sábado, 17 de enero de 2009

Entre Alarcos y Las navas (31)

…Perdón os pido a los que en esta peripecia de casi mil años os encontrabais pero un mal sueño me bloqueó la lectura de los viejos pergaminos. Hace casi 24 horas que desperté de semejante sueño de oscuro tinte y creo poder seguir relatando la historia de Tello y sus tribulaciones en ese cambiante siglo que marcó tantas cosas no sólo en la península aunque desde luego en esta piel de toro el devenir del día actual tuvo mucho que ver con semejante centuria de número maligno para los supersticiosos. En fin continuo donde creo que quedamos, El Mazal avistaba la hermosa e inmensa bahía de Almería cuando una galera a boga de combate los enfilaba con viento del oeste…


Elian, buen marino pero más mercader que guerrero sólo tenía ojos para poniente, sacar millas por avante de sus perseguidores, el miedo empezaba a campar a bordo de aquella cubierta. Tello tomó la iniciativa.


- ¡Capitán!¡Desconozco la navegación como hombre de tierra que soy, pero está claro que este viento de poniente terminará por detenerá el barco por mas que nuestros deseos se empeñen en tocar la arena de la costa! ¡Plantemos cara, que sepan esos malnacicos que esta mercancía tiene un precio alto!
- ¡Ha visto su excelencia la dotación de este navío! ¡¿Cree acaso vuesa merced que somos de la pasta humana capaz de detener el ataque de quienes dedican su vida a sorber la sangre de quienes no hacen mal a nadie?!
- ¡¿Para qué estuvimos esta noche manteniendo tensos los músculos, armando arcos y preparando los pedreros?! ¡No hay otro camino que plantar cara y morir o sobrevivir!
La discusión, con el Mazal perdiendo arrancada contra el viento, se podía escuchar perfectamente desde el mascarón de proa hasta el espejo de popa. Isaac, el carpintero, quizá por su juventud, quizá por su carácter, fue la chispa y el incendio brotó,

- ¡El cristiano tiene razón! ¡Venderemos cara nuestra derrota! ¡Capitán, enseñemos nuestra proa a esos hijos del diablo!
Elian estaba atónito, no acababa de creer lo que sus ojos y oidos percibían con nitidez. Tello había elevado la moral de sus hombres aunando a aquella dotación, antaño conjunto de almas tan solo preocupadas por sus vidas y la expectativa de las ganancias, como un bloque único que con mayor o menor acierto prometía responder como tal. Eran dos frentes a los que responder, los piratas uno, su tripulación con el respeto por él mismo el otro. La solución al dilema tenía un solo camino

- ¡Esta bien, plantaremos cara! ¡Y que el sagrado nombre de nuestra nave nos guie! ¡Cristiano, al frente y sin piedad cristiana o judía contra ellos! ¡Ismail, orzando a estribor, viramos en redondo! ¡Babor con babor, cortaremos sus remos o moriremos!
La tensión del seguro combate hervía en cada mirada, la virada en redondo del Mazal fue espectacular para quien pudiera verla a varios cables de su popa, al principio lenta por la poca marcha de la nave, mas cuando el viento ya cortaba el costado de babor la espuma volvía a brotar blanca y decidida, la velocidad se incrementó al coger el viento del través. La actividad prebélica a bordo del Mazal no daba más espacio que para templar velas y gobernar con la proa y su roda fija en el costado de babor de aquella galeota. Tello organizó a los hombres entre los que disponían de arcos con que disparar a los contrarios y los mas robustos a los que armó con cualquier elemento contundente en la línea de estribor. Mientras los dos pedreros los mandó subir al castillo de proa apuntando a la galeota. No disponía de su espada que quedó en Marrakech, su brazo la echaba de menos, contaba con recibirla en Málaga tal y como le prometió Ahmad enviar en la siguiente caravana. Al menos consiguió dos dagas de Elian que guardaba en su cabina por si surgía la ocasión, aunque nunca hubiera imaginado él que la entregaría a un cristiano desconocido en medio de un inminente ataque de su bajel sobre una galeota pirata.

Desde la galeota que a todas luces llevaba con la fuerza de sus remos la proa sobre ellos la virada se vio como algo increíble y sorprendente; tras unos minutos de sorpresa en silencio el griterío de euforia por la lucha que adivinaban se pudo escuchar desde el Mazal. A quinientas yardas solo se escuchaba ya los golpes de cada boga sobre el agua, junto con el ruido de las gargantas de aquellos remeros que no eran otra cosa que galeotes caídos en desgracia en algún abordaje anterior o razia sobre la costa almohade y que les habrían fijado de cuello y pies al banco mediante las inhumanas argollas que como anillos de diabólico matrimonio los unían al futuro de la propia nave.
Doscientas yardas, las intenciones del Mazal ya habían sido entendidas por el capitán de la galeota; inquieto, continuamente viraba contra la costa para separarse mientras Elian corregía su rumbo sobre los remos. A 100 yardas la voz de Tello prorrumpió seca, directa y terrible
- ¡¡¡Fuego!!!

Los dos pedreros, apuntando sobre la amura de babor para causar vía de agua, no atinaron su puntería, una piedra se fue a popa de la nave enemiga y la otra impactó sobre la cubierta.
- ¡Todos a la línea de estribor , los pedreros no sirven ya!¡Arqueros, firme el ojo a los que estén prestos al abordaje!¡ Disparad a mi orden!
Mientras todos mantenían el silencio a bordo del Mazal, éste era sepultado entre las voces y los gritos que ya se escuchaban con perfecta nitidez, Tello tornó su mirada sobre Elian que continuamente corregía su rumbo para segar aquellos doce remos que dañarían de forma letal a su enemigo. Era la única, la verdadera oportunidad de triunfo. Mientras tanto, que de esto no había dicho nada, Zahía se encontraba oculta en la bodega de popa sin saber qué acontecía entre tantos minutos de ciega y tenebrosa imaginación, tan sólo desfigurada por las detonaciones de los pedreros o los gritos que le traía de vez en cuando el aire que entraba por el pequeño combés.
Llegó la hora, la galeota maniobraba bien con la fuerza humana a pleno vigor, más el viento de poniente era superior y la velocidad del Mazal era mayor. La colisión se produjo de forma lenta en aquella rapidez de acciones, los gritos de dolor de los galeotes fueron claros, el Mazal con la fuerza del viento fue machacando uno a uno los remos como un martillo mecánico manejado por el mismo Dios; mientras, los arqueros a la voz de Tello fueron más afortunados que los pedreros antes hiriendo a varios componentes del trozo de abordaje. La arrancada del Mazal, reducida por la colisión aún lo fue suficiente fuerte para salir de aquella situación poniendo popa con popa. Aún así, varios piratas abordaron la nave y con Tello siempre delante la línea de estribor cargada de martillos, porras, y cualquier cosa que daño pudiera causa saltaron sobre ellos. La sangre, la violencia, el miedo superado en caliente acarreó las consecuencias más terribles a aquellos cinco hombres que abordaron el Mazal. Desgrarrados, desmembrados aquellos cinco infelices que se creían los vencedores pagaron por todos los daños, muertes, sufrimientos y sinsabores que la tripulación del Mazal habían sufrido en sus carnes y en las de los que ya no estaban con ellos por la mano de tales alimañas de la mar.

- ¡¡¡Victoria!!!




Los gritos, la algarabía y el estruendo de aquellas gargantas debió alcanzar Almería. Tello mandó preparar los pedreros mientras Elían corría la nave rumbo este con el viento de través y el orgullo inflado como las velas de su bajel. En cuanto los pedreros estuvieron listos, Tello corrió a buscar a Zahía. Mientras el Mazal, fiel a su nombre navegaba rumbo este con ligera demora hacia el norte frente al que se conoce en nuestro siglo ya cristianamente como el Morro de los Genoveses. Pero no todo había de ser tan sencillo. Tello apareció sobre el tambucho del combés.


- ¡¡¡Via de agua a proa!!!....

2 comentarios:

Armida Leticia dijo...

Imagino el mar, las naves...entonces disfruto el galano arte de leer.
Gracias por el soneto, espero que hayas tomado el regalo.

Saludos desde México.

Anónimo dijo...

Aquí estábamos esperándote.
Espero que estés bien... Y Zahía también.

Besos