… -Ahora que estamos solos y nadie nos escucha. ¿Qué es de tu vida marinera? De la otra te pido me la relates en la cena pues apuesto que no llevará arroba ninguna de desperdicio. Te juro por las toninas del Cantábrico que nunca imagine encontrarte a bordo. Y juro esta vez por la inexistente bala de cañón que pretenda matarme alguna vez que me alegro al ciento de ello.
Segisfredo tan sonriente como su compañero de mares y guerras riéndose de su amigo y comandante siguió con el mismo tono de amistad
- Bueno, bueno, por muy comandante que seáis vos tan solo me aventajáis en un galón sobre la charretera y tendréis que bregar y vaciar alguna de vuestras botellas para que largue este mísero mortal de sus escarceos y amoríos cual corsario con patente propia.
No pudo contener la risa Daniel que para estos andares era mas bien de corto aparejo
- Cuidaros esa patente que no expide su majestad títulos a deshonrados caballeros y quién sabe dónde estará la que os desarbole sin opción a mantener arrancada y presta la huida.
- Mi querido Daniel, creo que no hay fémina, duquesa o espartana plebeya que siquiera largue andanada a la balconada de mi navío. Pero dejemos estos temas para esa cena que prometéis de ley. ¿Queréis saber del bergantín?
- Así es, Segis. Cuanto antes dadme una descripción general de su estado, cualidades y por supuesto con qué tripulación contamos para su brega.
- Pues bien, querido amigo, habéis comprobado la fineza de sus líneas a primera vista. Llevo a bordo menos de dos meses sin saber en realidad a qué se debió mi traslado desde el arsenal de Cartagena de forma tan urgente y tan solo he completado un servicio de correo entre El Ferrol y este departamento. Su comandante hasta hace dos semanas era Don Jose Manuel Bezos que hubo que desembarcar antes de tu llegada por un acceso de locura que decían los galenos, mal rayo los parta. Más bien creo que su problema no era otro que la progresiva pérdida de visión y su negación ante los errores cometidos que añadido al carácter avinagrado era mejor estar bajo la quilla antes que a su lado en la balconada. Tuvo graves problemas para dirigir la maniobra de atraque aquí en Cádiz, para más “inri” viajaba a bordo desde la salida de Ferrol un impertinente sabelotodo que cargaba un título de grande de España. No me preguntéis su nombre porque decidí olvidarlo. Tuvieron varios enfrentamientos durante la travesía y entre los errores cometidos en la maniobra como te digo, junto a su negativa a aceptarlos entre nosotros llevó a una situación insostenible que culminó con su destitución dos semanas después de desembarcar a semejante petimetre. Don José Manuel me entregó sus notas manuscritas sobre los aspectos que él consideraba oportunos de esta embarcación. No difieren en mucho con lo apreciado por mí en este periodo corto de tiempo, te las haré llegar antes de que toque degustar la buena cena que seguro prometes.
- Llevamos poca tripulación para la dotación necesaria. ¿Algún punto al descubierto, Segis?
- En navegación no hay grandes problemas, entre marineros, grumetes y oficiales de mar hacemos un buen conjunto ante cualquier situación. La prueba es que hace tres semanas doblando el Cabo de San Vicente con fuerte temporal y un ventarrón de más de 40 nudos ambas, la tripulación y el barco, se portaron como uno solo sin problemas respondiendo a cada golpe con la misma decisión y velocidad. Tenemos problemas de manejo en la parte artillera. Entre la tropa de artillería y los artilleros de preferencia no hacemos un verdadero bloque ante un enfrentamiento con enemigo que se precie. Es cierto que nuestra ventaja es la velocidad y nuestra misión es la de comunicar nuestras diferentes bases navales, pero en una situación comprometida con britano al costado creo que solo nos salvarían los garfios de abordaje y nuestra vieja furia solo con nombrada ya temida.
- Me preocupa esto pues no sabemos lo que tardarán nuestros enemigos en romper hostilidades que mucho estamos progresando y no es algo que den largas por su propio bien. Mañana recorreremos el Bergantín de quilla a perilla. Me gusta saber donde me manejo. Además habrás de seleccionar los artilleros preferentes que entren en tu valoración como los que puedan ser nuestros apoyos en lo que debemos hacer por delante. Me da igual si no tiene tal cargo a bordo, solo deseo los mejores que son los que habrán de garantizar combate recio ante quien plante su nave frente a la nuestra. La tropa de infantería es pequeña en número, no sé cómo estamos de mosquetes y armamento de abordaje. Habrás de informarme también mañana a primera hora pues tras la revisión de la nave y la revista a la dotación quiero desembarcar para informar de necesidades tanto de material como si fuera necesario de nuevos embarques o desembarques. No sé cual será nuestro destino ni la fecha de levar anclas pero creo que deberá ser en poco tiempo y deseo que esta nave este al máximo posible de sus cualidades.
Segisfredo lo escuchaba sorprendido por la seriedad y el tono mudado desde las bromas de inicio y la seriedad más propia de viejo comandante que como tal en solitario lamía sus heridas. Sabía que ese era el sino de un comandante de navío del Rey que tiene en sus manos la vida y la seguridad de la nave, además del éxito de cualquier misión encomendada. Hombres que mantenían el poder y el halo cuasi divino en su actitud ante su dotación que como tal semidiós debían de tenerlo. Era como debía ser pero no podía imaginar a su mejor amigo en tal postura.
- Como digáis, mi comandante. Mañana dispondréis de los informes solicitados amén de revisar con vuestra merced el “Santa Rosa” desde el palo del bauprés hasta el codaste. Ahora si me disculpáis me retiro
El tono era algo desabrido y Daniel se percató al instante
- Segis, no te lleves a mal el tono con que me manejo, que a veces no me doy cuenta de con quién estoy hablando. Cuando estemos solos y se me vengan tonos de teniente general ya sabes que solo has de golpear el timón y retornaré al rumbo debido.
Una sonrisa entre ambos devolvió todo al inicio sellando su segundo la situación con la cita pendiente al oscurecer
- Así será por el pendón que nos une desde más de un lustro, hermano.
Quedó solo Daniel en su modesta cámara, verdadero palacete comparado con la del resto de la tripulación, pensando en el reto que cernía su sombra de luz sobre su vida. Era un momento para grabar a fuego en sus recuerdos futuros. En puro silencio observaba, sentía, percibía los leves golpes de la mar sobre la nave y grababa el olor a barco que impregna todo; olor que tantas veces aturde cuando al desembarcar las ropas mantienen y con más de un lavado apenas se logra eliminar. Mañana sería el día de acometer lo que se plantase a proa, esta noche le esperaba una buena cena junto a su mejor amigo.
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