martes, 11 de marzo de 2008

Temporal

Violentos golpes de mar que pretenden desmoronar
pétreos muros de granito eternamente enfrentados
por permanecer en el mismo espacio, al mismo tiempo.

Poseidón, melena al viento en su penúltimo intento,
Gea, constante, resistente en su agónico combate.
Ambos manejados por las fuerzas que hacen, que deshacen.




Mientras visten y desnudan las vergüenzas de otros,
mientras Gea impotente, sin creer es victoriosa
entre lágrimas de herrumbre y gritos humanos asustados
resurge al morir estallando en mil gotas el alma de él.
Resucitando, muriendo, resucitando tras cada explosión
absoluta como el fin de los tiempos reales de cada deseo,
absoluta como el inicio de un deseo inventado de nuevo.

Es tarde, Helios refleja su luz sobre el escudo de Perseo,
de un grito, de un rayo los confunde regalando victorias,
sendas, falsas y perennes. El tridente se sumerge agotado,
mientras, el granito empapado añora el secano de su origen.





Quizá la Luna con la palidez de la luz robada
permita que Poseidón y Gea de nuevo comiencen
lo que nunca terminó, hasta que uno de ambos triunfe.

2 comentarios:

Armida Leticia dijo...

Los cuatro elementos: Aire, tierra, fuego y aire, siempre presentes, imponentes; que manera tan bella de escribir, en este tu diario de a bordo.

Saludos desde México.

Anónimo dijo...

Gea
empapada añora el secano de su origen
y en la luna esconde su fatiga,
finas fisuras de derrota
gotas fundidas en su piel,
y en la luz temprana despierta
anhelando la lucha consumida,
consumiéndose por la lucha por venir,
invocando la fuerza, el magnetismo latente
que de nuevo empujará al dios hacia ella,
a esa lucha que es su esencia.