hacia el éter intemporal de las afrentas y las ofensas, espacio oscuro donde los haya en el que todo se pierde por falta de luz para ver los aspectos brillantes del mundo enfrentado.
Cuántas veces no exploraste por desidia, no contactaste con el mundo aquél que te llamaba desde su cielo vulgar, por desprecio, cuántas no contactases con su cielo arrebatador por timidez, con su cielo necesitado de compasión, de amor o simplemente de compañía en este universo de (mundos) solitarios; cuántas veces te arrepentiste de esto después de verlo absorbido por el sempiterno agujero negro que todo lo devora.
Hay otros mundos, mundos en los que merece la pena aterrizar, atravesar su atmósfera, muchas veces inhóspita como la neblina de una mar sin viento y verdadero calor.
Detrás de esa atmósfera esta tu mundo, y el mío, y el de...
1 comentario:
Esta vez mi comentario no es para mi querido poeta Blas de Lezo, va dirigido a sus padres porque se que leen el Blog y se que estarán orgullosísimos de tener un hijo como él, no solo por lo bien que escribre sino en todo los aspectos de su vida.
Felicidades.
Esther Willians?
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