…El encuentro
fue menos tenso que tras la última despedida entre ambos. Aparentando un recién
despertar por parte de Segisfredo al fin entrechocaron unas palabras.
-
Buenos días, Daniel. ¿Estás bien? Me tenías
preocupado aunque supuse que estarías con Dora. ¡Por favor! ¡por favor Daniel!,
no vuelvas a enfadarte, te pido disculpas si te ofendí cuando te dije aquello, no era mi
intención hacerte daño, pero ya sabes
que yo he pasado por situaciones de parecida estampa y no deseo verte sufrir.
Seguramente me excedí y vuelvo a disculparme
La acometida
directa tuvo éxito, los ánimos se relajaron. Daniel se sentó sobre su cama con la mirada tan pronto apuntando al
suelo invadido de carcoma, como a las vigas retorcidas del techo. La marejada amainaba por momentos a
marejadilla con áreas de rizada.
-
Gracias Segis, perdona mi reacción también, no
estoy acostumbrado a estas efervescencias que
una vez dentro parece que nunca
van a abandonarle a uno. Como bien has
imaginado, vengo de estar con Dora.
Segisfredo
mantuvo la calma y decidido “anudó” su
lengua al muerto más profundo de sus entrañas para permitir que su amigo se abriese paso y poder maniobrar en su objetivo, cualquier
comentario hubiera llevado al traste con lo que pretendía.
-
Cuenta, cuenta, hermano. ¿Va todo bien?
Daniel no se
planteó medias palabras ni ocultación alguna de sus sentimientos, todas las
portas abiertas y como una andanada a tocapenoles disparó su cotazón.
-
La amo Segis, o como se que tu deberías decir,
eso creo. La siento como ese ángel cautivo al que hay que liberar de las mismas
cadenas que acaban por aferrarnos a esta
sociedad marcada por la hipocresía que tan bien definió Don Francisco de
Quevedo en “los sueños”. Deseamos casarnos, pero eso parece imposible por parte
de ella aquí en Cádiz. El tiempo exigido en el que demostremos ese noviazgo para poder casarnos
pondría en guardia a ese maldito Vizconde o lo que sea que al parecer la
tiene bajo su protección no sé por qué
razón que no pude entender.
-
Pero entonces, vuestra unión es imposible.
-
No si logramos hacer que se embarque hacia
Cartagena en la próxima flota que parta hacia Tierra Firme. Le dije que
encontraría la manera de embarcarla y una vez allí con la debida
presentación viviría con mi familia
hasta que yo consiguiera un embarque en un aviso o correo desde aquí para casarme con ella al fin sin
permisos ni beneplácitos de vizcondes o
sociedades al uso. Tan solo he de informarme de la salida de la flota y
prepararlo todo.
Su
determinación le traía amargos recuerdos en los que la sinrazón que comporta la
ceguera de un amor sin una brizna de reflexión, sin la escucha
por parte de los que a uno le aman
provoca. Tenía claro Segisfredo que eso no ocurriría dos veces. Para ello no
había mas remedio que actuar entre
mentiras y falsedades con su amigo, como
navío en la niebla en la que los ruidos, las voces, las campanadas
pueden ser amigas o enemigas pero es la única referencia que queda para mantenerse con vida.
-
Amigo, creo que de verdad has encontrado el horizonte de tu andar. Quizá yo pueda
ayudarte. Sabes que el primo de Antúnez trabaja en la Casa y nos podría informar. Cuando lo sepas, ¿Qué
harás con ello?
-
Prepararemos su embarque. Por tal cosa estoy dispuesto a llegar hasta lo más alto,
incluido la influencia de nuestro almirante si fuera preciso. Pero antes ella
me ha pedido que le informe de la salida de la
llegada de la flota que precede a la salida para poder preparar su
escape con la cooperación de Temperance. Esta le cubrirá hasta partir.
Segis, ¿me podrás ayudar en este trance?
-
No me ofendas, hermano, sabes que desde que nos
conocimos en la escuela de guardiamarinas nada nos podría separar como amigos y
todo es la respuesta al qué ofrecer. Déjame hablar con el primo de
Antúnez y vamos dando pasos.
Se fundieron
en un abrazo por el mismo motivo que no era otro que su amistad verdadera,
aunque en este caso los derroteros de cada uno iban a derivar por caminos muy
dispares que por el bien de todos habían
de alcanzar el mismo destino. Daniel se
acostó con la intención de encontrar la
forma de perderse en sus sueños donde ganar la calma interior que en estas
situaciones ya nunca será la misma. Entre tanto, Segisfredo se puso en marcha
hacia la casa de Contratación. Luis Peláez
debía dar la salida al plan para
descubrirlos.
Como digo
desde aquél momento la caza mayor había
levantado su veda. Peláez generó
una fecha de previsión de arribada de
flota de barlovento y la consecuente
salida de la de Tierra Firme. Para darle mas relevancia y valor incluyó el listado de naves mercantes
de todo tipo, sus cargamentos y las
naves de escolta con la previsión de caudales que debían entregar a la corona previo control a través de la Casa.
Antes de esto
el teniente Cefontes alquiló un coche
con destino a Puerto de Santa María, en concreto a la Calle Larga nº70 donde descansaba de sus dolencias su almirante y
protector Don Blas de Lezo junto a su familia. Segisfredo y la coyuntural
alianza para desbaratar esa en principio
pequeña red de espionaje debía de estar bendecida por la autoridad que para él, no debía ser otra
que la marítima.
La visita
obtuvo el éxito esperado por parte del teniente, desde capitanía se dio permiso
para actuar incluyendo en el grupo un capitán de navío como enlace con esta para cualquier necesidad que pudiera
presentarse. Tal enlace no era sino una seguridad que Don Blas estableció para
proteger a sus hombres en caso de que todo
aquello se complicase implicando a otras autoridades o por algún
“exceso” que por parte de los bajos
fondos se produjera. Era un hombre entrado en años, retirado sin culminar su
carrera naval y dedicado de lleno a papeleos y trámites tan odiados por los
verdaderos marinos, su nombre Don Manuel Linares.
Aquella misma
noche Segisfredo recibió de manos de Peláez
en la taberna “El Tuerto” el documento falso sobre la arribada de la flota de
barlovento y la previsible partida de la de Tierra Firme. La suerte estaba
echada…
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