Nevando queda el desierto sobre su propia desesperación
con ardientes copos surtiendo de fuego desde cada solitaria duna
de lomas inmóviles, expectantes, unas frente a otras sin ansia ninguna
pues sin ojos nunca verán los viejos espejismos que forjó su ilusión.
con ardientes copos surtiendo de fuego desde cada solitaria duna
de lomas inmóviles, expectantes, unas frente a otras sin ansia ninguna
pues sin ojos nunca verán los viejos espejismos que forjó su ilusión.
Manecillas de brillo constante, imparables cortando el tiempo sin pudor
que en falsa e indolente quietud ellas desprecian con una falsa levedad
sin saber qué es lo que las tensa, abate, las humilla frente a la eterna soledad
amiga de vientos soplando silentes, arañando sus remaches vitales cual gris roedor.
Sólo son mansos que así esperan porque nunca lo han sabido jamás,
corriendo sin pensar hasta alcanzar raquíticos sueños que otros les brindaron
sin distinguir entre el sueño bastardo del rio y su cauce, del océano libre sin más.
Te espero buen viento, aire que duro viertas bocanadas de la verdad inconclusa
mientras pervive esta condena que me encalla sobre el viejo desierto de la comodidad
indultando mi alma metálica de la noche oscura para entre tritones encontrar la eternidad.
Menda, me ha tocado tu post (http://laolvidostreet.blogspot.com/2009/08/la-estrella-varada.html) y es que mamparo, remache junto a agua y sal es pura vida.
Gracias, va por ti y tu barco
3 comentarios:
Toma ya!!!!! Esto si que no me lo esperaba.Me alegro mucho de que te haya gustado la entrada, y esta, querido Blas, hace que sean un tándem insuperable.
Saludos desde México,
¡Aquí presente!, aunque a veces no sepa que escribir.
Ese buen viento, siempre está.
Felicitaciones.
Un abrazo.
Alicia
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