lunes, 21 de mayo de 2012

Pólvora del Rey






Agua de la Mar, sincera, helada,
sal milenaria en su seno enredada
escurriéndose burlona entre mis dedos
mientras se diluyen sus dibujos
entre cada pálpito sin gobierno
empujando sin frenos ni razones
al viejo músculo yerto de nubarrones
por el que ruge mientras te siente al rozarte.

Pólvora regia sobre el alma de su cañón
aturdido bajo tu violenta pasión
que al grito de fuego, golpea vibrante el cañón
tal que este corazón, mutilado y furioso;
mientras retrocede receloso
sin encontrar en mil años la explicación.



El asedio mantiene sin remedio el infierno
que es el Desengaño hurtando de los muros la risa
ante lo que tú demuestras serena y leve sonrisa
que es tu Viento desplazando las dunas de la pena
por ver lo visto sin vivir lo vivido
para sin tenerte haberte encontrado
bajo una ola de arena esquiva, cobarde,
sin la espuma que arde sobre tu mar,
sobre el alma del cañón que vomita tu pólvora.

Mil deseos  en mesnadas desde mis muros ya cargan
sobre las lumbres vestidas en huestes de añagazas,
destellos de maldades comandadas por el viejo engaño
de su rey el Miedo y su Maestre, el  curtido Desengaño.

A sangre y fuego de tu pura pólvora
barren mis tercios sin piedad al monarca y su maestre
por alcanzar tu estrella
o encontrar en vida mi muerte sin más huella.  

A la pura pólvora del Rey




lunes, 7 de mayo de 2012

De las Dunas y el Desierto



Incluso las dunas del desierto infinito  se desplazan para mantenerlo perenne en su inmensidad, en su agreste belleza y crueldad para quien lo desafía sin dudas ni contemplaciones. Quizá sea así esta sociedad en la que  me he encontrado  por el azar del Destino. Un desierto en el que las estaciones, los cambios en la política, las revoluciones se parecen a esas dunas dando la sensación de cambio, de desplazamiento, para que todo se mantenga como tiempo atrás  lo habías percibido ya.

Si por un poder imposible fueras capaz a vislumbrar el inmenso mar de arena desde alguna almena imaginaria que  rozase el sol que deslumbra, quizá ya uno se hubiera dado cuenta que  todo permanece y los cambios solo son  pequeñas arrugas falsas sobre la eterna juventud de la realidad que  se ríe por nuestro bisoño concepto del poder.



Hace casi treinta años la vida en España comenzaba a abrir sus poros en una sociedad impermeable durante los anteriores cuarenta a cualquier atisbo de libertad que no fuera una concesión, algo que ya la invalidaba como tal. Y  esta sociedad creyéndose como esa duna que todo lo puede a fuerza de la unión de sus granos  empujados por el viento de la libertad creyó darse unas leyes y un sistema que  convirtiera el desierto vivido de oscura ceguera religiosa y moral por algo abierto a lo que viniera sin  más límite que el respeto por el que se cruza en tu viaje.


Pero tras esos treinta años escasos las canciones que escuchaba de imberbe adolescente al volver a escucharlas  me demostraron su vigencia a pesar de  las leyes y los logros  “dados” en teoría por nosotros como pueblo para, por lo que percibo acabar por  llevarlas a la obsolescencia. Letras como “Banqueros, unos ladrones, sin palancas y de día, políticos estafadores, juegan a vivir de ti”, “ellos dicen mierda, y nosotros amén”, “señores diputados, la situación es extremadamente grave, debemos hacer un consenso para meterlo dentro un marco, ¡qué monada!...”, no han perdido su vigencia tras  tres décadas.


Y como bien dice Evaristo, su  voz, tan viva como cuando  rompió  con su “Salve”, la vida sigue su curso y no hay pasado ni futuro, sólo presente que nos permita  vivir sobre la duna y tratar de domarla aunque nunca sea  posible lograrlo. Hoy es el futuro, saltemos sobre toda esta bazofia vestida de  honradez democrática que solo es la tapadera  agónica de sus propios intereses sobre los que incluso ellos se ven  ya medio desnudos por su propia incompetencia y nuestra culpable dejadez.    


Las dunas seguirán desplazándose, algunas veces a nuestro gusto otras nos devorarán  por vientos crueles  e impíos con la sociedad que  incluso acaben ahogándonos, pero si algo debemos de tener claro es que ellos no son nada, no son la justicia aunque se arroguen eso por algún nombramiento de otros como ellos, o te detengan por incumplir con lo que está escrito por sus propias  mentes interesadas en mantener el  “statu quo” que los ha dejado vivir así durante tantas centurias. Unas veces ha sido la cruz o la media luna la que  ha empujado y azuzado por la ignorancia a morir por sus intereses guardados tras ellos, otras la patria como concepto falso de comunidad, tantas veces  la crisis en la que hay que   clavar las rodillas  en la miseria de saberse derrotado sin en realidad estarlo, pues son ellos los que deben  mas por ser lo  que han llevado las riendas.

Lo primero es ser conscientes de que ellos no podrán engañarnos, lo demás llegará después. Solo pretender perpetuar lo que ya no tiene futuro, este desierto ya está sin arena y las dunas no significan nada.   Vivimos en un planeta agónico que ya no permite mas crisis falsas, solo aceptará que reconozcamos la crisis de nuestra impotencia y nuestro propósito de  acabar con las viejas formas.  Los que nos pretender llevar nos son más que marionetas de su propio suicidio, no  les debemos nada, nos lo deben todo incluido el sueldo que ellos mismos se suben cada año.

Nuestro planeta es soberano y acabará por  echarnos si nos  cambiamos nuestro concepto de consumo y eterno crecimiento  a costa de su naturaleza por el mero hecho de ser más. ¿Para cuándo  el fin del   religioso “creced y mutiplicaos”? ¿Para cuándo los ciudadanos por los ciudadanos? Ni patrias ni banderas que solo benefician a unos pocos.


Esta crisis tiene que  ser la mutación verdadera  donde no olvidar las razones por las que  llegó esta y las  anteriores económicas, bélicas, coloniales y tantas más; hechos en los que los mismos con otras caras y trajes a la moda correspondiente   a cada época continuaron beneficiándose mientras nosotros y nuestros  antepasados hundieron sus sueños en el barro de la impotencia.



Hoy es el futuro... para todos