lunes, 8 de julio de 2013

Perfilando entre brumas


La bruma va apoderándose lentamente de la costa hoy  recalentada  por un sol  al fin poderoso quien, como todo el que así se cree, sin valorar lo que  significa tiempo y razón,  ve pasado su tiempo desbordado por el verdadero rey  del mundo conocido desde  que el hombre ha tratado de volar a ras del agua para engañarse sobre los límites de su capacidad. Alguien tan sereno y fiero como solo él puede sentirse; el Viento.

Con sus manos invisibles  y la  seguridad de saberse eterno, aprovechándose  en silencio de la bravuconería de un astro que se cree rey porque así se lo regalan, con su calor y la propia fuerza va poco a poco tupiendo de bruma este  lugar desde donde escribo, tapando las formas, igualando destinos hasta que  el tapiz de estrellas trate de hacerse ver sin éxito por separarnos  en su arbitrio el rey  en este caso del este, más propio del estío, pues su hermano de mayor tronío por estas latitudes volverá para aturdir  con la bruma convertida en mar volante más cerca de las puertas del otoño.  

La vida sigue su curso, las luces se agotan y son sustituidas por otras que lo mismo tratan de aportar. La calma a bordo de este hogar encontrado por casualidad se vuelve paz sobre tanta locura provocada sin sentido. Un año cada vez mas estrecho en sus posibilidades, mas duro en sus realidades; donde las personas  que podías contar como cercanas, como la esperanza debida con quien contar entre semejante travesía
propia de Ulises   en su regreso, desaparecen traslucidos por motivos imaginables pero que nunca podrías  suponerlos contra ti. Viejos espectros ya más parecidos a la broma de los viejos navíos de la Real Armada que se aferraban a su casco de teka, caoba y roble donde alimentarse hasta desprenderse cuando ya no había donde comer o quizá otro navío se apareciera más apetecible.

Aquellos viejos navíos  encontraron su defensa cuando el cobre como forro en su obra viva les devolvió la seguridad de navegar sin ese parásito tan detestable. En este caso de vida actual y poco ensoñadora en comparación a la de los viejos mares del sur, quizá sea la misma actitud de siempre la que emule al cobre y salve la obra viva, con un cobre imaginario compuesto por la lealtad, la navegación avante y por derecho sin más corrección que la del viento, señor verdadero de nuestras vidas, un viento que teniendo la última palabra siempre se podrá capear aunque la meta se alargue, que lo importante siempre ha sido el viaje vital, nunca la meta, pues a ella se arriba seguro.

Hoy descanso abarloado al pantalán de este puerto temporal, muy cerca del Muelle de La Osa, lugar de recalada de mi primera singladura a bordo del “Lekeitio” aquel verano del 88 con las ilusiones cargadas y las esperanzas plenas. Aquel buque de 190 metros, con 10.000 BHP y sus  25 años de historias no es este, con sus 4 toneladas, sus 9 BHP y sus 37 años,  pero ambos llevan el mismo alma dentro; las ilusiones ya no existen pero permanecen los proyectos, las esperanzas y el deseo de rasgar los mismos mares, recalar en infinitos parajes conocidos o por descubrir. Nadie puede ser capaz de perder si cree en ello, solo seguir adelante sin tener miedo a nada, tan solo temiendo  al propio miedo cuando se avisten sus palos con las velas negras cargadas y entonces huir  a trapo vivo, a boga de ariete, como sea cerrando los ojos a su paso para no ser hipnotizados por su poder paralizante. Huir del miedo y confiar en tus propias posibilidades.

Saber que   a cada milla recorrida sobre la Realidad, como en la mar, cada viento que tercie dibujará la  derrota, saber que no se puede navegar siempre sobre "vientos portantes" porque entonces ya no serás dueño del rumbo de tu Destino y tu corazón se empequeñecerá poco a poco, que debes enfrentar tus amuras para capear y resistir con la paciencia aferrada a tus dientes mientras, mordiendo tu labio inferior, te convences de que es posible  y tragas mas aguas de la que tantas veces puedes digerir, sabedor de que eso engrandece tu alma y fortalece tu corazón.

Desde aquí, abrigado por los diques  que nos protegen del caprichoso y tantas veces furioso Golfo de Vizcaya, mecido por los rescoldos de su mar tendida que pretende tocar los costados del “Audaz”, se siente la vida más cerca y la mentira más lejos. Mañana seguramente  el viento de la mediocridad, el silencio de la deslealtad y la hipocresía tratará de hundir las esperanzas, pero todo eso es temporal falso y baldío pues solo es  un medio, nada mas; lo real aguarda meciéndose y a la espera de largar amarras para volver a navegar, para ganar en cada partida una milla mas, una bordada con mejor tino, un golpe de mar leal y quizá letal, pero  que como en la vieja canción dará pecho a mi valor.

La vida continua, la imaginación retorna para volver a traer nuevos sueños a mis personajes. Quizá alguno decaiga por saberse ya menor y sin más arrojo que el que le deparen esos vientos que ya denominé antes “portantes”, quizá la victoria nunca exista, pero mientras pervivan los reyes de Oeste y del Este, que tan bien los definió Conrad en El espejo del mar, la vida seguirá su curso y solo quedará la derrota que uno elija de manera soberana frente a ellos a veces y con ellos otras.



¡Volvemos!
A bordo del “Audaz”, a 7 de julio de 2013