viernes, 14 de septiembre de 2007

La mirada del niño

Aquél pequeño avión saltó empujado por la fuerza de un oculto y robusto resorte. Sus alas y el timón de popa reflejaban ilusión en el brillo del niño que apretó del gatillo que lo empujaba. Ascendía, subía en círculos mientras su también pequeña hélice giraba. Los segundos contaban y la corriente de aire cálido no aparecía. Caería sin remisión sobre la alfombra verde que tapizaba la zona de juegos solitaria a esas horas en aquella tarde fría de puro septiembre cantábrico.

Pero la Esperanza no se retira nunca; ni que fuera nieta de algún Tercio de los que luchaban en el Flandes del XVII. Podría faltar paga, comida, ropa, hasta pólvora para el arcabuz, pero no se retrocedía, la meta estaba delante, el fracaso a su espalda. Los ojos brillantes del niño seguían empecinados, tenía que subir, ¿por qué si no tenía alas?.

Como el viejo Tercio, subió, y subió, se alejó, parecía no querer aterrizar, los tirabuzones eran cada vez más precisos, planeaba sobre las mesas de madera con el viento a su popa exhausto. La pequeña hélice ya no giraba, la corriente ascendente no estaba allí, había ascendido, ¿o es que debía esperar?.

¿Quién o qué movía y hacía volar aquel avión tan frágil?.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

La mirada del niño sostenía aquel imposible vuelo, porque en la fragilidad puede esconderse una firme fortaleza, si es la ilusión quien guía.
La meta estaba delante, el fracaso, desconocido.
El pequeño avión, cuasi imbuido de sensibilidad, parecía seguir la estela de una gaviota, y orgulloso se mostraba al niño, sus ojos elevados a él.
El niño suspiraba: ¡un poco más!¡un poco más!
Y cuando la caida parecía inminente, una ráfaga salida de la nada, prolongó su vuelo en un suave planeo.
Y una sonrisa iluminó su carita resuelta, como diciendo ¡sabía que podía hacerlo!
Minutos después recogió sobre la hierba, indemne, su tesoro, su confianza y con la mirada hacia el sol que se entregaba al mar en el horizonte, soñó con su próximo vuelo.
Horacio

Anónimo dijo...

Y dijo el pajarillo:
- ¡La vida es tan fragil!!
La misma corriente que me eleva y sostiene, puede precipitar mi caída y hundirme en un abismo de desesperanza y dolor.
Y el miedo a perder lo que no tengo atenaza mi alma hasta hacerla insensible, para no sentir dolor, para no sentir amor.
Y dijo el sol:
- ¿Crees que el rumor del mundo apaga tu voz y el destello del oro me esconde tu rostro?
La música me gusta y el oro es bello, pero sé donde está lo que quiero, frágil pajarillo, roca que eres, mi apoyo y desvelo.
Sahara

Blas de Lezo dijo...

Tengo la sensación de que estábais conmigo aunque no os viera. En mi próximo sueño, por favor, avisadme para que me presente y poder conoceros.

Besos y sueños