Triste ruge la tempestad
como si su alma hubiera despertado,
como si con la realidad se hubiera topado
mientras soñaba con el otro lado de la mar
creyendo así poderlo tocar.
Gris fue siempre el color al que su esencia arrumbar
sin pensar, sin mayor revelación que infinitos espejos y vidas
vistos como olas que le mostraban su acierto permanente.
Enfados y golpes que de su propio viento iniciados
las elevaba hasta que en nívea espuma las sentía reventar
llenas por la gula de saberse poderosas anclas sobre su mente.
Miedo a alcanzar el deseo escondido al parecer perdido,
al que nunca había renunciado en cada uno de sus bramidos
hundido bajos sus valles tras las eternas crestas
en la gris existencia propia de huracán contenido.
Miedo como el ancla que garrea consciente de su poder
verdadero envite, pura contradicción de su propio crédito
sin fondeo, perdido en el inmenso mar de los gigantes
luchando sin saber por qué, sin tener la razón y su alcance
pues sus luces se hundieron en la sangre de un corazón sin pálpito.
Triste ruge la tempestad
devorando vientos de lealtad
sin encontrar el empuje de la verdad.
Triste ruge esperando sin esperar.
1 comentario:
El internet anda lento por acá, no puedo disfrutar el video, porque se carga muy pausado. Pero te leo, y te envío un saludo desde México, al otro lado del mar.
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