jueves, 2 de julio de 2009

Entre Silencios y Musas

Andan mis Musas perdidas, no pasan a verme por más que las extraño. Y es que tan celosas son de sus siervos que cuando estos abandonan su obligada reverencia, desamparan sin más sus sueños conscientes a la espera de que con el tiempo en claro avance infinito, cautivo y derrotado enarboles bandera blanca de segura rendición por no saber qué mundos vivir, qué nuevas estancias descubrir, qué caminos hollar por la ausencia de tales eternas bellezas sin miedo a la vejez.





Busco las Musas que sé andan cerca, pues bien conscientes son ellas que nunca las abandoné, que es esta vida tan necia que obliga a emplear mis gastadas neuronas en tareas que por claras y prácticas hacen difuso el tiempo de su finalización. Vaya contradicción pensará más de uno, mas no es otra la razón que las cosas claras acaban siempre disfrazadas de complicadas fórmulas de ejecución humana. En realidad es para mí algo obvio por la práctica que lo que es claro “per se” acaba por ser inhumano, pues pierde lo que de afable tienen las pautas y los pasos para llegar a su consecución y se queda en la frialdad de lo simple y fácil en el que no cabe nada mas que lo directo y letal.




Solo pido a mis Musas que comprendan que soy verdadero esclavo de sus aires, de sus suspiros imaginados, de sus miradas justo antes de perder la consciencia y rendir cuentas a Morfeo, que me siento siervo de cada golpe de luz que llega sin avisar y hace que sea en tal instante capaz de ceder todo mi Reino por un papel y un lápiz, pues nada hay que mas odien mis señoras las Musas que a la pura memoria a la que desprecian por ser vulgar herramienta que tantas veces anula el sueño consciente. Pruebe quien lo desease a guardar algo producto de la inspiración en la memoria y le garantizo que varias horas mas tarde habrá desaparecido sin despedirse mas que con una nota de texto sin par que diría algo como esto: “desprecio por desprecio, no apuntaste cuando brotó, apunta ahora que lo tuviste y ya nunca volverá”.




Brote intenso como ola que rompes sin previo aviso
contra el oxidado costado metálico de mi armazón,
batiendo mi estructura, deteniendo mi corazón
por el segundo eterno que dura la mirada de quien quiso.

Luz que impetuosa derribas la puerta de la obcecación
deslumbrando el éter oscuro como la lava derrite el hielo,
cristal de agua que ufano se planta segura ante la luz de tu cielo
desapareciendo arrasado por el ímpetu dorado de ti, bendita inspiración.


A vuestros pies rindo mis ánimos, pues nada soy sin vuestro aliento silente pero infinito para quien pretende imaginar sin más.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo te mando un par de musas de las mías, que me tienen agotadita.........

Anónimo dijo...

Son caprichosas, ya se sabe.

Armida Leticia dijo...

Las musas andan por ahí.. ¿será que son algo traviesas? ¡Esto es global!

Saludos