martes, 2 de diciembre de 2014

DECISIONES



Arriban ya las diez  de la noche, un viento fresco constante del este mantiene la proa firme con rumbo norte en una larga navegación al través del viento. Han sido ya casi 16 horas desde que zarpamos con la madrugada moribunda en brazos de un  cielo plomizo que ya se adivinaba nublado y sin promesa de mejora. Zarpamos en ese silencio que une y hace de todo un hecho cómplice para lo malo y sobre todo para lo bueno. El Audaz dejaba lentamente los brazos de piedra que delimitaban en sus extremos las puntas del puerto deportivo. Mientras, ella, apoyada sobre el incómodo compás que trataba de dejarse ver en su pobre luz, fumaba  aspirando suave el que parecía el último cigarro cerca de su terruño, viejo engaño del corazón del que no podemos desprendernos por más que lo intentemos. A cada calada,  un intenso, pero fugaz destello mostraba el arder del tabaco cerca de sus labios.

Las amarras ya largadas, esta vez recogidas y estibadas  en el arcón de popa, pues no habría tornaviaje en mucho tiempo. El motor, viejo en su  ser y en su ronroneo machacón, también dijo adiós junto a nuestras miradas sobre los faros rojo y verde que ya dejaban su silueta a popa de nuestro navío. Sobre la banda de estribor podíamos distinguir  el cerro que protege a la ciudad resaltado por las farolas que lo dibujaban ya en el contraste de la luz naciente.

Un Gregal húmedo, terciado más al este nos obligó a abrir la proa al norte en demanda de millas de agua entre nosotros y el cabo Torres. Al fin y al cabo no teníamos clara la derrota definitiva y ganar esas millas al norte siempre nos daría más viento con el que avanzar y más seguridad frente a un golpe de mala fortuna. Cuál debería ser el rumbo a tomar, ¿este u oeste?

A estas horas seguimos manteniendo este rumbo por no tener clara la partida, por las mil dudas de una decisión.




Dudas sobre la derrota a seguir, pues mientras esta existe en mil opciones, cada una en su forma, el escoger una es la via de anular la febril duda. Asi, en tanto se mantiene firme, invade la razón y bloquea la decisión, la vida sigue pasando, avanzando a nuestro lado sin remisión sin dejarnos vivirla. Sin darnos cuenta creemos que todo se detiene, que nada se mueve, cuando  es ese Destino, oculto forjado por mil batallas perdidas o ganadas, por ese carácter el que en verdad mantiene el rumbo de nuestras esencias. Un destino que puede ser feliz, atroz, tanto como el resultado de nuestra decisión.

¿Qué hacer? ¿Tratar de controlar tu existencia? ¿Dejarte llevar sin esfuerzo? Hagas lo hagas seguirá habiendo mil factores que determinen el fallo final, los que con tu actitud te hundan o te magnifiquen.

¿Retar al Destino? Esa debe de ser la opción, aunque por una rendija te atrevas a sospechar que todo pueda estar ya decidido.

Mientras lo retas, mientras combates contra la indecisión y el hastío, o por el contrario contra las consecuencias de la decisión, te sabes tú, te sientes tú en todos los momentos de esa travesía, en cada singladura de mar llana o maretón de proa.

Buscas en el Horizonte la referencia, el faro con el marcar tu posición en ese mundo solitario, pero solo hay el mismo referente en derredor; sólo dispones de tu propia nave, tu propia Vida con la que dar ese golpe mas o menos violento, que cargue sobre la amura  elegida la mar  y la empuje superandola  hacia ese destino. Será entonces cuando, sonriente desde el corazón hasta la tripas desde donde nace la pura decisión, vueles con el sentido empapado en tu piel y con la Vida prometiendo mas Vida en medio de tu apuesta por seguir avanteando.

Han pasado, como ya he dicho, mas de 16 horas navegando con un rumbo fijo al norte sin tener en el haber de la decisión el rumbo definitivo

En ese tiempo ha habido momentos de conversación y de sueños inconclusos sobre lo que hacer, lo que arriesgar y lo poder asumir como pérdida.  Emociones por el salto valiente sin retorno aparente, pues siempre se vuelve a la raiz  de tu árbol, como las hojas  cuando las arranca el viento de sus ramas y caen.  La noche ya ha entrado hace horas, la visión intermitente del cielo cuando las nubes acierta a liberar un pequeño trozo con semejante manto estrellado mostrando que tras la oscuridad siempre hay un resquicio de luz. Nos miramos a los ojos y al fin entiendo todo lo que dicen.

Aprieto con firmeza la caña del timón. Sonrío y de un golpe sereno la virada esta decidida, 270º, estribor. Ella sin palabras ajusta la mayor y el génova abriendola para recoger ese gregal  que ahora comienza a dar alas hacia un oeste  que no sabemos lo que deparará millas avante, como las decisiones  de cada momento. Acciones humanas que siempre son las mejores de cada instante y serán los demás motivos, factores y deseos los que puedan convertirla en un éxito o un fracaso siempre con el permiso de nuestra tenacidad.

Navegamos a un largo, comenzamos a hacer guardias con la serenidad de la decisión soberana, la propia responsabilidad, la fe en uno mismo. La felicidad revoloteando en la yema de los dedos...




Que esto es un paseo, como los de antes, que no hay mas mostalgia que la de perderse...




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