miércoles, 8 de julio de 2009

El Pirata

Piratas a bordo de pequeñas corbetas, en aquellos mínimos veleros que partían la mar como verdaderos delfines rebosando vida y sal por babor y estribor. Naves de abeto o vulgar pino que nada significarían entre tantos clavados sobre tierra, recibiendo el viento por donde a Eolo le tercie, o como sus enfados decidan golpear, siempre temerosos de que un Helios furioso los seque para que alguna mano inconsciente los haga crepitar




Capitan Kidd



Viejos códigos de hombres de mar que nada esperaban de la tierra mortal, pues en ella a nada podrían aspirar por no ser su clase la que abriese puertas de ningún lugar. Humanos escoltados para algún día ser recogidos por el viejo Holandés que los cuidarán sabedores que ya no habrá tornaviaje a la tozuda y terrestre realidad.


Entre pequeñas gotas, mas hijas del mar que de la misma madre que en gigantesca planta las quiso desterrar, descansan sus maltratados cuerpos ante el grog, el ron, mientras entre sus efluvios embellecerán cualquier vestal que nunca imaginó obtener tal reverencia tras dejar los selectos muros del viejo imperio latino. En otras mismas gotas de igual desprecio por la madre Tierra que Poseidón supo hacer suyas, incalculables tesoros descansan enterrados, recaudados a las enormes y torpes naves de algún rey que nunca pisó la tierra sobre la que decía reinar. Tesoros que desde sus eternos escondrijos marcados en mapas partidos en mil pedazos demostraban que sobra la riqueza cuando campea la libertad.

Piratas que en jaque tuvieron a tanta nación, el miedo clavado mantenían en las atenazadas piernas de tanto preboste cuando del negro pabellón el serviola daba aviso de su posición. Piratas, esclavos tan solo del viento y de su propio corazón, frente a corsarios de patente y servicio al mejor monarca postor.



Monstruos pintados como tales, violentos y sedientos de sangre. No más que la que de la misma forma bebían otros con uniforme y reconocido pabellón fuera britano, hispano, francés u holandés, cubiertos con las leyes, la cruz y la mutua aceptación. Mientras, Mary Read, Alonso de Contreras, Edward Teach, Benito Soto, Henry Avery, Anne Bonny, Baba Aruj, William Dampier, Bartolomé Roberts y mil más que quedaron en el recuerdo de quienes no cedieron a nada más que al viento, al combate, al ron y a la pura libertad de la navegación como vida.

¿Cuántos hombres y mujeres murieron bajo su alfanje, su espada o bajo el estruendo de su cañón? ¿Cuántos cayeron muertos miedos al grito de ¡Al abordaje!?

En cambio, ¿Cuántos mas murieron bajo la bota de la conquista de tantas banderas sin remisión? ¿y cuántos más?


La vieja piratería ya solo queda para los libros y las novelas, para las ilusiones y los sueños, a veces buenos, a veces pura pesadilla. Ahora la palabra pirata ha quedado sin su centenario significado, como tantas otras de nuestro léxico, tan sólo les ha quedao el regusto del significado qie le dejaron los que a ellos vencieran. No importa pues siempre nos quedarán los viejos libros y los mismos deseos de libertad únicamente sojuzgada por los eternos elementos fuera del alcance del hombre




Pabellón del temible Capitan Teach (Barbanegra)

EL PIRATA

Ni corbeta, berberisca,


ni galera veneciana,


con mi nave capitana,


se ha podido comparar;


que con su, dorado campo,


entre mil flámulas bellas


iza pabellón de estrellas


más azules que la mar.


Espantado el argelino,


cual buzo de tiburones,


huyó viendo sus cañones,


que treinta por banda son;


ceñido el lunado alfanje,


sin desplegar sus enseñas,


como vil entre las peñas


ocultó su confusión.


Mi bajel busca la lid


si nave turca es llegada,


barre el mar con su andanada,


y suspira el musulmán:


si el vino vedó a los suyos


aquel que llamaron fuerte,


beben agua. Hasta la muerte


los perros del alcorán...


Malta le rinde su cruz


cuando mi bajel asoma;


sus llaves la misma Roma


deponiendo su altivez;


y en frente de mis estrellas,


en medio de airados mares,


el águila de los Zares


recelosa vi una vez…



Juan Arolas (1805-1849)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi el que siempre me ha atraído es Amaro Pargo.
Tenía una casita en mi isla, que conste:

http://www.tagzania.com/pt/casa-pirata-amaro-pargo/

Anónimo dijo...

Unuca dejarán de atraerme las historias de piratas...