domingo, 13 de diciembre de 2009

No habrá montaña mas alta... (42)

…La flota al fin descansaba en la bahía interior de Cartagena donde los ferros de cada nave dieron por bien el fondo de esta dando término así a la primera parte del viaje desde Cádiz. No se dentendrían durante mucho tiempo en esa ciudad, pues era un lugar de entrega de material para la construcción defensiva y de desermbarco de soldados que ocuparían los emplazamientos militares que fueran poco a poco dando la seguridad a la ciudad como puerta de entrada hacia lo que pronto sería la capital del virreinato de Nueva Granada, Santa Fe de Bogotá. Tras esta ciudad Quito, la minas de plata y todo lo que ansiaban las potencias en pugna con España abrían el virreinato de Perú. Con la nueva dinastía se había establecido un regimiento estable de infantería en la plaza al igual que en otros lugares de las costas del Caribe, pues se era consciente que tras el descalabro de la Guerra de Sucesión el objetivo siguiente era repartirse entre las potencias europeas la América hispana.



El objetivo final de la flota era arribar a Portobelo situado en El Darién donde se celebraba la feria donde intercambiar las mercancías transportadas por la plata  arribada del Perú a través de Panamá. Para el gobernador de Cartagena la visita de la flota le acarreaba verdaderos quebraderos de cabeza pues aparte de la soldadesca a la que había que adaptar al clima y las costumbres, debían de suministrar a la flota los pertrechos necesarios para reponer lo consumido y  aquello siempre acababa mermando los caudales de la casa del gobernador. En cambio para la población era siempre motivo de jolgorio pues las ganancias crecían en sus bolsos, que siempre había algo que intercambiar entre los visitantes y los que en la ciudad vivían, Cartagena estab cambienado la parte comercial de su pasado por la de baluarte militar.

Como le había prometido Miguel Grifol, Daniel pudo desembarcar en el primer esquife que zarparía rumbo a tierra, al que el comandante de la Furiosa le dio orden de abarloarse primero en el Virgen de Valvanera para dejar en este a Daniel.

- Daniel, tienes dos días para despedirte de tu familia. Pasado mañana, antes de que sol marque el mediodía, deberás estar a bordo y presentarte ante mí. Sales con un permiso especial pues ningún hombre de los barcos militares tiene permiso para bajar a tierra salvo con órdenes precisa y siempre bajo pena capital en caso de deserción.

- Capitán, bien sabéis de mis intenciones y aquí me tendréis a la hora prevista sin novedad. Con el debido respeto, capitán. ¿Seguiremos a Portobelo con la Furiosa?

- Eso es lo que más me preocupa, pero mucho me temo que habremos de dejarla aquí para que determine el tribunal de presas su futuro. Mi deseo sería continuar con ella hasta Portobelo, la Habana y el tornaviaje a España, más todo puede suceder. En todo caso sea a bordo de la Furiosa o en otro de los navíos del rey haremos el tornaviaje como hemos hablado. Ahora márchate y aprovecha estas últimas horas con los de tu sangre pues puede que no los vuelvas a ver en años.

Con el saludo de rigor ya bien aprendido por parte de Daniel abandonó el alcázar de popa y se embarcó en el esquife hacía la urca donde bullía unan febril actividad por quienes iban a desembarcar en Tierra Firme que no eran otros que la familia de los Bracamonte y los León junto con tres familias mas, el resto de la carga de la urca iba a la feria de Portobelo para lograr su mágica transformación en la rica plata del Perú.

El encuentro de madre e hijo fue algo perfectamente imaginable aunque de imposible descripción, las lágrimas y los abrazos sucedieron a las miradas de una madre sobre su hijo y su estado para continuar abrazándose. Daniel sin casi detenerse a coger aire le relató a madre y hermano combates, navegaciones, explosiones y todo lo que había vivido con el orgullo de quien por primera vez ha alcanzado lo soñado y desea compartirlo con quien ama. María casi no le escuchaba pues solo deseaba oírlo, sentirlo cerca vibrar con la fuerza de la vitalidad en estado puro. Miguel lo observaba como a un gigante al que deseaba imitar, al que seguiría si se lo pidiera.

La mañana  se pasó entera preparando el desembarco en el que participó Daniel en todo lo que pudo hasta que tras la última comida a bordo y las despedidas de los que habían sido parte de sus vidas durante casi dos meses comenzaron a desembarcar en tres lanchones que habían dispuesto para ello. Comenzaba en ese momento la ardua tarea de encontrar alojamiento y sobretodo el camino para hacerse un lugar en aquellas tierras de noble acogida pero de total desconocimiento por parte de ellos. Estaba el Virgen de Valvanera fondeado muy cerca del Fuerte Manzanillo, con lo que no era muchos golpes de remo los que les llevaría hasta el muelle. Pisaron tierra al fin en el arrabal que portaba   el nombre bíblico de Getsemaní donde una vez desembarcados ambas familias, tanto Pedro León, como Daniel y Fabián hicieron otros tres viajes mas para trasladar todo el material  de manufactura textil, como los útiles y herramientas que iban a necesitar una vez establecidos para empezar a labrarse un futuro en esas nuevas tierras.

Así estaban y casi rayando el término de un atardecer refrescado a duras penas por una brisa escasa y húmeda cuando se les acercó un hombre que media hora antes había detenido su carruaje a una distancia prudente, intentando determinar las mercancías que se iban acumulando sobre el muelle hasta que creyó saber lo que representaba y ante ellos se presentó.

- Perdonen mi osadía por importunar su actividad. Mi nombre es Arturo de las Heras y soy nacido aquí en Cartagena, soy hijo de españoles. Vos sois…

- Pedro León y esta es mi familia, este señor que a mi lado me está ayudando es Fabián Bracamonte y su familia que también viaja con nosotros. Somos hidalgos de Castilla donde nos dedicábamos a la explotación y el comercio del paño y todo lo que de textil pueda uno imaginar. Estamos buscando un transporte para cargar todo y poder almacenarlo en algún lugar donde alojar nuestros agotados cuerpos hasta conocer un poco las posibilidades de tales negocios  en esta región.

Los ojos del hombre se iluminaron y no se lo pensó dos veces

- ¡Alabado sea nuestro Señor! La Providencia debe estar ociosa y ha venido a postrarse en este muelle cartagenero. Soy yo un comerciante de textiles, no trabajo en su producción, pues simplemente compro y vendo lo que otras manos hayan tejido, desde los mantones de Manila y las sedas Chinas que acaban llegando desde la Villa de Acapulco, hasta los encajes de Holanda que arriban en la flotas de España. No se hable más, si me permitís daré aviso a mi gente para que os ayude a trasportar vuestro equipaje a mi casa donde hay espacio suficiente para todos. Allí podréis tomar descanso y también podremos hablar de las múltiples posibilidades que se nos puede ofrecer tanto a vuestras mercedes como a mi  humidle persona.

Pedro León y Fabián se miraron sorprendidos mientras el hombre con un gesto hizo venir a uno de los esclavos que permanecía al lado del carruaje esperando por su amo. Las cosas podrían empezar de muchas formas cuando uno se enfrenta a lo desconocido, pues no sabe que encontrará  a cada esquina doblada y de su respuesta, en este caso dejaron que los vientos de fortuna los empujaran sin más…




1 comentario:

Anónimo dijo...

Ando sin mucho tiempo, pero en cuanto pueda, me pongo al día. Un saludo, Blas.