sábado, 11 de septiembre de 2010

No habrá montaña mas alta...(86)



… Les dejaba en mi última entrega con la historia inconclusa de un enamorado hombre aproando la nave de su vida por derroteros que lo permitieran escapar de tal poción infalible sobre la voluntad, con la de un joven comandante sin navío que comandar mientras dos mujeres de verdaderos contrastes en sus ánimos suspiraban en diferentes modos sobre sus vidas mejorables. La vida continuaba en aquél tiempo como lo hace en este mismo en el que vuestra mercedes leen estos renglones y como al camarón que se duerme frente a la corriente de la mar, si uno no es capaz de nadar o aferrase a firme puntal será la corriente del tiempo la que lo arrastre sin poder controlar su destino.

Daniel mantenía su sable envainado bien firme a su cuerpo en sus largos paseos sobre la muralla gaditana tratando de hacer que el olor junto al sonido de la mar golpeando sobre esta le diera el consuelo que no encontraba frente al tiempo paciente, que este sí que sabía esperar sin alterarse su ánimo. Cada día que pasaba y trataba de recabar información sobre su situación en capitanía solo recibía secas respuestas que le inducían a temerse lo peor sin padrino que lo llevase al altar de los recomendados. No deseaba molestar a su tío en Torremelgarejo salvo si la situación se complicaba en demasía y rezaba lo que sabía por la llegada del que creía su valedor a pesar de su altura en la Real Armada.

Mientras estos sufría Daniel, este valedor, Don Blas de Lezo y Olavarrieta tras separase del “Santa Rosa” y el “Gamo” puso la proa con rumbo a la rada de Génova, como Jefe de Escuadra embarcaba en el navío de 60 cañones de nombre tan significado para nuestro reino como “Santiago”, conformando la línea de combate otros cinco navíos mas cazaban el viento al máximo de sus posibilidades para llegar en el mínimo tiempo posible a cumplir la misión encomendada. Don Blas presentó sus seis navíos frente al palacio de los Doria ante las miradas sorprendidas de quienes por allí paseaban. Una razón fue clara para que esto se produjera.

- ¡Izad bandera de combate!

Ante semejante amenaza no solo el pueblo corrió a tomar refugio, el Senado genovés como órgano de gobierno de la ciudad se convocó a sí mismo en reunión de urgencia mientras los seis navíos continuaban a la espera de la orden de su Jefe de Escuadra. Dos esquifes escoltando a la barcaza de las grandes ocasiones trasladaron a un mensajero al navío “Santiago” con demanda de propósito por parte de la escuadra.

- Comunique al senado de su ciudad que aguardo impaciente el pago de dos millones de pesos por parte del Banco de San Jorge que adeuda a la Real Hacienda española; el plazo ha vencido y la deuda ha de pagarse.

No creían que tal cosa les estuviera sucediendo y como reyes del regate y la negociación plantearon el tiempo para su logro y entrega, más de un mes era su propuesta. La respuesta fue tan clara como la primera

- El pazo está vencido y he sido comisionado para llevar a España el dinero. Decidle a vuestro Senado que debe de tener sobre esta cubierta los dos millones o abriré fuego sobre la ciudad. Doy un plazo de veinticuatro horas para conseguir el dinero.

Tan claro estaba que los genoveses con el Senado como su estandarte no creían tal amenaza apoyándose en el posible estallido de un conflicto entre naciones pues Génova no estaba sola en el concierto europeo. Pero el tiempo taladra cualquier muro si el miedo acecha y dieciséis horas más tarde el general mandó abrir las portas de los cañones de la escuadra, más de 130 bocas de fuego mirando sin piedad a la espera de vomitar su letal aliento. El pánico fue el siguiente espectro en aparecer como cruel danzante entre el conjunto de la población que mejor que la bala mas certera se abalanzó sobre los gobernantes de la ciudad. El dinero como mágica aparcición fue llenando los cofres hasta colmar los dos millones de pesos y antes del plazo fijado por Don Blas el pago subió a bordo del navío “Santiago” junto con la comitiva vencida. Pero nuestro gran Jefe de Escuadra era recto y no aceptaba desagravios ni chanzas contra su reino ni contra nadie ya fuera amigo o enemigo, con lo que aún tuvo a bien ordenar con frialdad


- No he de recibir el dinero hasta que en señal de desagravio las autoridades de Génova hagan un saludo excepcional a la bandera española que ondea en mis mástiles; de lo contrario y tras el plazo convenido daré la orden de fuego sobre su ciudad.

Nunca en aquella ciudad se había organizado un despliegue militar tan perfecto en tan poco tiempo, bandas de música, salvas de mosquetería sobre una bandera que no era la de su ciudad. Pabellón que con solemne lentitud fue izada en el mástil del puerto. Con su único ojo satisfecho tras el largomira, Don Blas dio orden de cerrar las portas y lentamente enfiló sus naves a la villa de Alicante con el honor de su reino y su rey restituido además de los caudales recuperados.

Con la grandeza y la humildad de alguien fuera de serie arribó al puerto de Alicante donde su rapidez en el cumplimiento corrió como reguero de pólvora hasta la villa y corte, donde su majestad recibió con agrado y sin sorpresa tales nuevas viniendo de alguien que tan grandes victorias le dio en la mar durante la cruel Guerra de Sucesión por el trono contra los britanos en los sitios de Barcelona, rompiéndolos con maestría en inferioridad frente a éstos.

De los dos millones, medio se entregó al infante Don Carlos que llegaría a ser el tercero de España, que debía partir hacia Italia mientras que el resto quedaron en la villa para la preparación de la expedición contra Orán como verdadera base de la piratería berberisca, que ya vimos lo que produjo con el combate llevado por Daniel a bordo del “Santa Rosa”.

Esa rapidez no solo beneficiaría a la jornada contra Orán, Cádiz no estaba lejos y los rezos de Daniel no iban a ser desoídos. La orgullosa escuadra arribaba a la rada gaditana el 20 de marzo de 1730, días antes de que el fallo del consejo fuera hecho público. La visión de su gallardete de Jefe de Escuadra sobre el “Santiago” le dio alas a Daniel para volver a soñar. Estaba seguro que volvería a navegar…

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