lunes, 20 de junio de 2011

Plaza, Puebo y Palabra






Hace muy poco que ha caído en mis manos la entrevista hecha por Iñaki Gabilondo a Jose Luis Sampedro, (gracias Neil), y escuchar semejantes razones   simples, claras,   humildes pero resolutivas ya solo en su significado, aglutinantes en  la capacidad de aunar los sentimientos reales que tenemos todos sin excepción, y me atrevo a decir tal cosa porque en nuestro interior sabemos que este sistema que debería  su base a unos principios ya no se sostiene porque esos mismos principios  se han socavado de forma lenta pero progresiva por quienes tenían el legado de nuestro voto y con la responsabilidad terrible de nosotros mismos por  dejar sin ver.

Pero  como dice Jose Luis, nos queda lo que siempre tuvimos aunque a veces lo prohibieran los iluminados de siempre y cualquier lugar, sin más éxito que  un escaso periodo de tiempo en cada sociedad y  momento  vestido de “puerta al mar”. Y lo que nos queda no es otra cosa que Plaza, Pueblo y Palabra.

Plaza, donde  poder vernos  quienes deseamos cambiar esto sin  muchas veces saber cómo, con mil ideas distintas fruto de nuestras propias creencias, culturas, formaciones, pero con algo decididamente claro que no es otra cosa   que la no creencia en vanas y fútiles palabras desgastadas por  quienes en coche oficial, y confundiendo a la política con el fútbol,  nos mantuvieron a muchos en la dinámica ciega de  la confrontación  que a ellos tan bien les viene. Una plaza con árboles o sin ellos donde la sombra la aporten el dialogo  sin restricciones  donde las caras se conozcan por sus intenciones; trabajo extenuante donde nosotros como Pueblo tenemos la obligación, la necesidad de  sacar adelante nuestra sociedad donde los intermediarios sean palpables  y  responsables en el caso que decidiéramos darles alguna responsabilidad, y no  como los que ya se arrogan cometidos por saberse   votados  y tener una mayoría en la que la resignación  por no haber nada mejor o el miedo a que no venga algo peor oculte lo que los receptores de tantos votos  ya saben y usan  últimamente con excesivo desparpajo sin siquiera aportar algún plan, propuesta creativa, incluso conjunta sin que por ello la palabra traición política se convierta en acusación mas propia de tiempos que me atrevo a calificar de remotos.

Es la Palabra el mayor  arma de que se dispone, con la que desarmar a veces con mucha paciencia  argumentos  tan falsos como profesionales que,  tras las coartadas con las que siempre nos hacen callar: crisis, dictado de las elecciones, economía, costumbre y tradición; palabras que son tan reales  para tener en cuenta como para no tenerlas por enemigas sino como el acicate  con el que sacar adelante las soluciones sin 
temor al fracaso, pues esto que tenemos ahora es en verdad un fracaso.

La palabra como verdadera arma de destrucción masiva de la mansedumbre y la desinformación, la palabra sin complejo de quien  comienza a pensar y expresa lo que cree es, o podría ser el verdadero futuro con el que hay que  abrir las puertas de tanto sótano cubierto con la herrumbre de la resignación engrasada de subvención para respirar el aire fresco de lo que espera  fuera. Parece  algo maravilloso pero no lo es y no lo será pues  son estos momentos de verdadera crisis, cuando las cosas son terribles para tantos instantes en los que hay que mantener la calma ante el desánimo frente a la sencillez del no pensar y dejarse llevar; aunque  en la dejadez el destino sea  el semejante desatino de que nos arruinen los de siempre y lo paguemos los de siempre desde  nuestras arcas que bien alimentamos   día a día y mes a mes.

Plaza, Pueblo y Palabra, es la fórmula del secreto a voces  que un hombre como él  plasma tan bien en sus palabras cargadas de la experiencia de vivir el fin de la Restauración, ( en mi opinión a veces tan parecido al régimen actual), la dictadura de Primo de Rivera, la II República, la Guerra   y su legado de cuarenta años  para que no arruinemos lo que parecía prometer y  como el papel  mojado  ya empieza a no sostenerse.

Me ha emocionado escuchar  semejante  alegato  a favor de los sueños que  si los mantenemos despiertos con esfuerzo  podemos llegar a rozarlos. 


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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un aplauso para Jose Luis Sampedro y otro para vos Don Blas

Anónimo dijo...

Me agrada el acercamiento a una persona única y especial. No hace mucho leí "Escribir es Vivir", donde expone su biografía y proceso de creación como autor. Me gusta como escritor y sobre todo como ejemplo de persona.