Es pronto aún cuando salgo de mi casa. Los ojos todavía acostumbrados a la luz del portal, hacen que me cueste distinguir las líneas que perfilan mi calle. Solitaria y en penumbra, las farolas ya se apagan pues su reloj, tan soberbio como puramente mecánico, pretende imponerse sobre el Rey Sol al que aún le cuesta desperezarse. Consigo adaptar mi visisón a unos pasos de portal cuando todavía puedo percibir el suave ¡clack! del cierre automático.
Camino sobre multitud de hojas caducas unidas sin hilos, formandon preciosas alfombras sonoras. ya sólo son pequeños cadáveres marrones sin la verde y orgullosa clorofila capaz de robar al Rey su energía cada mañana. Ahora reposan junto a alguna colilla con restos de carmín rematada por algún cruel zapato. Me cruzo con modelos como yo, recién salidos de sus madrigueras a la caza del sustento, algunos con él ya en el bolsillo sin más preocupación, otros como yo a la espera de que la hora de cierre certifique y justifique mi caza del día.
El barógrafo de mi habitación lleva dibujando su curva claramente en descenso desde hace ya dos días. No puede significar nada mas que la nieve y la lluvia con frío ya nos esperan acechantes tras las lomas del Cabo. Días grises que se mezclan con caras grises; en el autobús las risas se dejaron para el verano que se fía aún lejos. Yo prefiero clavar mis ojos en las páginas del libro que tengo entre las manos. Un libro que me ayuda a viajar lejos, a remotas latitudes donde las tormentas tenían un por qué, donde paso la página y el sol vuelve victorioso alumbrando con su mas potente fulgor.
Aún descubro locos en el pasar del día que se enfrentan a tantos otros rostros grises enfundados los primeros entre ropas frescas sin aparentar consciencia del frío que se impone. Estos locos prefieren sonreir, les apetece sonreir, porque en su más profundo yo interior saben que el verano lo robaron ellos hace ya tiempo y reside en su interior. Quizá, si ven mucho sufrimiento, se apiaden de tanto color gris en los rostros que los circundan devolviendo las flores, los frutos, el calor y la risa de forma progresiva el próximo año... como tantos otros para que no acaben muriendo de pena los que en tal pena desean vivir.
Creo que me iré con ellos. Ya me importa poco si ellos piensan que ha vuelto mi locura temporal, ¡ilusos! Solo yo se que mi deseo es que sea permanente, eterna, inmortal...
...¡Riiinnnggg¡. ¡Maldito despertador!
Como puedo me levanto mientras la lluvia que escucho golpear parece que se estuviera riendo de mi chocando de tal forma sobre los cristales. Habrá que vestirse y salir a trabajar...
1 comentario:
La interrupción de un sueño... es algo así como una ilusión sin cumplir. Muchas veces quise destrozar el despertador como vos, veré si lo pongo a mano... no lo hago, porque sino no me levanto...
Un abrazo.
y gracias...
Alicia.
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