Cristales pálidos reverberan en el trasluz tu reflejo profundo
sobre el alma por el sueño dormida bajo eternos cielos
sin tejas ni cubiertas bermejas que oculten tus miedos
mientras sonríen tus labios sin dar porqués al viejo mundo.
Caminos que llevan sin ánimo a plantear un dúo como destino,
el uno, sólido como el puro y recio sabor del que vence
el otro, tan amorfo como agua que acepta lo que ni siquiera convence
quedando para sí la vieja duda como amalgama entre meta y destino.
Tardes plomizas que caen en el tedio que produce el camino
tantas veces bebido como deseado bálsamo frente al cieno
creciente cuando el ánimo se detiene sin deseos por conocer tu destino.
Voces silenciosas imaginando esa palabra nunca dicha
grabada en el real e inconsciente dueño de los sentidos
que lo niega, lo aturde y lo aferra al sueño real contra la desdicha.
4 comentarios:
Aquí presente, desde México un saludo.
Todo está en nuestra mano, o por lo menos, eso es lo que hay que creer.
Besos
Admiro los sonetos, como éste, bien hecho. ¡Saludos!
Qué preciosidad, madre mía........
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