Don Gaspar Melchor de Jovellanos, no fuisteis vos quien estas palabras dijerais, pues destiladas fueron dos centurias avante la de vuestra recalada final como partida eterna ya sin ancla que haga firme sueños y voluntad sobre una certera realidad.
“Porque sé que los sueños se corrompen,
he dejado los sueños.
El mar sigue moviéndose en la orilla.”
he dejado los sueños.
El mar sigue moviéndose en la orilla.”
Mas permitidme que tras esta tarde en la que vuestra luz sin freno penetró de nuevo en mi como turbonada del Cantábrico, desahogue y disfrute escribiendo lo que más deseo decir de vos mezclado entre el deseo de que, esa vieja luz que vos y tantos de vuestro tiempo bautizasteis como Ilustración nos ciegue y nos devuelva la dignidad perdida entre mares de consumos y carreras sin medida por alcanzar el pico más elevado entre los picos, devorando en semejante huida turbulenta bienes como Solidaridad, Humildad, Lealtad, Naturaleza, Justicia, Futuro.
Pasan las estaciones como huellas sin rumbo,
la luz inútil del invierno,
los veranos inútiles.
Pasa también mi sombra, se sucede
por el castillo solitario,
como la huella negra que los años y el viento
han dejado en los muros.
Estaciones, recuerdos de mi vida,
viene el mar y nos borra.
la luz inútil del invierno,
los veranos inútiles.
Pasa también mi sombra, se sucede
por el castillo solitario,
como la huella negra que los años y el viento
han dejado en los muros.
Estaciones, recuerdos de mi vida,
viene el mar y nos borra.
Como dice a vos el poeta, los sueños se corrompen, dejando sin rumbo la bitácora del alma regida por ellos hasta entonces; resignada ya a aceptar lo que uno posee sin mayor espera por venir. Edulcorado quizá con una vida arreglada por un buen botín de la vida de corsario con patente otorgada de pabellón mediocre adocenada en un mundo vulgar.
Al filo de la luz, cuando amanece,
busco en el mar
y el mar es una espada
y de mis ojos salen
los barcos que han nacido de mis noches.
Unos van hacia España,
reino de las hogueras y las supersticiones,
pasado sin futuro
que duele todavía en manos del presente.
busco en el mar
y el mar es una espada
y de mis ojos salen
los barcos que han nacido de mis noches.
Unos van hacia España,
reino de las hogueras y las supersticiones,
pasado sin futuro
que duele todavía en manos del presente.
Pero a vos los sueños nunca se os corrompieron, soñador despierto por la enseñanza, la agricultura, la industria y la navegación. Ardiente eráis en vuestra pasión, incluso cuando el fin vuestro parecía querer hermanarse con el que amenazaba a la nación y asi todavía os negasteis por verdadera convicción a concesión de pabellón corsario con buen pesebre y mejor adocenado. Pasión soportada en los sueños por los que el alma se siente viva y con ella el sudario de piel que mantiene en orden la baqueteada osamenta.
Como vos en vuestra mirada, como vos en vuestra búsqueda del tiempo entre olas que os acunen en el valle y así os lleven ambas crestas escoltándoos hasta nuestro ser como consciente actual, donde acariciarnos con vuestro empuje y vuestras ideas en semejante océano de mansedumbre y ruina premeditada que promete nuestra sociedad. Promesas lanzadas desde sus más altas dignidades alcanzando a nuestras propias conciencias, mientras virreyes de nuevo cuño se arrogan el papel de vicarios de la libertad subidos sobre arcas abiertas en rendija sin otra razón que la lograda bajo la sangre y el sudor de quienes, si ahora lo vieran acudirían a vos sin duda para formar legión contra semejante destrozo en palabra y obra de los sueños de libertad y democracia y que por ellos murieron como vos en otro tiempo.
El mar sigue moviéndose en la noche,
cuando es sólo murmullo repetido,
una intuición lejana que se encierra en los ojos
y esconde en el silencio de mi celda
todas las cosas juntas,
la cobardía, el sueño, la nostalgia,
lo que vuelve a la orilla después de los naufragios.
cuando es sólo murmullo repetido,
una intuición lejana que se encierra en los ojos
y esconde en el silencio de mi celda
todas las cosas juntas,
la cobardía, el sueño, la nostalgia,
lo que vuelve a la orilla después de los naufragios.
Pero este navío, si vos me permitís, donde navega nuestra sociedad tantas veces aislada en sus átomos oteando cada uno el horizonte en mil y un puntos distintos de la rosa de los vientos como ansias de incierto origen, aun puede cerrar semejante vía de agua sobre el pañol de la Libertad al que una bala rasa "a lumbre de agua" trepanó con la pólvora del olvido por lo vivido. Con esfuerzo y falta de manos vamos cegando la via a base de tapabalazos cargados de dignidad recuperada y consciencia de una sociedad con metas comunes por las que engrandecer el propio interior engrandeciendo como vos diríais sin temor a complejo, la nación.
Porque sé que los sueños se corrompen
he dejado los sueños,
pero cierro los ojos y el mar sigue moviéndose
y con él mi deseo
y puedo imaginarme
mi libertad, las costas del Cantábrico,
los pasos que se alargan en la playa
o la conversación de dos amigos.
he dejado los sueños,
pero cierro los ojos y el mar sigue moviéndose
y con él mi deseo
y puedo imaginarme
mi libertad, las costas del Cantábrico,
los pasos que se alargan en la playa
o la conversación de dos amigos.
Unos con otros desde nuestras conciencias hemos de demostraros a vos que somos dignos de vuestra merced. Que la luz de la Ilustración, como vos también decís, más lenta en su avance que la del Sol, ya rayó en nuestro hemisferio y no ve límite alguno en ningún horizonte por el que deba detener en su brillar. Ganemos la consciencia de la verdadera necesidad, la que da alas a una sociedad como la nuestra hoy, como la vuestra hace dos centurias. Una necesidad de valores por lo que merezca la pena seguir y esos valores están dentro de uno… solo hay que verse por dentro.
Allí,
rozadas por el agua,
escribiré mis huellas en la arena.
Van a durar muy poco, ya lo sé,
nada más que un momento.
El mar nos cubrirá,
pero han de ser las huellas de un hombre más feliz
en un país más libre.
Nota: los versos son de Luis Garcia Montero “El insomnio de Jovellanos”
2 comentarios:
No sé los sueños se corrompen, quizás las fuerzas nos abandonan.
¿Cómo estás Josu?
Tanto tiempo.
Alicia
Impresionante capitán, completamente de acuerdo, demostremos que somos dignos, o al menos, que aún nos queda algo dentro. Yo me apunto.
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