En esto me encuentra el ánimo,
sin más palabra de oro
que la que persigue al verdadero lingote.
Regalando el tiempo
vivimos lo que así deseamos
sin mas que quien así lo reciba
de la misma forma sepa disfrutarlo,
que sepa mejorarlo con una sonrisa,
tenue, sencilla, sin la fuerza del forzado
sin gesto que resulte del deseo manipulado.
sin más palabra de oro
que la que persigue al verdadero lingote.
Regalando el tiempo
vivimos lo que así deseamos
sin mas que quien así lo reciba
de la misma forma sepa disfrutarlo,
que sepa mejorarlo con una sonrisa,
tenue, sencilla, sin la fuerza del forzado
sin gesto que resulte del deseo manipulado.
Tiempo
Nada más que darlo, como algo contrario a quien sólo consiente en prestarlo, ignorante y ruin, pues juega con lo que no posee, algo que tan sólo administra. Regalar el tiempo es algo que la inconsciencia, provocada por la rutina mezclada de velocidad, no nos deja percibir muchas veces tal acto como verdadero obsequio dorado.
Saber que el tiempo de él, el de ella, el de tu amigo que sin ambages lo extiende a tu lado para que semejante conjunto de instantes fluyan sobre las alas unidas de ambos. Periodo infinito hasta que algún semáforo sin ánima marque el fin de semejante fusión mágica frente a un café, un libro, una película, hasta bajo una marquesina en la espera del autobús.
Criminal de lesa humanidad será quien sin tapujos se arrogue la capacidad de robar el tiempo. A pesar de que, hecho el crimen, en muy pocas ocasiones el robado será capaz de dedicar un instante de su propio tiempo a reflexionar y percatarse del robo, por ende el ladrón tampoco así se considerará pues quien hace mal es porque no lo conoce.
Tempus Fugit. El romano ya lo sabía y así lo dejó grabado entre los restos de lo que aún hoy alimenta las leyes escritas en la tinta invisible que dibuja el tiempo. Huyamos con él en cada trozo que nos permita compartirlo con otra alma en alguna singladura eterna. Disfrutemos en su corto periodo eterno, donde mutuamente nos regalemos semejante tesoro disfrazado en humildes granos de arena prisioneros sobre un tubo de cristal de estrecha cintura.
Nada más que darlo, como algo contrario a quien sólo consiente en prestarlo, ignorante y ruin, pues juega con lo que no posee, algo que tan sólo administra. Regalar el tiempo es algo que la inconsciencia, provocada por la rutina mezclada de velocidad, no nos deja percibir muchas veces tal acto como verdadero obsequio dorado.
Saber que el tiempo de él, el de ella, el de tu amigo que sin ambages lo extiende a tu lado para que semejante conjunto de instantes fluyan sobre las alas unidas de ambos. Periodo infinito hasta que algún semáforo sin ánima marque el fin de semejante fusión mágica frente a un café, un libro, una película, hasta bajo una marquesina en la espera del autobús.
Criminal de lesa humanidad será quien sin tapujos se arrogue la capacidad de robar el tiempo. A pesar de que, hecho el crimen, en muy pocas ocasiones el robado será capaz de dedicar un instante de su propio tiempo a reflexionar y percatarse del robo, por ende el ladrón tampoco así se considerará pues quien hace mal es porque no lo conoce.
Tempus Fugit. El romano ya lo sabía y así lo dejó grabado entre los restos de lo que aún hoy alimenta las leyes escritas en la tinta invisible que dibuja el tiempo. Huyamos con él en cada trozo que nos permita compartirlo con otra alma en alguna singladura eterna. Disfrutemos en su corto periodo eterno, donde mutuamente nos regalemos semejante tesoro disfrazado en humildes granos de arena prisioneros sobre un tubo de cristal de estrecha cintura.
El tiempo corre, huye, nos recoge, nos lleva y nos abandona. Nada queda sino aprovechar sus vetas de oro para ver su reflejo sobre los rostros de otros que lo compartan contigo. Cada uno regalando su parcela al otro.
2 comentarios:
Gracias por el tiempo que has invertido en escribir cosas tan bellas y también por el que me regalas cuando visitas mi blog.
Sabia virtud, de aprovechar el tiempo...
Desde México un abrazo.
El tiempo, ... cuánto tiempo nos lleva pensar en el tiempo, que si pasa, que ni no llega, que si hay que medirlo... un invento humano, que antes del Hombre no existía, no había nadie para medirlo, y después de nosotros, que más da.
El tiempo, que nos da la vida y nos hace esclavos a la vez.
En español, lo utilizamos también para hablar de meteorología, no como en inglés, que separan con dos palabras dos conceptos totalmente distintos. Siempre me pregunté por qué.
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