,...- Mi capitán, la rebelión no parece prender en la comarca. Las gentes son reacias a involucrarse. Nos agasajan en cuanto nos ven, pero si les pedimos que se sumen nos cierran sus puertas sin complejo alguno.
Recalde torció el gesto. Las cosas no pintaban bien y los ingleses estarían al caer en pocos días. Se encaminó a la torre que quedaba medio entera donde se había alojado James Fitz y su pequeño séquito. “Mas valía una vez rojo que treinta colorao”, pensaba mientras golpeó la puerta que malamente cerraba la estancia.
- Excelencia, no pintan las cosas bien para vos. Vuestra revuelta no “prende”. Las gentes nos agradecen el esfuerzo pero no parecen desear la lucha directa contra los ingleses. Nosotros somos una fuerza poderosa para mantener esta cabeza de puente pero en caso de contragolpe del enemigo solamente podríamos resistir hasta morir. Señor, mi flota es sagrada, mis hombres habrán de caer, pero será donde ello tenga sentido.
- Excelencia, no pintan las cosas bien para vos. Vuestra revuelta no “prende”. Las gentes nos agradecen el esfuerzo pero no parecen desear la lucha directa contra los ingleses. Nosotros somos una fuerza poderosa para mantener esta cabeza de puente pero en caso de contragolpe del enemigo solamente podríamos resistir hasta morir. Señor, mi flota es sagrada, mis hombres habrán de caer, pero será donde ello tenga sentido.
Se miraron fijamente entre un tenso silencio. El séquito, de pie, esperaba la respuesta de su señor ante la situación contraria. James intentaba ganar tiempo, buscaba la respuesta. Creyó que todo iba a ser fácil, la bula del Papa, la euforia en el Mediterráneo, el apoyo del Rey de España; todo aquello le ocultaba el poco esfuerzo invertido en su propia tierra. Las gentes, sus paisanos le veían como alguien encopetado, engalanado de puñetas y corazas vistosas, igual que los que les hacían daño desde el Este. La ocasión estaba perdida.
- Don Juan, mi querido general, creo que tiene usted razón ante lo que me plego a sus órdenes; haremos lo que en su buen entender decida. Mi séquito y yo mismo quedamos bajo su responsabilidad.
Esta vez el gesto torcido de Recalde fue mas por desprecio a aquel que se pretendía como rey de Irlanda. Ni siquiera lo presionó para continuar, “con esa sangre mal vamos, Juan” , no sabía si era él, el que se lo decía para sus adentros o eran sus adentros los que se lo largaban a él.
Esta vez el gesto torcido de Recalde fue mas por desprecio a aquel que se pretendía como rey de Irlanda. Ni siquiera lo presionó para continuar, “con esa sangre mal vamos, Juan” , no sabía si era él, el que se lo decía para sus adentros o eran sus adentros los que se lo largaban a él.
- Como usted disponga, excelencia. En cuanto amanezca reembarcaremos con destino a España. ¡Gonzalvez, vaya preparando la retirada y la recogida de pertrechos, ya no hacemos nada aquí!. ¡Dejaremos la pieza para estos valientes!
- ¡A la orden!
Con presteza y sin dejar de vigilar la posible llegada de enemigos, los españoles comenzaron a preparar la evacuación. Los voluntarios al ver aquello se dieron cuenta de la decisión y se presentaron en masa frente al pretendiente exigiendo explicaciones ante ellos. Fue uno de los validos por el pretendiente de su séquito el que les dio la explicación del porqué de aquella retirada deshonrosa. Pero la honra se lleva a veces tan disuelta en la propia sangre que se confunde con la soberbia y muchos de ellos decidieron presentar batalla a los invasores ingleses. Estaban convencidos que aquella chispa lograría encender a toda la región. Incluso algunos de los españoles pidieron licencia a su maestre para luchar allí. Algunos los vieron tozudos, necios irracionales, otros se descubrieron ante semejante muestra de valor. El único que no dijo nada fue James, pero ahí estaba Don Juan para sacar las castañas antes de que quemasen.
- Vuestro rey esta pensando, no os contesta pues esta pensando la forma de buscar refuerzos. ¡Iremos a España por ellos! Mientras tanto resistid e infligid el mayor daño a las tropas de la reina hereje que llegarán de seguro. ¡Viva Irlanda!, ¡Santiago y cierra, España!
Todo se transformó en vítores, los voluntarios a Irlanda, los Españoles a su grito racial.
- ¡A la orden!
Con presteza y sin dejar de vigilar la posible llegada de enemigos, los españoles comenzaron a preparar la evacuación. Los voluntarios al ver aquello se dieron cuenta de la decisión y se presentaron en masa frente al pretendiente exigiendo explicaciones ante ellos. Fue uno de los validos por el pretendiente de su séquito el que les dio la explicación del porqué de aquella retirada deshonrosa. Pero la honra se lleva a veces tan disuelta en la propia sangre que se confunde con la soberbia y muchos de ellos decidieron presentar batalla a los invasores ingleses. Estaban convencidos que aquella chispa lograría encender a toda la región. Incluso algunos de los españoles pidieron licencia a su maestre para luchar allí. Algunos los vieron tozudos, necios irracionales, otros se descubrieron ante semejante muestra de valor. El único que no dijo nada fue James, pero ahí estaba Don Juan para sacar las castañas antes de que quemasen.
- Vuestro rey esta pensando, no os contesta pues esta pensando la forma de buscar refuerzos. ¡Iremos a España por ellos! Mientras tanto resistid e infligid el mayor daño a las tropas de la reina hereje que llegarán de seguro. ¡Viva Irlanda!, ¡Santiago y cierra, España!
Todo se transformó en vítores, los voluntarios a Irlanda, los Españoles a su grito racial.
- Me debe una, excelencia. Ahora será mejor estar preparados para la salida al amanecer.
Don Juan se despidió del pretendiente y se acostó con sus lugartenientes en una de las lomas protegidas del castillo, abrigándose con su capa baqueteada ya en tantos infiernos. James lloró, se arrepintió, decidió quedarse con sus hombres, decidió marchar, volvió a decidir y a decidir hasta que con los primeros rayos del alba su plan ya estaba claro, se embarcaría con la flota que le trajo.
Abajo, en la rada, los hombres de Juan recibieron la señal de zarpar con la amanecida con lo que se dispusieron a preparar las naos y los dos pataches para salir con la primera brisa de luz que tensara las jarcias.
- Parece ser que no hay respuesta de la gente, Juan
Abajo, en la rada, los hombres de Juan recibieron la señal de zarpar con la amanecida con lo que se dispusieron a preparar las naos y los dos pataches para salir con la primera brisa de luz que tensara las jarcias.
- Parece ser que no hay respuesta de la gente, Juan
Para Juan la respuesta de aquel pescador fue lo suficientemente clara como para ver que la victoria no se encontraba en aquellas latitudes. Lo que realmente en aquellos momentos le preocupaba era que varios pescadores no habrían arribado a la orilla a esas horas nocturnas.
Aún podía recordar la sensación angustia y pánico cuando su padre no aparecía doblando la Atalaya de Lequeitio arreciando un temporal. Aún podía recordar el descanso en su pecho y las lágrimas que, una vez tras otra, daba igual las veces que sucediera, le brotaban de su alma condensada en la mirada al ver aflorar la pequeña punta del bote, con dos hombres uno a la caña y el otro golpeando la espuma con los remos, flotando como peces a bordo de la chalupa, achicando como endiabladas maquinas del infierno las masas de agua de cada encapillada. Aquellos hombres que no regresaban, podían ser su padre y su tío, algo que le taladraba el pecho como la bala de un arcabuz.
- Qué más da. Creo que vale mas largar cabos y arribar a nuestra costa, nuestra presencia aquí no es muy útil.
- Qué más da. Creo que vale mas largar cabos y arribar a nuestra costa, nuestra presencia aquí no es muy útil.
Con la amanecida se produjo el reembarque de las dotaciones que regresaban, no sin los abrazos entre compañeros de armas antes de ello. En eso se encontraban cuando James Fitz se encaramó a una de las rocas liberadas por la bajamar.
- Mis valientes, se que os dejo aquí en un combate titánico. Mas no os abandono como pensáis. Parto como embajador ante España y su rey, para así recabar fuerza navales y terrestres que nos ayuden a vencer y desterrar a los herejes ingleses. ¡Resistid en tanto arribemos con la ayuda de Dios nuestro señor!. ¡Viva Irlanda!
Los vítores fuero un estruendo, la moral estaba en las alturas. Don Juan le felicitó con la mirada a James mientras el alba comenzaba a rayar. Quedaban singladuras por cruzar para cumplir la palabra dada...
- Mis valientes, se que os dejo aquí en un combate titánico. Mas no os abandono como pensáis. Parto como embajador ante España y su rey, para así recabar fuerza navales y terrestres que nos ayuden a vencer y desterrar a los herejes ingleses. ¡Resistid en tanto arribemos con la ayuda de Dios nuestro señor!. ¡Viva Irlanda!
Los vítores fuero un estruendo, la moral estaba en las alturas. Don Juan le felicitó con la mirada a James mientras el alba comenzaba a rayar. Quedaban singladuras por cruzar para cumplir la palabra dada...
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