
- - Caballeros, no levantaré la voz, así que
escúchenme lo mejor que puedan. Muchos de ustedes desearían desplegar trapo y
huir hacia otra latitud donde no se encuentre lo que tenemos frente a nosotros a menos de tres
cables de distancia. El origen de nuestro temor. Eso solo serviría para mantener tal estado de miedo a partir de ahora ante
cualquier cabo que doblar, cualquier puerto donde recalar en el que pudiera
encontrarse semejante especie de monstruo que como recuerdan nada nos hizo al
pasar cerca de nuestro bordo. A pesar de que nada nos hizo, su incógnita, su
extraña forma, su diferencia sobre nuestra forma de ver esta vida nos llevó al
miedo. Bien, pues este es el momento, nos enfrentaremos al miedo de lo
desconocido, descubriremos su poder o su miseria y tras ello podremos avantear
sin temer que aparezca, pues ya sabemos
lo que hemos de hacer frente a una
situación así. Confío en ustedes como siempre lo hice con el huracán más grande
o en el combate más feroz. ¿Qué puede
significar esto? ¿Muerte, dolor, incertidumbre? ¿Qué significa nuestra brega
diaria?¿lo mismo? Si, lo mismo, así que vamos a descubrir la cara a ese
desconocido.
Nadie
dudó un instante las razones, y el respeto por quien las exponía fueron
suficientes.
Mientras
el bergantín se posicionaba remolcado por una de las lanchas a babor del extraño navío con su artillería
preparada a una señal de Don Diego para abrir fuego, los hombres en la playa reembarcaron en la lancha
restante para acercarse sobre la escala metálica. Una vez posicionado el
bergantín la otra lancha recogió al resto de los hombres de la playa y
lentamente subieron a través de aquella escala.
Aquel
extraño abordaje se fue convirtiendo en algo más parecido a otros hechos antes sobre
goletas, mercantes britanos y otras víctimas, fondeados en otros puertos a los
que cazar y marinar a lugar seguro. Pero
aquí la cubierta era de metal, el vibrar
desde su interior acababa por retumbar en cada corazón. Con la intuición por
motor de búsqueda Don Diego alcanzo el puente de mando del mercante aunque él
no podía saberlo. El olor a la pólvora de sus dos pistolones cerca de su rostro
mientras apuntaba para protegerse, lo mantenía sereno como tantas veces.
De
pronto una explosión a proa los despistó mientras el destello los cegó a todos.
Tras la parálisis se vieron rodeados de
más de una cincuentena de hombres que los cerraban el paso desde la
escala real hasta el puente mientras varios los apuntaban con unos mosquetes finos y de una factura extraña para su acostumbrada vida violenta.
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Bandera de corsario español en 1748 |
- - ¡¡¡Quietos, quienes seáis!!! ¡¿¿¿De dónde
habéis salido con esta estampa???!
Don
Diego bajó sus armas mientras se presentaba.
-
- Señor. Mi nombre es Diego de Córdoba, corsario
al servicio de las armas del Rey Católico, estos son mis hombres. Nos cruzamos
en mar abierta hace tres días, el 1 de febrero de 1739, y no supimos qué eráis.
Tras el temporal corrido que nos llevó más al este de nuestro destino decidimos
arribar a esta pequeña isla, por tranquila y en ella os encontramos. Nada queremos sino
saber qué sois y qué hemos de temer sin
por ello renunciar a morir combatiendo si no hubiera otra elección.
El
rostro de Ramón Ugarte, capitán del Mercante “Butron” con matrícula de Bilbao
era indescriptible. Ordenó bajar las
armas a sus hombres.
- - No sé qué clase de broma es esta, no sé qué
paso con esa explosión y con ustedes aquí. Mi nombre es Ramón Ugarte, capitán
de este barco de nombre “Butrón”. Vamos
cargados de mineral de hierro. En realidad nuestro destino es Liverpool en Inglaterra,
pero la guerra, los submarinos alemanes y un tremendo temporal cargado de
rayos y tremendas explosiones nos arrastró hasta la mitad del Océano. Perdimos
el gobierno de la nave y los vientos, más las duras corrientes nos plantaron en medio de las
Islas Martinica y Santa Lucía. Nuestro rumbo una vez reparados de fortuna era
Cartagena de Indias donde reparar y tratar de volver… aunque.¿ Y dice que 1739?
Don
Diego no entendió la mitad de lo dicho aunque si la esencia, no estaban en su
ruta, eran compatriotas aunque trataban con ingleses y estaban en problemas.
- - Si, capitán Ugarte, 1739
- - Pues si me permite el año en el que estamos
será del Señor, pero de 1917.
La
situación grotesca y sin sentido los llevó a la calma y con ello un leve acercamiento. Se dio aviso
al Bergantín para fondear cerca del mercante. Con el paso del tiempo fueron encontrando razones para conocer
sus respectivas historias, de ahí a comer juntos… a beber juntos y a tratar de
encontrase en tiempo y lugar.
- - Capitán De Córdoba, estoy impresionado, es cierto
que desde que amaino el duro temporal con aparato electrico no hemos divisado tráfico alguno de mercantes, esta es en una zona donde es ruta
regular entre Caribe y África Central. Quizá seamos nosotros los que hayamos
pasado a su tiempo y no al revés. Nuestra emisora de onda media nada recibe. La
verdad es que la paz nos lleva acompañando varios días, sin noticias de
armadores sedientos de flete, de guerras de las que huir, de descargas en
puertos grises repletos de mineral disuelto entre lluvias perennes y de
familias con sus problemas de subsistencia ante nuestra angustia por alimentar.
La miseria en nuestro país es cada día
más dura, nos explotan mientras no paran de enriquecerse por la ventura de una
guerra a cargo de nuestras desventuras vitales. Si no fuera por nuestras
familias le aseguro que no habría una mínima razón por regresar.
- -No se crea vuestra merced que en esta época la
situación es similar, la vida vale poco si no tienes buen padrino, eres de
origen con pedigrí o dispones de caudales
en exceso. Eso sí, le puedo decir que gracias también a otra guerra, la
que mantienen nuestro país con los ingleses actuamos al corso desde hace tres
años; ha sido desde ese instante cuando nuestra vida se rige por nuestro propio
devenir, dependemos de nosotros, de los vientos y del miedo que podamos
infundir a quien se aviste en las 32
cuartas. Nos regimos por reglas propias originarias de la temible piratería del
siglo pasado y a pesar de la violencia, la paz reside a bordo de nuestro
pequeño bergantín al lado de vuestra extraña nave. Os ofrezco nuestra vida a
bordo, podremos combatir de donde sacamos ese sustento muchas veces amplio aunque estos britanos poco de valor llevan en sus bodegas; pero eso ya lo hacen ustedes por lo que entiendo aunque con poco rédito. Aunque el triunfo es
casi nuestro si le quitamos dos diezmos para su majestad, el deleite y el
sufrir también es nuestro, ese sin diezmo real. La vida puede ser tan corta como se pueda imaginar, pero intensa y plena por lo mismo. Creo que en vuestro mundo esto último no es
así, sus vidas parecen grises y sin más futuro que los minúsculos diezmos que os entregan
vuestros señores. Podemos acogeros, estoy seguro que con vuestra nave podremos
capturar una buena fragata que nos permita hacernos al corso unidos y con
espacio. Os podremos enseñar buenas tácticas y forma de lucha y por vuestra parte métodos y sistemas de navegación de mas garantías que las nuestras.
El
capitán Ugarte mientras escuchaba, observaba las miradas de sus hombres, los
gestos cansinos,
derrotados, vencidos por la costumbre y la falta de expectativas. En cambio en los rostros asombrados de los hombres de Córdoba la imagen era la contraria, podía descubrir en sus miradas el gesto de quien es dueño de su destino, de quien se sabe perdedor en el final de la partida, pero hasta esa, que es la de todos, todo se jalona de victorias frente a la mediocridad de lo vivido por ellos.
derrotados, vencidos por la costumbre y la falta de expectativas. En cambio en los rostros asombrados de los hombres de Córdoba la imagen era la contraria, podía descubrir en sus miradas el gesto de quien es dueño de su destino, de quien se sabe perdedor en el final de la partida, pero hasta esa, que es la de todos, todo se jalona de victorias frente a la mediocridad de lo vivido por ellos.
El
alba les despertó con la voz del vigía en el bergantín.
- - ¡¡¡Vela al sur!!!
- Los
dos capitanes se miraron y ya en pura sincronización la sonrisa se abrió entre
ambos. La presión en la caldera con el carbón existente era mas que suficiente
para interceptar la nave, en aquellas latitudes podría ser fragata britana, una buena presa a despecho del inglés.
- - ¡¡¡Zafarrancho!!!
Todos
a una, unos manejando el monstruo de acero y remaches, los otros preparados
para abordar si es que fuera necesario
se movilizaron al unísono...
“3 de
febrero de 1917. Agencias. El mercante Butrón con 2.600 toneladas de registro
bruto ha desparecido en aguas del Cantábrico. Se sospecha su hundimiento por
las patrullas submarinas alemanas. Que Dios, nuestro señor se apiade de las
almas de sus tripulantes”
“9 de
septiembre de 2016” Agencias. Unos
buceadores pertenecientes al club de buceo de Puerto España (Trinidad y Tobago)
han encontrado los restos de un mercante hundido frente a la Isla de Patos. Al
parecer podría ser un tipo de vapor de principios del siglo XX y su nombre, tras varias inmersiones se ha identificado
como Butrón, mercante de bandera española. Este buque se registró en la lista de los 84
buques hundidos por los submarinos Alemanes durante la gran guerra en el
Cantábrico y no se encuentra explicación alguna de su situación en estas latitudes.
Una comisión de la marina Mercante Española junto con el embajador de España en
Venezuela acuden…”
Mas
de 2 siglos antes dos navíos al corso hicieron el terror entre la flota britana durante el resto de aquella guerra y sus celebraciones eran conocidas en todo el Virreinato de Nueva Granada. Dos
temibles comandantes eran los que llevaban en volandas aquella pequeña flota
conocidos como De Córdoba y Ugarte. Dos años después de su encuentro frente a la Isla de Patos en el Golfo de Paira, se batieron el cobre junto
a Don Blas de Lezo en Cartagena de Indias haciendo que el culo de Vernon fuera por delante de su
espalda en la derrota mas grande que tuvo la pérfida Albión.
Don Blas de Lezo y Olavarrieta |
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