Rompiendo aire, avistando vida entre humo y perdición,
renegando, retornando al mar abierto otrora lejano
donde tiemblan los
que en verdad reniegan
de la brisa que aviva el flequillo de quien se atreve.
Temblorosos nos fabrican, nos visten, pues siempre llueve
para nunca encontrar paraguas que blindado te proteja.
Mente libre de la fe inoculada a golpes de miedo,
mente que arrasa sin mal, sin dolor, ni escalas,
arribando sobre el viento redentor que nos aturde
para virar al mismo y su derrota reventar en la pared.
Ojos que renuevan la visión, oídos que reciben la pasión
paz desde tu combate, sin límite, deudas y atrasos.
Palabras malditas otrora vestidas de desengaños
letras escritas en
nuevas hojas sin reglas pactadas
Día tras día, mirando la pared, pintada de destellos de
artificio
día tras día, destellos reales tras ella, sin alcance por los que desertar.
Cómo romper el muro, cómo verter tu fuerza sobre su
cimiento,
derribarlo, encontrando la verdad del interior propio en su
mar.
Y ese muro, como el viejo Cabo Imaginario, ya doblado.
Al fin, viento, humos, mares, perdición, todo junto
encontrado,
el Viaje, Ítaca, pura vida agreste sin vendajes ha
retornado.
Camino largo, con
muchas mañanas en puro verano
Ítaca como destino, sin excusa, fecha, hora o minuto.
Solo el viaje y a quien en tal singladura me pueda
encontrar.