viernes, 26 de septiembre de 2008

Zurich - Solothurn

Almas metálicas que a sus hijos encadenados arrastran.
Rostros desconocidos anunciando historias distintas en cada mirar
mientras un zumbido eléctrico con ánima de acero los acompaña en su andar.

Pequeñas olas humanas que sin pausa cansinas se desplazan
sobre andenes semejando mares de cemento que serenos las acompañan.
Cofres sobre ruedas abandonadas a un dueño de vida normal,
cuya mano tozuda aferra su interno tesoro con el mimo guardado
quizá por manos de suave tacto que nunca dejaron su ser maternal.




El suave andar alejado de ruidosos reactores
que soberbios dejan su tiempo siempre atrás,
acompañan a esta mano a sentir la verdad del viaje


sin percibir la prisa traidora, agazapada y real.


El sol nos mira desde su pausada retirada
manteniendo la eterna sonrisa reluciente,
reflejada en el enorme ventanal, alumbrando esta,
hasta hace un momento, olvidada manera de viajar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuántas historias se pueden ver a través de la ventanilla de un tren... y más con tan hermoso paisaje.

Besos

Armida Leticia dijo...

Te dejo un abrazo y un casto beso, desde México.

MATISEL dijo...

Buenas impresiones y creatividad te aportan tus viajes. Enhorabuena.

Besos