viernes, 20 de febrero de 2009

La Realidad y su reflejo obsidional

Son muchas semanas, diría meses, en los que la realidad mediática  absorbe  tensiones, enfados, insultos entre guerras de ondas y páginas de papel para después devolver toda esa mezcla en forma de balas  verbales sin sentido y,  por supuesto, sensibilidad. Da igual el por qué de faltarse los unos a los otros, todo vale mientras se mantenga a “la parroquia”, (que  somos casi todos), embelesados y cautivos del partido de tenis que pretende representar la vida política de  la sociedad en esta España que repite de forma incesante sus viejos lemas.

Mientras unos siguen  viviendo de su casposo  nacionalismo, que no es otra cosa que el viejo  sentir hispano de las Marcas, las Taifas, los Fueros, ( algunos todavía vigentes), en definitiva la lucha por mantener  la raya de la diferencia que realmente justifica la eterna unión; otros se dedican a machacar al contrario con  diferentes fuegos artificiales sin otra aspiración que la de mantener el   cuero de los sillones  con su propio calor animal o el de  demostrar que el que ellos exhalan  al vacío sin tales sillones es más adecuado para tales cueros de fino acabado.

Entre tanto seguimos sin ver el  negro bosque, cada vez mas tupido, tapado por semejantes árboles nombrados más arriba. Un bosque en el que cada vez somos más los que nos perdemos entre el desengaño y     la extenuación de una sociedad que sin estarlo  acabará por enfermar de muerte. Cada grupo tribal sigue contemplando  su propio ombligo político mientras los que intentamos creer en algo no sabemos   hacia dónde mirar, pero sabemos lo que podríamos hacer aunque   la realidad  acabe por desbaratar la simple Ilusión, (concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos R.A.E.), algo con lo que   se subsiste  cuando  no queda más, otros le llaman Esperanza y algunos Fe.

Visto el panorama, oídas por activa y pasiva las diatribas de tanto  hombre público, a los  naturales de esta aldea global nos queda ya poco que hacer más que ser el puro reflejo obsidional de semejantes mesnadas  abanderadas  como  padres de   la patria que uno desee y tomar refugio,  encontrar  albergue tras los muros de la  robusta plaza llamada racionalidad. Alguien se preguntará   su ubicación para  acudir y resistir los embates  de tal hueste sin reparos; es simple,  solo hay que   cerrar  unos minutos al día los ojos de esta realidad y mirar hacia dentro de uno mismo, la propia conciencia se encargará del resto.

Siglos atrás esta actitud férrea de resistencia a los asedios  tras los muros fue realmente de  una efectividad casi total ante los ataques de  las huestes hispanas, unas veces cristianas y otras musulmanas. Solo hay que mantener el hilo con la realidad, no permitir que  el cerco  de los diferentes padres de la patria nos  cierre por completo, pues será entonces cuando hayamos caído en sus manos.

Escribo ahora de la España que me toca vivir, pero casi estoy seguro que es un calco de otros tantos lugares  en el mundo  donde existan  posibilidades de conseguir un trozo de poder. Desearía que  los regímenes democráticos   despegasen de la mínima base en la que  se mantienen aferrados como si las alas de los pueblos que las soportan  no fueran capaces de mantenerlos en vuelo. Una base mínima sí, pero real e importante, que no es otra que los derechos constitucionales, algo que  podemos presumir de  disfrutar. Por desgracia, tras la base siento que lo que hay es un mero barniz  que se renueva cada cuatro años, nada más. 

Abramos el cerco y de una espolonada virtual  dejemos  que entre el aire fresco de la  razón, el sentido común y que salgan los malos humores producidos por la lucha del poder por sí mismo. Es una lucha complicada, difícil que se me antoja  inalcanzable.

De momento el que suscribe sigue frente a ellos en la misma fortaleza hasta que la desmoronen… o  se rindan  ellos.

No hay comentarios: