Es el final,
profeta del tiempo,
veneno inmortal,
llave que cierra los poros
por los que corre indemne el vendaval.
Entre incendios silentes
como Trepanadores pacientes
de un combate desigual
donde el miedo,
anulador de la voluntad
entre gritos dementes
sin mas la combate.
Mientras, los deseos huyen
calmando sus ansias
temerosos a la propia caza de un viento
descubridor del verdadero hogar de su pensamiento.
Es el final
sin todavía saberlo
por ser incapaz el ánimo de creerlo.
Perdido entre la jungla frondosa de la excusa,
crecida y regada por el propio recelo
a descubrir la luz que sin duda ya advierte
se mantiene firme en el combate
sin otra espera que la eterna derrota.
Es el final,
donde las islas se sumergen
bajo las olas que sobre ellas fenecen
sin espuma ni honores que las premien
mientras caen los sueños pisoteados en tierra,
húmeda y salada sin ceremonia ganada
por el jinete de fuego atropellados
en furiosa cabalgada
hacia el final de lo que se sueña,
donde aguarda lo que por abandono
se deja en el fútil albero de la suerte.
Sin trapo, sin deseo,
sin muleta, sin espada.
Ya solo sabedor de su muerte.
1 comentario:
Creeme, no es el final
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