Un sol exultante se reflejaba sobre las aguas entremezcladas de algas marrones y verdes. Los pesqueros entrando y saliendo continuamente hacen que la profunda y continua línea del horizonte se cortase entre sus siluetas. Mis pies, al caminar pisaban algas resecadas por el implacable astro rey. Mi paseo enfilaba el lado oeste de la playa. Se podían distinguir a lo lejos las balizas de entrada del Guadiana, mas allá brillaba Portugal. El andar sereno y pensativo me llevó hasta una pequeña chalupa varada. No parecía muy vieja, sería de unos 6 metros de eslora y estaba en perfecto estado. Aun así no se veía dueño alguno a bordo o en sus inmediaciones, no se distinguían huellas en ningún sentido, hacia ninguna parte. Busqué su nombre alrededor de los costados que aun olián a pintura fresca y al fin pude leer a popa, "Viento", en unas letras azules sobre un fondo rojo brillante.
Con mi costumbre eterna de que todo se encuentre "como dios manda" tire de la pequeña maroma que sobresalía para asegurar la chalupa de la inminente pleamar. "Hay gente que no debería tener cosas valiosas", pensé mientras me alejaba hacia poniente.Caminaba pensativo, la suave marea hacia que las olas moribundas besaran levemente mis pies, mientras mis pensamientos iban y venían entre la posible imagen del dueño de la chalupa y mis problemas abandonados varios cientos de kilómetros mas al norte. Pasaron minutos, unos metros mas al oeste en medio de un calor sofocante a duras penas disipado por la fuerte brisa del sudoeste, me decidí. "!Al agua!", de una carrera me lance hasta que las frescas aguas del Océano me obligaron a sumergirme de un impulso antes de que mi cerebro se adelantase y me diera orden de retirada.
Ese choque térmico entre el agua y el sol me dio una sensación de nueva libertad. Los problemas que me aturdían en la orilla habían pasado a la historia, se habían quedado allí.
Nadé de todas las formas que sabía, disfruté haciendo "el muerto" observando la línea de costa. Aquellas personas paseando por la orilla, esas sombrillas de infinitos colores y mensajes con su misma forma de seta de tallo fino, los niños y sus castillos, esos en los que forja el ser humano desde pequeño su eterna lucha y segura derrota frente a las fuerzas de la Naturaleza.
Mientras, solo llegaba a mi el sonido del agua chocando en mis oídos, ese cambio de sensación sonora cuando el agua te supera y te invade el silencio, que podríamos definir de "acuático"...
Despiértame
-
Despiértame
No estoy preparado.
Retumban los tambores al combate vital,
Pero no hay mimbres preparados
Solo mar que capear para ganar en su andar
Contra el t...
Hace 12 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario