sábado, 4 de abril de 2009

No habrá montaña mas alta... (3)

… Pasaron días como años en las sensaciones internas de Maria. Mientras, Daniel continuaba su brega millas al norte de Gijón y el pequeño Miguel poco a poco aprendía las letras y los números de la mano de su madre,entre las miles tareas propias y a otra gente,con más fortuna que su madre hacía para sacar adelante aquella situación de pura extenuación. El viernes la diosa Meteo en conjunción con el sempiterno Poseidón cerraron las puertas a su reino y la pequeña flota pesquera hubo de permanecer abrigada bajo la mirada del cerro gijonés. Daniel volvió al tiempo que Maria y Miguel desayunaban con los primeros albores del día.






- Buenos días, madre. La mar hoy no da respiro. Nos quedamos. Don Mariano me ha dado la mañana de descanso, me dijo que tras la comida he de estar a bordo para ayudar en las reparaciones del aparejo. ¡Miguelin, acaba pronto el desayuno que te llevo al Cabo a buscar piratas!



Miguel se abalanzó sobre el tazón de leche, pueso había otra razón mas apasionante en su vida que se hermano lo llevase a lugares donde pisar la raya que inicia la mar que en aquellos tiempos y aún ahora simbolizan la raya con la imaginación. María terció con seriedad ante aquellas dos almas repletas de ilusión.

- Daniel, deja a tu hermano que antes haga sus ejercicios de lectura y escritura y después podréis iros. Además, necesito hablar contigo mientras tu hermano cumple con sus responsabilidades. Anda ven, vamos a mi habitación mientras tanto.

Miguel y Daniel se miraron con gestos de incomprensión. En silencio Daniel siguió a su madre a la habitación donde cerró tras su entrada la tosca puerta de roble algo descuidada en los últimos tiempos. María le relató a Daniel la situación que él en parte ya conocía pues no en vano había dejado sus estudios por ganar un jornal que aportar a la extrema situación. Fue la realidad final la que lo golpeó de manera contundente y las posibilidades las que lo tumbaron sobre un imaginario campo de combate.


- Madre, no podemos separarnos bajo ninguna razón. Somos los tres un vínculo indestructible por el que nuestro padre murió a pocas millas de esta habitación. Hemos de apurar todas las posibilidades que él mismo nos presente desde donde su alma nos observe.
- Estoy de acuerdo contigo, Daniel. Pero por más que tal cosa llevo haciendo en los últimos doce meses no encuentro ya manera de pagar las deudas y Mauro, el carpintero del "Nuevo Cristo de las Luces" no cederá un día más en su derecho a cobrar las deudas por el barco



Un silencio cubrió la modesta estancia en otros momentos ardiente, llena de risas y ternura. Daniel mantenía la mirada a través de la ventana que dejaba distinguir el horizonte del mar entre las oleadas de agua dulce que baldeaban los vidrios desde el cielo. María lloraba en silencio mientras tanto.


- ¡Basta, Madre! Saldremos de esta, tu eres nuestro capitán, nuestro motivo y faro por el que continuar y eso habremos de hacer. He oído que salen dos flotas a América cada año de boca de nostromo Julián. La flota de La Nueva España debe de salir a primeros de junio y aún saldrá la de Los galeones en septiembre. Madre tenemos que encontrar el permiso y salir de este agujero que se traga hasta a él mismo. Huyamos al otro hemisferio, Julián dice que ha oído que la luz inunda los rincones que aquí los tupen sotanas y mosquetes…
- ¡Daniel! ¡No digas eso nunca más, ni aquí dentro, ni en la peligrosa calle.
- Perdón Madre. Más has de darme la razón, debemos dejar nuestra villa, nuestra tierra y buscar futuros reales dibujados en nuestra fe que será la que nos de vida. Padre lo haría, estoy seguro. Yo he aprendido del arte de marear y puedo aprender mas mientras represento que lo sé, con ello el viaje podría ser menos gravoso para los tres.
El gesto de maría se tornó decidido, la ternura había trastocado su suave tez por la de alguien con un motivo vital y casi sagrado.

- Daniel, tengo que contestar a Don Román que si de esto tuviera noticia nos cortaría las tenues alas que acabamos de dibujar. Mantén esto en puro secreto y mientras preparamos la salida déjame hacer la parte que mas recelo exige, pues de la Santa Madre Iglesia hablamos y sus acólitos por sobremanera.

Pactaron el silencio por método con el pequeño Miguel y la operación ya comenzaba su ejecución. Daniel prepararía pertrechos y acopio de información que sus pocos años aunque ágiles ya en el entendimiento bien recrecido por la miseria como compañera lograría completar. María, mientras tanto encaminaría sus pasos a la boca de un lobo con bonete y ansias de dominio secular.

Así pasó el sábado en el que los malos vientos cargados de hielo del puro norte glacial junto con grises, casi negras, olas golpeaban los acantilados del cerro como baluarte de una ciudad que miraba al mar como fuente de vida y libertad. El domingo llegó y tras la misa Doña María que como tal acudía la sacristía encontró su ánimo con el de Don Román, sotana negra, ojos de avaricia y manos retorcidas por la lujuria débilmente contenida.
- Le esperaba, Doña María. Por favor siéntese y hablemos de los que nos espera por resolver.

La voz del párroco era la de quién se sabía portador de los ases de la baraja. La partida había de comenzar.

- Gracias, padre. He reflexionado sobre nuestra situación y considerado su oferta de enviar a mi hijo con la familia Aller y Suardíaz como la salida a los sufrimientos por los que estamos pasando en mi familia…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Madre mía, qué bien escribes, por Dios....Si yo algún día consigo hacerlo la mitad de bien que tú, me daré por satisfecha.

Anónimo dijo...

P.D. : Deberías poner el gadget de seguidores, es mucho más fácil localizar los blogs así.

:)

Anónimo dijo...

Nos dejas con la miel en los labios... si es que...