
domingo, 29 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta... (38)

viernes, 27 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta... (37)
…de forma lenta los navíos fueron agrupándose próximos al núcleo del convoy de los mercantes que se habían puesto al pairo con esa intención. A menos de media milla a barlovento de éstos, el “Estrella del Mar” así mismo se mantenía observando cómo la Urca retornaba escoltada a cada banda por la fragata y el navío "Catalán" mientras las dos corbetas apresadas se mantenían cercanas a la Almiranta. La más dañada, que fue la del primer combate con la fragata “Pingüe Volante”, había recuperado el palo mayor y lucía con un aparejo de fortuna que seguramente sería reforzado si la climatología y la mar tendida daban respiro en las siguientes horas. Su nombre cuando corsaria era el de “Rage” al que nuestro comandante la rebautizó con el nombre provisional de ”Furiosa P” y a la última en ser apresada, además de la P que llevaría hasta ser valorada y admitida en la lista de buques de la Armada, le cambió su nombre de “Thunder” por el de “Tenaz P”. Esta era la que se encontraba en mejor estado por lo que su alistamiento como escolta del convoy no tuvo más inconveniente que el reclutamiento de la tripulación de mar y guerra con que marinar la embarcación con seguridad y potencia militar de garantías ante alguna incursión.
lunes, 23 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta... (36)

- Tal y como hemos combatido, estas en razón, Pulga. Pero no sé si les daremos alcance.
- Mientras lleve a su popa al mercante no podrá aumentar la velocidad y caerá. O lo suelta o caerán los dos.
Desde la porta no se podía distinguir el mercante que se llevaba y todo eran conjeturas aderezadas por las sempiternas apuestas prohibidas a bordo mientras el combate entre fragata y bergantín tan sólo se podía percibir a cada andanada respectiva. En aquella dulce ignorancia Daniel mantenía su ánimo embebido en la tensión del combate pasado y por el que había de llegar. Entretanto en la cubierta de mando, a popa sobre el alcázar, el comandante con Don Francisco, su segundo, observaba el combate de la fragata “Pingue Volante”, cuyo nombre de matrícula en la Real Armada era el “San José”, pero como vieja costumbre marinera, todo navío llevaba su sobrenombre o apellido con el que era conocido entre los servidores de la institución.
- Don Francisco, creo que llegaremos tarde a repartirnos la victoria porque Don Pedro tiene clara la maniobra y creo que tiene al bergantín en el punto justo punto de darle el golpe de gracia a base de garfio y pistolón.
No andaba descaminado Don Carlos, pues una suave andanada con las culebrinas del alcázar de proa dio con los garfios sobre el bergantín.
- Ahí los tiene, capitán. Fieles a su premonición. Ese bergantín es nuestro, que recen lo que sepan a ver si logran tregua en la otra vida porque de esta nada les salva.
Mientras tanto, a bordo de la Urca las cosas iban como puro tormento bajo un inclemente temporal, con el miedo manteniendo en pura zozobra a todos los que allí se mantenían con vida. En el abordaje, desigual y del todo cobarde por plantar pólvora y acero sobre civiles escasamente defendidos, el maestre y varios marineros decidieron plantar cara al destino para ir con este al desconocido mar de los muertos donde el viejo holandés esperaba taciturno a recoger almas perdidas flotando entre la misma mar.
La desgracia de aquella violencia no se quedó en la marinería. Fabián Bracamonte, el campesino que embarcó en Santa Cruz se debatía entre la vida y la muerte tras salir en defensa de Inés a la que casi se llevan como trofeo dos piratas que volvían a su bergantín. Un golpe rudo y directo sobre uno hizo que Inés escapara de sus captores, pero con el chuzo de abordaje el otro criminal abrió de un certero golpe la cabeza de Fabián dejándolo medio muerto sobre cubierta. Como pudo, Pedro León con ayuda de otros hombres le trasladaron a la cámara del maestre donde intentaban mantener la herida compuesta y que la pérdida de sangre fuera la mínima. Uno de los pasajeros que habían embarcado en Cádiz era barbero, fue el que con sus manos y un tosco instrumental más propio de sacamuelas que de cirujano naval se arrojó en su salvavción mas con su ardor y buena intención que con puro conocimiento de mínima anatomía, pero la vida esta donde decidey se planta donde dispone con lo que solo quedaba morder el labio superio y dar vante. Al menos su estado de inconsciencia hacía de sustituto al efecto del inexistente láudano y aquél valiente al menos no sufría. Desde la cámara de maestre una pequeña cristalera miraba a popa con lo que los allí presentes podían estar al tanto de su situación.
- ¡Hermano, mirad! ¡El navío que nos protegía nos persigue! ¡No nos abandonan! ¡Gracias Dios Mío!
- ¡Es cierto, Francisca! ¡Y aun mejor, la fragata le está dando alcance y será la que nos salve o nos mate, que de mar y guerra creo que voy ya demasiado sabido!
- Ande, Don Pedro, deje que la Real Armada haga su trabajo y ayúdeme a hacer el mío. Por favor sujete sobre la coronilla con fuerza mientras trato de coser este desafuero contra la propia vida. Doña Francisca, mantenga trapos húmedos y lo más tibios posible.
Don Guzmán Ortiz, viejo barbero y hombre curtido al mismo tiempo por la misma razón echaba el resto de su escaso saber médico sobre la vida de Fabián mientras la primera andanada desde los cañones de caza del “Catalán” retumbaron como sueño de libertad. La persecución continuaba y era una premonición clara que a la velocidad de la urca esta caería sin remedio. El pánico comenzó a bullir entre los almas de los que gobernaban al urca, los tripulantes ahora sometidos comenzaban a presentir su liberación y en sus ojos se podía escuchar el sonido de la vengativa muerte que ya olía a sangre corsaria. La fragata alcanzó al “Catalán” y lo pasó por su costado estribor, en pocos minutos estarían a tiro de mosquete de “Virgen de Valbanera”.
El pánico y la moral en alza de los dueños verdaderos de la urca fueron las armas suficientes para reducir a los hombres que uno a uno perdieron la oportunidad de ser capturados por la fragata y así encontrar algún tramo de ley que los mantuviera con vida. No hubo gaznate que no abriera sus poros para exhalar la vida de quien lo portase. Cayó al instante el pabellón maldito mientras izaban con orgullo el de la marina del rey.
Dentro de la cámara del maestre Don Guzmán poco a poco terminaba su milagrosa labor de cirujano y encomendándose a nuestro Señor y a la Virgen de Valbanera terminó la intervención arrodillado ante quién confiaba devolviera la vida a Fabián. Mientras, desde el Catalán como nave capitana se mandó detener la persecución del bergantín. Que supieran más allá del horizonte lo que sucede a quien se enfrenta con nave hispana…

jueves, 19 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta... (35)
Tras la virada hacia el sur sobre la que recibieron la andanada de la primera corbeta que hubiera producido un letal resultado de haber tocado el timón, la almiranta engolfó sus velas ganando en su andar y sobre todo en poder presentar la banda de babor aprestada a la orden de fuego frente a la corbeta que quedaba en disputa al menos en las aguas cercanas. La maniobra corsaria había fracasado al menos parcialmente y con algo de acierto, aunque tardío, la única maniobra que le restaba la acometió.
- ¡No escaparán! ¡Banda de babor a mi orden! ¡¡¡Fuego!!!


lunes, 16 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta...(34)

Desde el Estrella del Mar, su comandante, Don Carlos, no comprendía tal maniobra que se le antojaba suicida frente a su navío que con más temprana que tardía incorporación de la fragata marcaría de forma definitiva su superioridad, eso si no contásemos si fuera posible convertir a la ahora presa como cazadora. “Algo más tienen estos perros entre manos que no consigo descubrir”, pensaba para sí mientras se preparaba para recibir su fuego y devolverlo con la furia de quien se sabe en trance de la propia supervivencia, donde el objeto no es otro que poder matar sin pagar la muerte luego, o al menos que esta no llegase tan pronto como los piratas pretendían. Como un aldabonazo a su propia pregunta la puerta de la respuesta se abrió como melón en postre de buen almuerzo.
- ¡Capitan! ¡Disparo de cañón al Sur de nuestra posición!
- Ya tenemos el porqué de esta maniobra, son más y van a por los mercantes. ¡Mantenemos rumbo y diana con las corbetas! ¡Segundo! ¡Señales a la fragata para en cuanto pueda que parta en ayuda del “Catalán”!
- ¡Bien sargento! ¡A mi orden, fuego a lumbre! ¡¡¡Fuego!!!

sábado, 14 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta... (33)
- ¿A dónde te crees que ibas? Aquí cada parcela es de un rey y no se debe entrar en el reino a donde a uno no se le ha invitado.
- Ya lo sé, pero tengo que saber de mi familia que justo va en la Urca que barloventea demasiado. ¿Qué pasa? ¿Por qué hemos virado hacia el norte?
- Parece que tenemos visita. No se distingue nada pero como siempre cuando se sale de nuestras aguas asoman los buitres que quieren parte del botín y da por sentado habrá que defenderlo.
- ¡¿Piratas?!
- Bueno, piratas, corsarios, britanos, ladrones, lo mismo da, el caso es que hemos de poner a punto nuestros cañones. ¡Escucha! ¡Están tocando a zafarrancho y prevención para el combate! ¡A nuestros puestos antes de que nos llamen! ¡Criado! ¡o mejor, Daniel, suerte en tu bautismo de fuego!
Se despidieron cada uno a su grupo de artilleros al que servir pólvora y balerío desde la santabárbara. Los artilleros comenzaron a cargar los cañones, eran estos de la cubierta inferior los de mayor envergadura, sus 24 libras de bala los hacían pesados y difíciles de manejar con lo que entre casi diez hombres por cañón fueron retrasando este para meter el cartucho que ya portaba en sus manos Daniel al que temblaban las manos por semejante golpe de acción inesperada. Era la primera carga, la mejor pues no había que limpiar el ánima ni enfriar el cañón que exige tras andanada de rigor.
- ¡Atento, paje! ¡prepara agua y chorrea de arena la cubierta que no sabemos de quien será la sangre que corra, pero seguro que correrá!
Daniel se hizo con vario sacos de arena que fue esparciendo por el suelo para algo que nunca había visto ni olido, que era la sangre mezclada de arena formando una espesa masa por la que poder caminar sin caer y descoyuntar el cuerpo en medio del combate. Mientras prendían las mechas en los bastones a la manera de hisopos, ajustaban trincas en las cureñas y se jugaban el poco caudal que pensaban ganar en mil apuestas sobre el número de naves, si entrarían a desarbolar, a lumbre de agua o a romper, qué boca acertaría en primer lugar y otras tantas justas con las que dar vida a la tensión que parecía incontenible entre sus costillares. Sobre cubierta y tras la información confirmada desde la fragata Don Carlos tomó la decisión de acometer el combate con su propio navío y la fragata mientras envió las señales pertinentes al “Catalán” para que protegiera a la flota en su marcha ahora sur suroeste con los navíos sin armamento en el centro de la formación.
Tras la reunión, de corta duración pero con la claridad propia y necesaria para un momento de tal magnitud y peligro todos se incorporaron a sus posiciones. Don Francisco, el segundo acudió al alcázar de proa desde donde mantener la caza y dar las indicaciones a tiempo real a los hombres que allí tenían su misión, amén de mantener separadas las dos máximas cabezas de la escuadra para el caso de la muerte de uno de los dos. Portas arriba, mechas dispuestas y presta la pólvora para arrasar a quién se presentara ante sus costados. Repartidos chuzos de abordaje, mosquetes, gubias, dagas y sables cortos para tales combates, recogidas las frascas incendiarias entre los hombres que junto al mosquete prestos también se mantendrían sobre las cofas listos para barrer hombres y velamen del enemigo.
- ¡Mantenemos rumbo! Demos a esos perros esperanzas mientras ganamos barlovento. ¡Teniente! ¡Situación de nuestra fragata!
- ¡Capitán! ¡En la otra banda de los piratas ganando cables sobre sus cuadernas!
Mientras el “Estrella del Mar” avanzaba de forma lenta hacía ellos en una maniobra en apariencia suicida ante aquellas tres naves que como hienas parecían sonreír desde sus proas ocultas tras la enorme espuma que generaban en su andar hacia el navío ciegas por arrasarlo entre las tres confiadas en su mayor movilidad, entretanto nuestra fragata se con el trapo desplegado al extremo continuaba acercándose a estas por su aleta de estribor.
En las baterías los hombres listos, tensos los ojos fijos su miradas a través de cada porta observando la maniobra en un silencio que permitía escuchar las órdenes de cubierta entre los golpes de mar, alguno de los cuales lograban empapar a los servidores de la cubierta más baja donde Daniel se mantenía expectante con una mezcla de verdadera emoción, miedo y sobre todo deseo de sentir en su piel el bautizo de su primer combate. Casi dos horas después la situación era casi la misma, pero la distancia no superaba ya la milla y media entre unos y otros. Mientras, la fragata estaba ya a punto de dar caza a la corbeta más alejada del navío.
- ¡Dos cuartas a babor! ¡Banda de estribor, preparados para hacer fuego a mi orden!
Antes de que las corbetas llegaran a rodear la nave se vieron ambas sobre un flanco rompiendo en parte su plan tan burdamente establecido, que la superioridad mal concebida provoca mortales equivocaciones
- ¡Mira chaval! Ahí los tienes a esos hijos de perra! ¡Démosles a probar la pólvora del rey!
- ¡Capitán! ¡La corbeta más retrasada es nuestra!
- ¡Bien! ¡Atención tripulación! ¡Artilleros, primera andanada a desarbolar!
Aún los piratas mantenían su convicción de terminar con el navío al que iban a encontrarse ambos enemigos en sus bandas de estribor. Mientras el pabellón corsario arriaba su orgullo frente a la fragata de don Pedro Moyano la hora de la verdad alcanzaba al Estrella del Mar...

Don Blas de Lezo cazando un navío Britano (Stanhope)
jueves, 12 de noviembre de 2009
Recibes cuanto das.
mientras la plomizas cortinas por ello pesadas
ocultan lo que es real sin falta de hadas
con varitas sin vida escondidas bajo su propia pátina.
Vientos sonrientes al entregar sin apenas ofrecer
valores eternos llenando el alma de ambos
por sentirse de innecesarios cielos ahítos y plenos
al compartir necesidades sin mal, que la unión hace crecer.
Mil veces volveré, mil veces volverás
y siempre frente a un espejo te encontrarás
pues cuando se siente no es necesario más.
Amistad, inmensa palabra que su simple sentido aturde
a quien ose su valor tocar sin en verdad catalogar
pues tan solo es una enorme nube difícil de alcanzar.

Para alguien que no sabe ser de otra manera.
Para quién no alberga más que franqueza y lealtad.
Para ti Sé.
lunes, 9 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta... (32)
- ¡Criado! A partir de ahora, ejercicios de tiro y zafarranchos de salón mientras no aparezcan corsarios de cualquier hijo de rabiza turca. Eso o montañas de agua en forma de olas que te muestren con más acierto cómo se aprende a rezar.
- Tranquilo, Pulga. Tengo los bajos al punto pelados de mares en mil formas de enojo a cual mas perversa.
- Pues que el pater bendiga la salida con la Santa Misa.
Se tocó a sagrada oración y a un movimiento todos los hombres se arrodillaron ante la imagen de la Virgen y la de la sotana del Pater, que muchas habían en todo el reino para tan poca población. En todas las naves se pasó a la misma bendición, acto que en alguno de ellos era el mismo patrón, piloto o maestre el que hacía de hombre de Dios, que en verdad este es que el pervive en el inte

Mientras el señalero daba el mensaje convenido al resto de la flota, el ancla ya suspendida hizo brotar de nuevo otra elevación, esta vez del piloto de barra (a proa), que sin explicación del por qué tal cosa se producía, era algo que pacificaba interiores mientras reforzaba el ánimo para empezar una dura travesía oceánica, algo que como nueva etapa de la propia vida podríamos equiparar. Este hombre recitó algo que decía así: “¡Larga el trinquete!, en nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero, que sea con nosotros y nos guarde, que acompañe y nos dé buen viaje a salvamento, y nos lleve y vuelva a nuestras casas”
- Un mes nos queda por la proa y te apuesto la paga de la travesía a que al menos con veinte zafarranchos nos castiga el comandante. ¿Hace, Criado?
- Tendrás razón, pues ya conoces de lo que hablas, así que no tiraré el poco dinero que me den por servir los cañones de esta cubierta.
- ¡Es nuestra! ¡La fragata, capitán! Viene hacia nosotros apurando el trapo!
- No me gusta esto Don Francisco. ¡Aproemos al norte hacia la fragata! ¡Toque zafarrancho!...

viernes, 6 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta... (31)

Una semana fue el tiempo de permanencia en Santa Cruz en la que se hizo acopio de agua y provisión mientras se estibaban mercancías de los propios comerciantes canarios que derecho a ello tenían. Por las reales ordenanzas había establecido el permiso de embarque de 50 familias canarias por cada tonelada que desde allí partiese hacia Tierra Firme, por lo que casi cien personas obtuvieron venia para su embarque en la flota en esta ocasión. Andaban los navíos rebosantes en carga tanto de mercancías como de dotación y víveres, pero con un cálculo estricto de espacios se logro “estibar” a todos entre los diferentes componentes de la escuadra comercial.

miércoles, 4 de noviembre de 2009
No habrá montaña mas alta... (30)
La flota navegaba aturdida por una mar apenas viva y solo era sostenido el andar del convoy por los siempre fieles alisios que, con más o menos intensidad en su soplar, daban vida a los 17 navíos con sus proas en demanda de las Islas Canarias. Llegó el martes y los primeros instantes de la batalla de Daniel por ganarse el respeto de los que con él desempeñarán a partir de aquél día sus labores en la 1º batería de estribor sobre la aleta

- No te apures, chaval que no son tan duros como parecen. Gánatelos y serán tus escudos durante el combate.
- Gracias por el consejo. ¿Cómo te llamas? Mi nombre es Daniel Fueyo…
- Si, si, el "criado". Déjate de apellidos, que aquí los nombres que tenemos son los que ellos nos pongan. El mío es Pulga. Como verás no tienen una gran imaginación, que ya sé que soy pequeño pero sin así no lo fuera no sé lo que hubieran tragado en el último temporal que nos cogió a pocos días de Canarias tras salir de La Habana. Si no logro salir por entre dos baos machacados por un cañón destrincado que de un golpe abrió, nadie hubiera sacado a esos que ahí ves vocear con vida cuando quedaba menos de tres palmos de agua entre sus gaznates y la cubierta de la 2º batería. Desde entonces a este Pulga lo tratan con un poco de más respeto. Asi que, ya lo sabes, criado. Si algo necesitas no tienes más que pedírmelo.
El sonido refrescante del propio golpe del ancla al romper el agua para acabar prendida sobre el tenedero y con ella la urca y el posterior borneo sobre el cable de esta hasta quedar la nave segura fueron las últimas maniobras de aquella primera parte de la travesía desde Cádiz. María quedó observando la misma operación del “Estrella de Mar” imaginando que alguna de aquellas cabezas que podía distinguir en azorado movimiento podría ser la de su hijo Daniel. No sabía que era Daniel el que observaba a su vez desde la porta de su cañón a la urca donde también se resignaba a imaginar lo mismo.
