43º 32' 56''N 5º39'29'' W
¿Cuál será su destino?
maldito desatino en la espera.
La nave ya previene sus máquinas
a la espera de orden de partida.
Mas, ¿Cómo hacer tal salida?
Pleamar en hora, tiempo claro
flete cerrado, tripulación pagada
pero la nave sin gobierno continua amarrada.
Vomitan vapor por sus tifones los remolcadores
llamado a los cabos del buque perplejo
para aferrarlos y ya firmes sacarlos de puerto
liberándose al fin lejos del gris reflejo.
Abierta la mar espera su quilla como amante lasciva
de quienes su libertad desean al arbitrio de mares
donde las razones son puras y la vidas reales.
Puerto de Gijón 1904. |
Mercante a la espera de vida en un mundo sombrío plagado de cabos y estachas, maromas de piel y dolor que aturden el hilo y alma por el que al final parecen romper.
Cercano, dándole la espalda por creerse señores de mayor escala, descansan viejos navíos a vela, sin peros, sin armas, sin ganas por haberlas ya gastado, regalado entre sudores en el braceo de su vida sobre los vientos del destino. Dignos ya, solo esperan la mano de quienes deseen con ellos sentir el viejo placer del silencio en movimiento.
Continua el mercante vivo, pero de renuente gris a la espera de poder sentir humeante de nuevo su chimenea embutida en el guardacalor por el carbón como dador del fuego perpetuo ardiendo en su corazón vestido de caldera, agua y vapor.
Mira su altiva proa a la tierra que lo justifica como lugar de donde partir virando el ferro, como destino de diferente aspecto, clima y seguro color de suelo al que de nuevo recalar largando el ferro y volviendo de verter su razón sin vida para partir otra vez a través de su propia vida.
A estribor de su propia esencia mas hermanos abarloan sus deseos como plañideras por sentir el dedo de la fortuna vestido de transporte y destino a cualquier nuevo mundo de incierto nombre y retador camino.
Y llega, por fin, el carbón como aliento de vida sobre dos gabarras aferradas a su padre pequeño que de siempre las mima. En ellas vigilan guardianes, tiznados sus rostros del rico fermento de pétrea energía mientras palean y gritan, con sus manos se agitan observando a sus hermanos de mar sobre la cubierta del buque de parecidos rostros cuyas miradas alientan el sueño en los guardianes por descubrir sus fortunas misteriosas. Los observan a ratos sedientos de su suerte terrena, otras con el desdén de saberse poderosos sobre su metálica cubierta.
Triste destino apaleando el carbón que otros devoran en pos del Destino. Mientras, el miedo indeciso mantiene aferrada la vieja gabarra al minúsculo sino que se vive viendo pasar el mundo sin serlo. Pronto zarpará el buque repleto ya de energía, cargado de razones en mil mercancías que esperan lejos ser repartidas, Mouanda, Siracusa, Yedah, Colombo, Bilbao, Singapur…
Paciente el mercante aún aguarda mientras de carbón se carga, esperando mas almas y sueños que con en él se enrolen sin tarda. Pronto dejará la rada y ya no habrá sido nada…
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