viernes, 1 de julio de 2011

El mundo en sus manos.



Todo Avante

Acabo de ver   la película  de nuevo, el capitán Clark, el Portugués, la condesa Marina. No he podido y me he lanzado  a buscarla  y he encontrado el trozo  maravilloso donde  se siente correr El mundo en  sus manos. Donde la mar te golpea  por correr sin freno sobre su espalda rebelde azuzada por el viento, mientras los hombres bracean a ceñir al viento siempre caprichoso con el ansia de alcanzar las Islas, viejas islas Escindidas de la rutina como realidad, donde todo puede suceder.

Sensación de grupo en la pura soledad escogida que devuelve el ser a quien lo cree perdido por tantas razones sin cielo que las cuadre en su círculo.

Y el viento sopla, continúa azuzando, maltratando la nave que se deja, dócil por saberse querida mientras clava su proa mostrando al mundo su nombre, su origen sin temor, brillante al sol.

¿Por qué luchar contra los elementos? ¿Cuántas razones residen en trapo largado para cazar el viento del deseo? Cuántas miradas al horizonte plano de la Realidad, necia como la niebla sin viento, donde solo el coraje por atrapar el sueño será lo que guie  la proa hacia este. Como la “Peregrina de Salem” en la caza por la “Santa Isabel” sin siquiera  avistar al otear con ansia, sin perder el ánimo en el desierto  de mar. Coraje que tras la brega y la duda por seguir, al fin avistaremos la punta de sus mástiles, tras ellos las velas como alas tensas y al fin su  sensual cuerpo de  pulida y húmeda madera embreada y bien pintada como sueño a alcanzar.

Será la posibilidad la que soporte la segura calma de la decisión sin fecha, y  serán los nervios junto a la zozobra el momento de brotar cuando ya se ve posible y se ha de hacer por él. De enfrentarse a los vientos a mayor coraje, de incluso correr las millas  en el riesgo de colisión con quien solo deseas avantear al fin sin detener tu andar.

Nervios, zozobra, tensión por la  posible victoria, por lograr lo que siempre amanecía invisible. Nervios por doblar al fin el afilado y pétreo Cabo de Poca Esperanza donde todo surge tras este como incógnita, pero que tras doblado la Vida se muestra ya propia y soberana.

Medio brazo entregaría por regresar y sentir sobre la mar recordada lo que ha tanto tiempo en el corazón  lo acallaba y guardaba. “Santa Isabel”, “La Peregrina de Salem”, “ El Holandés”, qué más da, en cualquiera de ellos todos serán uno y ese uno en su soledad se sentirá uno más de semejante mundo  antiguo, perdido y quizá inalcanzable, pero por el que se debe creer y bracear hasta el límite del hálito del sentimiento, hasta que los vientos cesen y sus monarcas de la Rosa abdiquen, dejando nuestro mundo sin su regio dictamen y, con ello,  sin nuestro decidido deseo de poder su destino contradecir.

A esta Soledad, a ratos escogida, a ratos compartida le rindo mis respetos donde son en sus momentos donde descubro y confirmo tantas veces que la Verdad y la  Decisión está entre Ella y yo mismo, que nadie más que uno mismo podrá verla y  tomarla y siempre, eternamente, será en su compañía.


Para Hernán y Diego,
de su Capitán.
 Viejo Reino de Las Islas Escindidas, a 1 de julio de 2011


1 comentario:

Anónimo dijo...

Por los percebes sin cáscara!