los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones;
nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos;
la cosa más fácil, equivocarnos;
la más destructiva, la mentira y el egoísmo;
la peor derrota, el desaliento;
los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor;
las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén.”
Pero si algo se ha de tener claro ese corazón es que el viento en la popa del propio ánimo no es nada bueno para navegar libre y con alegre andar. En cualquier momento la cangreja que cuelga del palo de mesana de nuestro corazón, mal soplado por ese viento traidor que de popa se ofrece, nos golpeará dejando sin sentido todo el cavilar y el valor echado por zarpar del mismo puerto gastado y contaminado del desperdicio humano que es la usura del cariño robado con malas artes.
Es como dice el bueno de Don Alonso Quijano que el obstáculo más fuerte son nuestras propias indecisiones. Dudas y razones mil veces mantenidas para no dar ese salto quizá por algún miedo infundado que solo existe como envoltorio de nuestra propia indecisión ante el salto más grande de nuestra vida o el pequeño paso hacia un nuevo lugar donde descansar de nuestro destino durante un instante fugaz. Viejos fantasmas vestidos de vistosos trajes de normalidad se presentan como lo adecuado y lo que parece en verdad razonable como preludio falso de que al final todo se pondrá “de cara” y las cosas fluirán como uno piensa, viejo truco fatal.
Pero si a Don Alonso, con su eterna razón le seguimos por hacer caso, tendremos que la sensación más grata no es otra que la buena conciencia además de hacer el bien y si también le seguimos como hidalgo caballero que nuestro Señor Quijano es, será también el combatir la injusticia. Y a eso me apunto yo, que la buena conciencia si se tiene armada de las ganas del bien propio como primer paso para ese bien regalar a los que a uno le rodean, será tarea fácil combatir la injusticia aliada de la pura indecisión que acaba por hacer triunfantes a los pobres de espíritu y usureros del corazón ávidos del buen corazón de quienes se lo permitan.
No permitas el desaliento como verdadero preludio de la derrota. La Vida como vieja partida de ajedrez en la que nunca se podrá saborear la victoria, pues esta cuando llegue siempre trae su fin aparejado al de la propia existencia. Es cada paso, cada movimiento el que te demuestra tu ser y vida y debe ser el aplomo y la visión avante de él lo que motive cada movimiento, pues hay devoradores de cariño que no aportan nada y todo lo dañan, minando la piezas vitales sobre el tablero de tu vida hasta que desarbolado uno no le queda ya nada más que pedir tablas.
Adelante, como Don Alonso, siempre adelante.
2 comentarios:
Justo estaba pensando en vos, que hace tiempo no escribías un post, te extrañaba.
Cuánta razón tienes, en no permitir el desaliento.
Te dejo un abrazo Josu
Alicia
Esas alegres flores, esa hermosa canción, y tus certeras palabras borran el desaliento trayendo el viento "de cara". Gracias por escribir Don Blas. A muchos nos hace bien leerte.
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