domingo, 3 de enero de 2010

No habrá montaña mas alta... (47)

(Arrancamos el 2010 con la misma ilusión. Un beso a todos)


…Mientras la ilusiones mezcladas de miedos y esperanzas desbordaban los límites de las familias León y Bracamonte, más abajo, sobre las aguas calmas que parecían dormir en la protegida rada de Cartagena la flota se aprestaba para partir en 48 horas hacia Portobelo. Daniel ya hacia horas que se había presentado ante su comandante y en cierta manera protector, teniente de navío Miguel Grifol, y sin saber de su futuro ya estaba en faenas propias de a bordo. El comandante de la Furiosa lo había recibido con alegría pues se había hecho a su presencia, a regalarle con sus conocimientos que siempre le retornaban en la recompensa del rápido entendimiento e incluso algún comentario de interés que enriquecía su propia experiencia, y es que tan diáfano como la luz del sol al mediodía es el que uno solo tiene lo que entrega sin permitir a la eterna ganancia como búsqueda acechar por su través.


El comandante lo destinó a labores de apresto de la corbeta aunque no tuviera claro el destino de esta

- Mi capitán, ¿entonces La Furiosa continua siendo nuestra?

- Marinero de aguas tempranas eso quisera saber yo, mas no hay confirmación ni denegación de tal cosa hasta el mediodía de mañana, es po eso por lo que no me puedo permitir el lujo de abandonar el apresto de la nave a veinticuatro horas justas antes de la partida a Portobelo. Nada sabemos de nuestro futuro, ni siquiera quiénes serán los que con esta corbeta se queden y los que a las demás se reembarque.

Lo dijo con el regusto de la contradicción, pues nada hay más espeso que vivir sobre este sentimiento en el que desearía uno tanto el babor como el estribor de la vida sin argumentos en contra que superen a cada banda vital.

- Pero, mi capitán. ¿podrá ser posible que nos separen a usted y mi humilde persona?

La pregunta así lanzada no tuvo más gesto que una sonrisa lánguida desde Miguel Grifol mientras le espetaba con suavidad.

- No esperes nada más que mantener a flote el barco de tu vida. A bordo de navío del Rey nada seguro encontrarás más que la brega y el duro marear, pues ni el viento ni la mar te darán en diferentes momentos las mismas respuestas. Ahora ve con Artime y queda a su disposición que buena sombra es sobre la que poder cobijarse.
Mientras tanto el resto de la flota iba recibiendo la provisión que las ordenanzas estipulaban y tanto dolían en las arcas de la economía del gobernador. Y es que se establecía que habían de proveer de víveres y munición a la flota para tres meses. Esto hacía que el arribo de la flota que tanto alegraban los negocios y la entrada de dinero a los comerciantes de la comarca, dolieran al gobernador pues no disponía él de caudales con el mas que centenario “situado” que llegaba a duras penas desde Santa Fé y Quito, con los impuestos que eran bien sorteados por los mismos comerciantes a los que era el mismo gobernador el que acababa solicitando préstamos para mantener lo convenido. Entre todo esto que les relato permanecía en el sentido del teniente Grifol la circunstancia de no estar en lista para quella jornada su corbeta ni la Tenaz entre las que avituallar aquella tarde, cosa que le permitía suponer que no serían ambas parte de la flota en la salida dos días después.

Por otro lado, ya en la ciudad unas calles más arriba, en la casa de Don Arturo De las Heras la actividad era también frenética. Pedro y Fabián habían relatado a sus esposas y hermanas la propuesta de  su anfitrión a lo que la respuesta fue unánime con las dudas esperadas de Francisca, a la que cualquier cambio la resultaba una nueva cuesta en prolongada pendiente a la que se resistía a encarar.

- Pero Hermano, ¿cómo sabremos que no es esa propuesta una artimaña para dejarnos en medio de la nada y quedarse con todo lo que tenemos?

- Mi querida Francisca, no lo sabemos. Sólo conocemos a Don Arturo por lo que nos ha ayudado y  apoyado en su generosidad. Puede como bien dices que tal cosa sea, mas nos ha permitido hacer un documento que nos asegura una compensación en caso de fraude además de certificar la validez de todo el contrato con sus ventajas que muchas son y sus obligaciones ante el escribano mayor del gobernador. Creo que esta es una oportunidad que no debemos dejar pasar.

Como siempre la luz de la ilusión en forma de impulso incontrolable se presento en la voz de Inés

- Hermana, no temas por lo que suceda. Duro ha sido todo el camino arrostrado hasta aquí, piratas incluidos que casi nos acaban vendiendo en cualquier sucio mercado de almas, asi que por muy duro que se nos presente el futuro somos nosotros tan duros como la tierra que nos vio nacer a cada uno y estoy segura  que podremos salir adelante. Estaremos juntos todos y unidos  es posible todo. Y además tengo yo un deseo que no tengo inconveniente en deciros a todos en este instante.

Todos se quedaron expectantes, que de Inés cualquier cosa se podría esperar y además todos deseaban que así fuera.

- Debemos trabajar y levantar en ese paraje de nombre extraño para mi, Magangue, un lugar donde hagamos presente la riqueza de la tierra en grandes cultivos donde cosechar el algodón y con el ingenio que trajimos de nuestra tierra logremos producir los mejores paños de la región, que luego las flotas y los comercios los lleven más allá de Punta Canoa allende la mar. Pero mi deseo será pleno cuando María le regale a Daniel su uniforme de oficial de la Real Armada hecho dentro de las lindes de nuestro sueño al que ya conocemos su nombre, Magangue y que un nombre propio le habremos de dar.

María con lágrimas en los ojos se dejó abrazar por Pedro que miraba con gesto de admiración a su hermana Inés, de la que estaba seguro que si hombre hubiese sido en aquellos tiempos no habría pirata o corsario que osara acercar sus manos donde su gallardete ondease.

- Bien dicho, hermana. Ahora pongámonos a la obra para que Fabián y yo partamos en cuando Don Arturo nos lo comunique.

Transcurrió la noche en cada lugar de forma diferente pero con los mismos pensamientos en cada mente. A bordo de la furiosa esperando tenso su futuro mientras observaba Daniel las casas altas de la ciudad donde su sangre palpitaba; en la azotea de la casa de Don Arturo la misma tensa espera por el futuro prometedor mientras observaban abajo en la protegida rada esa misma sangre palpitar sobre la cubierta de la Furiosa. En pocas horas todo volvería a comenzar…


3 comentarios:

Silvia dijo...

Da gusto seguir un año más leyendo tus historias.
Que tengas un venturoso año 2010. Un abrazo

Anónimo dijo...

Feliz y productivo año, escritor.

Anónimo dijo...

Cargado de ilusiones y de buenas letras. Feliz año.