lunes, 13 de julio de 2009

No habra montaña más alta... (13)


- ¡Hermano!

Pedro León las esperaba en el pequeño salón que los dueños del hospedaje les habían alquilado junto con tres habitaciones para él, Francisca e Inés y María con sus dos hijos respectivamente; los criados y demás personal que con ellos venía quedaron en dos establos secos cercanos a las cuadras donde mantenían en unos los animales y junto a ellos la mercancía que habían de embarcar cuando ello fuera posible.

El gesto de Pedro León era significativo en su expresión pues las noticias no eran buenas, al menos para él y sus planes establecidos de partida. María era la que más temía el resultado de aquella reunión no por esperada menos sorprendente. Tras la euforia del encuentro con Agustín Delgado, los ánimos en alza dieron paso a la pura expectación por las nuevas de Pedro al mismo tiempo que iban sentándose todos alrededor de la mesa rectangular de madera de algún viejo nogal ya trepanada por la termita. María dio permiso a sus vástagos para escapar de allí y correr a jugar con los criados y los animales.


- Francisca, sírvenos agua fresca que traigo la garganta áspera y seca del viaje! Don José de Guimaraes nos ha traído a uña de caballo, su maldita desconfianza para con su gente nos ha arrastrado de tal manera, pues no quería poner más horas de por medio entre su cargamento y su distinguida avaricia. ¡Que el Señor lo castigue por semejante cabalgada!
Francisca, siempre resuelta a cualquier orden de su hermano mayor, fue con dilección al caño que había en la calle a pocas yardas a por el agua demandada. Mientras, Pedro León comenzó a informar a las mujeres que allí quedaban.

- Como todas sabéis la flota ya partió. Concretamente fue el pasado 7 de agosto al mando de Don Fernando Chacón con 19 navíos hacia Jalapa, Veracruz y Nombre de Dios. Ya dábamos cuenta que no arribaríamos a Sevilla con la suerte de embarcar en la flota, pero sí contábamos con embarcar en la de los galeones. Desde la Casa de Contratación nos informan que hemos de esperar sin fecha cierta su partida pues no hay nave conformada, ni posibilidades de armar tal escuadra debido a la situación del Reino tras tanto descalabro después de la maldita guerra que don Carlos II nos dejó.
- Querido hermano, tal cosa ¿qué significa en tiempo de espera? ¿Os lo dijeron allá en Cádiz?
- Con bastante desprecio se dignaron a escupirnos este documento un escribiente que mas pareciera rey de alguna ínsula imaginaria que botarate chupatintas en el que nos conmina a dar noticia de nuestra carga para la reserva de los espacios y valorar así el volumen de la escuadra. Además de pasar por la Casa de Contratación de forma periódica a recabar nuevas de la formación de flota mercante.

Pedro León les mostró el documento con el desdén propio del que muestra su derrota. Francisca, que hacía rato que se había reincorporado fue directa a su hermano

- Pedro, ¿Qué opinas que habremos de hacer entretanto?
- Francisca, la espera tiene un límite. Nuestros caudales son buenos mas no nos podrán mantener más de cuatro meses aquí, tanto a nosotros como a los criados y las caballerías. De los animales contaba con su venta para reunir más dinero antes de partir y ahora sólo servirán para mantener la espera.
- Don Pedro, no habéis de preocuparos por mis hijos y por mí que nos os causaré carga ni perjuicio alguno.


Pedro León sentía aquellas palabras como puro dardo ardiente en su contrita alma de mercader castellano, nada le causaría más perjuicio y dolor que perder ahora a María a la que su frío corazón había sentido ya como la mujer que debía marcar sus pasos algún día.


- No habéis de preocuparos, María. De una forma u otra vos ya sois parte de este paño que ha de luchar por no serlo de lágrimas. Creo que hemos de pensar en todas las posibilidades y mantener la vista y el oído atento a cualquier información sobre el despacho de flota o asunto parejo. También creo que debemos ir planteando nuestro traslado a la bahía gaditana donde las noticias serán más ágiles en su caza y el clima es más benigno si es que aquí nos debemos de quedar por un tiempo indefinido. Demos estos días espacio para la reflexión y mantengamos la calma y fe en que encontraremos la solución. Ahora os dejo, deseo revisar nuestra mercancía antes de cenar.

Sin más se levantó y con el paso decidido enfiló el mismo camino que antes hicieran los niños, aunque esta vez las razones fueran las de la propia labor de mercader que con un ojo compra y con el otro vigila mientras su mano lo vende. El silencio de su marcha duró poco, pues las tres comenzaron a elucubrar sobre Cádiz, imaginando la espera en algún lugar de la bahía dibujada de mil formas y ninguna real hasta que las divagaciones dieron paso a la hora de cenar y como ello significa, a preparar el condumio de guiso y buen pan por las mujeres.

Durante la cena María comenzó a relatarle el conocimiento trabado por Inés y ella misma en el Monasterio de Santa Inés con el hermano de Juan Delgado. De cómo al día siguiente irían a verlo a la margen izquierda del puente de Barcas donde al fin sabrían algo sobre Isabel de Mallaina. Entre risas por la emoción la exultante imaginación de Inés dedujo que seguramente la familia de Isabel fuera alguien de elevada posición que los diera alas hasta la partida de la siguiente flota. Las carcajadas fueron grandes y la felicidad de todos se demostró viva a pesar de las zancadillas que parecían trabar el paso de aquel grupo decidido en su afán por alcanzar las Indias como verdadero cielo en la tierra.

La velada transcurrió entre chanzas hasta que las campanas de la catedral dictaron el momento del descanso. La jornada siguiente prometía la intensidad de lo nuevo y sobre todo deseado…




1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Ves?

Necesito el libro completo, porque es llegar a la última frase y entrarme una desazón.......

Magistral.