La nave hundida sobrepone sus miedos
mientras dulce recibe aguas de mil cielos
encapillando olas de sal y realidad por babor
devolviendo capas de viejas pinturas por estribor.
Rayos intempestivos arrojados con su carga en razón
dirigidos por el viejo San Telmo mirando al corazón,
Santabárbara de fuego, verdadero centro de pasión.
Inútil golpeo sobre la pasión en el puro corazón
mientras llueve, truena, golpea sin piedad
a la nave hundida sin forma ni opaca reflexión
como fantasma persiguiendo verdades
que son naves partiendo mares reales.
Vieja se siente esta nave
abigarrada en cien temporales
desengañada por descubrir lo conocido
mil años antes por ella misma ya sabido
mas siempre tapado por deber lo debido.
Sentir el viento en el rostro como verdad
aferrado al navío vital de la soledad
potente, fiero y seguro en su andar.
Rociones como verdadera compañía,
tal que pálpitos de corazones solitarios
unidos en la misma derrota vital.
“En una borrasca…
no es posible medir la frases”
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