…Como si de vidas paralelas se tratasen, la de Daniel Fueyo al mando de la Minerva y la del Marqués de Santa Cruz, Don Álvaro Navia, asi corrieron, en el inicio parejas acometiendo sin miedo sus respectivos retos. Daniel contra el viento y tratando de apurar barlovento mientras daba distancia a la galera en la que los rebenques de seguro ya marcaban la sangre de los que como galeotes veían en la flota su liberación, el Duque con 1.500 hombres se lanzaba a cortar y derrotar a quienes consideraba pura escoria al servicio del turco. Dos acciones que distintos resultados llevaron aunque en ninguna la bravura y el pundonor concedieron victoria. La Minerva era superior a las naves enemigas una a una e incluso frente a dos pues a pesar de plantarse como insignia un navío argelino de 60 cañones, no era su marinería y dotación de nivel suficiente para dar con la “Minerva” y su pabellón real bajo las armas del Bey. Ni ese navío, ni la corbeta y resto de galeras en las que los galeotes brillaban en su esperanza por la liberación. La maniobra consistía en entorpecer el avance sobre nuestra galera y atraer a la mayor parte de la flota sobre si para aligerar el cañoneo sobre Orán y las tropas del Marqués.
De forma intermitente trataba de ver la evolución del ejército al que veía en exceso avanzado. El enemigo argelino huía y eso no le gustaba a Daniel, tal treta ya la observó en el desembarco semanas atrás y seguro que había celada en semejante huida. Cosa que se cumplió como la prueba del nueve. El marqués junto a sus hombres quedaron atrapados en una bolsa que los triplicaban en número. Desde la fragata solo restaba la bilis de la impotencia por no poder alcanzar con sus cañones sobre ellos. Cambió de banda su largomira comprobando que la galera estaba a suficiente distancia como para no ser plato de interés a aquella flota que más se marcaba como objetivo Orán y su castillo. Tocaba hacer lo mismo, retirarse a tiempo podía devolverles la victoria.
- ¡Segundo! ¡Virando hacia la galera!
Ni un solo cañón o pedrero tuvo oportunidad desde cada bando de hacer fuego, la pequeña escuadra victoriosa enfiló sus tajamares con la misión de bloqueo de la ciudad para cerrar así el asedio de la ciudad desde tierra y mar. Mientras, galera y fragata ganaban millas tratando de encontrar al “Santa Olaya” junto al otro bergantín y galera para decidir las acciones con las que encarar aquella situación.
- ¡Capitán, señales desde el castillo!
En efecto, desde la fortaleza tras varias andanadas de aviso trataban de comunicar con la “Minerva” aplicado el código secreto de señales acordado para esa comisión. Atentos, el primero en traducir el mensaje fue el alférez de fragata Gonzalo Arrieta.
- ¡Mi capitán, desde el castillo dicen…!
- ¡Lo sé! Quieren embarcar un mensajero con informes de situación para entregar al Almirantazgo. Y el marqués, Don Álvaro ha muerto. Nuestro Señor lo acoja en su gloria y castigue a esos perros con el infierno más cruel que pueda ofrecer.
El alférez tras la encapillada de mala baba del capitán, en silencio se cuadró esperando órdenes.
- ¡Arrieta! Envíeles esto.
Daniel se apoyó sobre una de las batayolas y escribió sobre un trozo de tela arrancada de algún coy con la rabia de la derrota y el desprecio por el enemigo. “Anochecer del 4 de septiembre hasta medianoche y del 5 para recogida en Las Aguadas. Suerte. ¡Viva España!” Sin dilación el serviola repitió las comunicación hasta recibir el acuse desde el castillo. Una salva de despedida fue lo último que quedó ahogada entre la algarada de las tropas del bey Hacen y su aliado el bey de Argel. La ciudad quedó bloqueada. Al menos los vientos inflaban las alas de fragata y galera alcanzando el cuadrante marcado para situación de emergencia. Solo quedaba quedar a la espera prestos en zafarrancho hasta el avistamiento de los dos bergantines y la galera con la que preparar la operación un día después. Medio día de tensa espera más tarde dos naves aparecieron por horizonte de poniente tratando de ganar barlovento hasta ponerse en facha por el costado de babor de la Minerva, ambos bergantines. Mientras, más lenta y menos marinera, la galera iba aproximando su imaginario espolón de abordaje por el levante.
Daniel llamó a consejo a los comandantes de aquella escuadra mínima donde les informó de la situación de bloqueo de la zona y la muerte segura del Marqués de Santa Cruz. La situación podría ser crítica intramuros del castillo y la ciudad sin cabeza prominente que acallara debilidades y con un enorme ejército dispuesto a tomarse la revancha tras la derrota humillante por propia enjundia del moro y sus ansias de vida frente a muerte con honra. Daniel tenía clara la oportunidad que solo sería una y se basaría en la velocidad de su fragata y los dos bergantines para romper el bloqueo durante los pocos minutos en que esta maniobra de despiste diera la oportunidad de embarcar al mensajero de la ciudad, entonces, desplegadas las alas y rastreras si las tuviera el bergantín se plantara este en Alicante para llevar la mala nueva al mismo Rey si fuera preciso.
- Caballeros, hemos de recoger al mensajero entre el atardecer y la medianoche de mañana o en el mismo periodo de la siguiente jornada. En caso contrario uno de los dos bergantines partirá a la señal de esta fragata con rumbo a España para dar aviso y solicitar refuerzos que rompan el bloqueo. Estimo la maniobra de esta manera que les someto a su valoración sincera y sin rodeos.
El Capitán de la “Minerva” extendió la carta de aproximación a Orán donde se podía distinguir la punta de Mazalquivir cortando la playa de Orán al este y las Aguadas al este.
- Vos, teniente Ramos junto a nosotros entraremos desde el este de la ciudad a romper el bloqueo tratando de evitar a toda costa que nos embolsen las galeras donde Dios guarde a nuestros hermanos que bregan a golpe de banco. Hemos de llevarnos hacia nuestra posición su atención y si es posible que sus rodas enfilen con gusto nuestras amuras. Mientras vos, teniente Cefontes deberéis entrar por Las Aguadas cuando el sol justo haya cerrado su jornada sobre el horizonte. Deberá distinguir la señal sobre la playa de tres golpes largos y dos cortos en color verde. La respuesta no será otra que el esquife largado sobre la mar y solo al alcanzar fondo donde varar hacer señal luminosa. Ellos sabrán y embarcarán al mensajero.
- Capitán, para bien o para mal de la maniobra cómo os informaremos.
- Para bien o para mal doblaréis el fuerte de Mazalquivir y daréis tres andanadas si es para bien largando trapo seguido para España. Si es para mal serán dos y nos encontraremos en este punto al amanecer del día 5.
El teniente Cefontes asintió, poco mas era posible hacer en aquella situación en la que seguro ayudaría la buena cena con los mejores caldos encontrados en el fondo de la despensa del comandante de la Minerva, que les ofreció. Eso y los rezos a la Virgen del Rosario que nunca están de más cuando de mar se trata….
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