viernes, 9 de septiembre de 2016

Corsarios. (y fin)


...Cada miembro de la dotación ya estaba lista en su puesto, tras más de tres años eran uno solo, todo sabían su cometido, no habría en todo el Caribe navío de la Real Armada que tuviera una mejor compenetración, nada como el  saber hacer equipo, el liderazgo verdadero sobre tu propia gente. Con el Bergantín al pairo fueron desembarcando en las dos lanchas  sobre una pequeña playa hombres  armas y munición. Arpeos para el abordaje, zunchos y sables, frascos de fuego. A través del largomira, Don Diego pudo comprobar la existencia de una escala de potente factura sobre las que estaban ellos acostumbrados a disponer colgada de la amura de babor sobre la que descansaba abarloada una chalupa. No habían dispuesto cuerpo de guardia, el acceso no parecía complicado. En aquel silencio solo acariciado por el rumor de las hojas al viento ahora suave se podía escuchar ruidos metálicos en su interior. Nadie estaba tranquilo, el temor a algo tan desconocido dominaba cada corazón;  sabía que debía  reforzar en el ánimo a su tripulación y se dispuso a ello.

-        - Caballeros, no levantaré la voz, así que escúchenme lo mejor que puedan. Muchos de ustedes desearían desplegar trapo y huir hacia otra latitud donde no se encuentre lo que tenemos frente a nosotros a menos de tres cables de distancia. El origen de nuestro temor. Eso solo serviría para mantener tal estado de miedo a partir de ahora ante cualquier cabo que doblar, cualquier puerto donde recalar en el que pudiera encontrarse semejante especie de monstruo que como recuerdan nada nos hizo al pasar cerca de nuestro bordo. A pesar de que nada nos hizo, su incógnita, su extraña forma, su diferencia sobre nuestra forma de ver esta vida nos llevó al miedo. Bien, pues este es el momento, nos enfrentaremos al miedo de lo desconocido, descubriremos su poder o su miseria y tras ello podremos avantear sin temer  que aparezca, pues ya sabemos lo que  hemos de hacer frente a una situación así. Confío en ustedes como siempre lo hice con el huracán más grande o en el combate más feroz. ¿Qué puede significar esto? ¿Muerte, dolor, incertidumbre? ¿Qué significa nuestra brega diaria?¿lo mismo? Si, lo mismo, así que vamos a descubrir la cara a ese desconocido.

      Nadie dudó un instante las razones, y el respeto por quien las exponía fueron suficientes.

     Mientras el bergantín se posicionaba remolcado por una de las lanchas  a babor del extraño navío con su artillería preparada a una señal de Don Diego para abrir fuego, los hombres  en la playa reembarcaron en la lancha restante para acercarse sobre la escala metálica. Una vez posicionado el bergantín la otra lancha recogió al resto de los hombres de la playa y lentamente subieron a través de aquella escala.

    Aquel extraño abordaje se fue convirtiendo en algo más parecido a otros hechos antes sobre goletas, mercantes britanos y otras víctimas, fondeados en otros puertos a los que  cazar y marinar a lugar seguro. Pero aquí la cubierta era de metal,  el vibrar desde su interior acababa por retumbar en cada corazón. Con la intuición por motor de búsqueda Don Diego alcanzo el puente de mando del mercante aunque él no podía saberlo. El olor a la pólvora de sus dos pistolones cerca de su rostro mientras apuntaba para protegerse, lo mantenía sereno como tantas veces.

Bandera de corsario español en 1748
      De pronto una explosión a proa los despistó mientras el destello los cegó a todos. Tras la parálisis se vieron rodeados de  más de una cincuentena de hombres que los cerraban el paso desde la escala real hasta el puente mientras varios los apuntaban con unos mosquetes finos  y de una factura extraña para su acostumbrada vida violenta.

-       -   ¡¡¡Quietos, quienes seáis!!! ¡¿¿¿De dónde habéis salido con esta estampa???!

       Don Diego bajó sus armas mientras se presentaba.
-         
       - Señor. Mi nombre es Diego de Córdoba, corsario al servicio de las armas del Rey Católico, estos son mis hombres. Nos cruzamos en mar abierta hace tres días, el 1 de febrero de 1739, y no supimos qué eráis. Tras el temporal corrido que nos llevó más al este de nuestro destino decidimos arribar a esta pequeña isla, por tranquila y  en ella os encontramos. Nada queremos sino saber qué sois y qué hemos de temer  sin por ello renunciar a morir combatiendo si no hubiera otra elección.

  El rostro de Ramón Ugarte, capitán del Mercante “Butron” con matrícula de Bilbao era  indescriptible. Ordenó bajar las armas a sus hombres.

-         - No sé qué clase de broma es esta, no sé qué paso con esa explosión y con ustedes aquí. Mi nombre es Ramón Ugarte, capitán de este barco  de nombre “Butrón”. Vamos cargados de mineral de hierro. En realidad nuestro destino es Liverpool en Inglaterra, pero la guerra, los submarinos alemanes y un tremendo temporal cargado de rayos y tremendas explosiones nos arrastró hasta la mitad del Océano. Perdimos el gobierno de la nave y los vientos, más las duras corrientes nos plantaron en medio de las Islas Martinica y Santa Lucía. Nuestro rumbo una vez reparados de fortuna era Cartagena de Indias donde reparar y tratar de volver… aunque.¿ Y dice que 1739?

   Don Diego no entendió la mitad de lo dicho aunque si la esencia, no estaban en su ruta, eran compatriotas aunque trataban con ingleses y estaban en problemas.

-         - Si, capitán Ugarte, 1739

-         - Pues si me permite el año en el que estamos será del Señor, pero de 1917.

     La situación grotesca y sin sentido los llevó a la calma y con ello un leve acercamiento. Se dio aviso al Bergantín para fondear cerca del mercante. Con el paso del tiempo fueron  encontrando razones para conocer sus respectivas historias, de ahí a comer juntos… a beber juntos y a tratar de encontrase en tiempo y lugar.

-        - Capitán De Córdoba, estoy impresionado, es cierto que desde que amaino el duro temporal con aparato electrico no hemos divisado tráfico alguno de mercantes, esta es en una zona donde es ruta regular entre Caribe y África Central. Quizá seamos nosotros los que hayamos pasado a su tiempo y no al revés. Nuestra emisora de onda media nada recibe. La verdad es que la paz nos lleva acompañando varios días, sin noticias de armadores sedientos de flete, de guerras de las que huir, de descargas en puertos grises repletos de mineral disuelto entre lluvias perennes y de familias con sus problemas de subsistencia ante nuestra angustia por alimentar. La miseria en nuestro país es  cada día más dura, nos explotan mientras no paran de enriquecerse por la ventura de una guerra a cargo de nuestras desventuras vitales. Si no fuera por nuestras familias le aseguro que no habría una mínima razón por regresar.

-         -No se crea vuestra merced que en esta época la situación es similar, la vida vale poco si no tienes buen padrino, eres de origen con pedigrí o dispones de caudales  en exceso. Eso sí, le puedo decir que gracias también a otra guerra, la que mantienen nuestro país con los ingleses actuamos al corso desde hace tres años; ha sido desde ese instante cuando nuestra vida se rige por nuestro propio devenir, dependemos de nosotros, de los vientos y del miedo que podamos infundir a quien se aviste  en las 32 cuartas. Nos regimos por reglas propias originarias de la temible piratería del siglo pasado y a pesar de la violencia, la paz reside a bordo de nuestro pequeño bergantín al lado de vuestra extraña nave. Os ofrezco nuestra vida a bordo, podremos combatir de donde sacamos ese sustento muchas veces amplio aunque estos britanos poco  de valor llevan en sus bodegas; pero eso ya lo hacen ustedes por lo que entiendo aunque con poco rédito. Aunque el triunfo es casi nuestro si le quitamos dos diezmos para su majestad, el deleite y el sufrir también es nuestro, ese sin diezmo real. La vida puede ser tan corta como se pueda imaginar, pero intensa y plena por lo mismo. Creo que en vuestro mundo esto último no es así, sus vidas parecen grises y sin más futuro que  los minúsculos diezmos que os entregan vuestros señores. Podemos acogeros, estoy seguro que con vuestra nave podremos capturar una buena fragata que nos permita hacernos al corso unidos y con espacio. Os podremos enseñar buenas tácticas y forma de lucha y por vuestra parte métodos y sistemas de navegación de mas garantías que las nuestras.

El capitán Ugarte mientras escuchaba, observaba las miradas de sus hombres, los gestos cansinos,
derrotados, vencidos por la costumbre y la falta de expectativas. En cambio en los rostros  asombrados de los hombres de Córdoba la imagen era la contraria, podía descubrir en sus miradas el gesto de quien es dueño de su destino, de quien se sabe perdedor en el final de la partida, pero hasta esa, que es la de todos, todo se jalona de victorias frente a la mediocridad de lo vivido por ellos.
El alba les despertó con la voz del vigía en el bergantín.

-        -  ¡¡¡Vela al sur!!!

- Los dos capitanes se miraron y ya en pura sincronización la sonrisa se abrió entre ambos. La presión en la caldera con el carbón existente era mas que suficiente para interceptar la nave, en aquellas latitudes podría ser fragata britana, una buena presa a despecho del inglés.

-       -   ¡¡¡Zafarrancho!!!

Todos a una, unos manejando el monstruo de acero y remaches, los otros preparados para abordar si es que fuera necesario  se movilizaron al unísono...

“3 de febrero de 1917. Agencias. El mercante Butrón con 2.600 toneladas de registro bruto ha desparecido en aguas del Cantábrico. Se sospecha su hundimiento por las patrullas submarinas alemanas. Que Dios, nuestro señor se apiade de las almas de sus tripulantes”

“9 de septiembre de 2016” Agencias.  Unos buceadores pertenecientes al club de buceo de Puerto España (Trinidad y Tobago) han encontrado los restos de un mercante hundido frente a la Isla de Patos. Al parecer podría ser un tipo de vapor de principios del siglo XX y su nombre,   tras varias inmersiones se ha identificado como Butrón, mercante de bandera española. Este buque se registró en la lista de los 84 buques hundidos por los submarinos Alemanes durante la gran guerra en el Cantábrico y no se encuentra explicación alguna de su situación en estas latitudes. Una comisión de la marina Mercante Española junto con el embajador de España en Venezuela acuden…”



Mas de 2 siglos antes dos navíos al corso hicieron el terror entre la flota britana durante el resto de aquella guerra y sus celebraciones eran conocidas en todo el Virreinato de Nueva Granada. Dos temibles comandantes eran los que llevaban en volandas aquella pequeña flota  conocidos como De Córdoba y Ugarte. Dos años después de su encuentro frente a la Isla de Patos en el Golfo de Paira, se batieron el cobre junto a Don Blas de Lezo en Cartagena de Indias haciendo que el culo de Vernon fuera por delante de su espalda en la derrota mas grande que tuvo la pérfida Albión.

Don Blas de Lezo y Olavarrieta

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