jueves, 13 de septiembre de 2012

No habra montaña mas alta (134)



…Pasaron dos días de normalidad, quizá menor pues dejaron las fiestas y los saraos cada uno por sus propias razones, acudieron a capitanía en busca del destino ansiado que no acababa de llegar. Segisfredo como pudo se distanció de Doña Ana cual corbeta “a un largo” huye de navío de línea, algo que redujo la calidad de guisos y caldos para verse obligados a compensar tal escasez en tabernas y cafés, a mayor coste pero también mayor paz. Daniel con regularidad visitaba de forma recogida a Dora, aunque siempre trataba de llegar a horas prudentes de madrugada a la pensión si esas horas de tal manera puedieran catalogarse. Dos días antes de la noche de San Juan llegó el teniente Cefontes con el documento ansiado.

- Daniel, tengo lo que buscabas. Ven, subamos a la habitación antes de comer y te lo muestro.

Cádiz S. XVIII
Sin palabras, sin casi poder contener su emoción por lo que esto podría significar para su obsesión se encerraron en la habitación. Segisfredo le mostró los documentos falsos proporcionados por Pelaez en su descripción pero tan verdaderos como lo certificaban los tampones de la Casa de Contratación y de la Capitanía. El trabajo era todo un ejemplo de maestría, aunque eso no tuviera demasiado éxito dado que se había generado en el lugar donde se generaban los documentos oficiales y verdaderos.

Bandera de los Corsarios españoles
La llegada de la flota de barlovento estaba prevista para la mitad del mes de julio, en ella se detallaban los 25 mercantes con sus cargas fletadas desde La Habana. La escolta se reducía a una fragata, de nombre Galgo y 16 cañones, dos goletas de nombre Carlota de 10 cañones y San Bruno de 10 cañones y como capitana el navío San Telmo de 74 cañones. Estibados en las bodegas de estos navíos de la real armada mas de 4.700.000 reales en plata y 200.000 reales en lingotes de oro. Una información tan suculenta para el espionaje britano que debería surtir su efecto de forma instantánea. A esas alturas se sabía y se trataba de evitar los encuentros con la navegación al corso desde Gibraltar y diversos puertos de apoyo en el norte de Africa. Naves de medio porte que estaban al acecho de las flotas todavía muy desprotegidas por la escasez de navíos para su caza; su objetivo: el consiguiente daño en las arcas del rey, la ralentización al máximo posible de la economía del reino en su lenta pero continua recuperación y, cómo no, el reparto del botín algo que siempre motivó en beneficio de los britanos pues era una de las mayores fuentes de riqueza de estos, botines que a pesar de apresar menor número de naves el corso al servicio de Inglaterra que las naves apresadas de la misma manera por parte del corso al servicio de España, eran mayores los beneficios para ellos que para los nuestros. Estaba clara donde se encontraba la riqueza y por ello el objetivo certero. La llegada de la flota daba como previsión la salida de la flota de Tierra Firme para el mes de octubre que al fin y a la postre era el “objetivo”.

- ¡Gracias Segis! No se cómo pagártelo. Esta misma noche se lo entregaré para que pueda organizarse con Temperance y preparar la salida en octubre.

Segisfredo trató de hacerle ver lo que la ceguera del amor siempre oculta por mil razones en otro momento claras.

- ¿Estás seguro de entregar este documento a Dora? Al fin y al cabo ya conoces las fechas y con ello todo es cuestión de organizarse.

- Ya te lo dije. Ella me lo pidió pues necesita hacer valer la llegada y salida ante su amiga para que esta le ayude. Yo la creo y no necesito más.

- De acuerdo, Daniel. Así será y mientras sigamos a la espera del destino aquí me tienes para lo que necesites.

Daniel no aguantó mucho tiempo más con su amigo y encaminó sus pasos a la puerta de La Caleta donde poder ofrecer, de la forma inconsciente que el amor provoca, semejante tributo a Dora Macleod, señora en aquellos instantes de su voluntad, verdadera brújula sobre el cuarto de derrota de su vida. De igual manera Segisfredo, a través de Antúnez comunicó el paso dado, quedando tal y como le aconsejó Luis Peláez en su última reunión a la espera de sus noticias en la Pensión, eso si, abaluartándose en su habitación ante el indudable asedio que plantearía doña Ana sobre su persona.

23 de junio de 1733, el sol, orgulloso y resistente se niega a dejar de acariciar la bahía, Cadiz bulle por las inminentes hogueras que darán paso a la celebración del paso de estación. Cualquier playa ya abarrota de leñas, maderas y restos de lo que se desea olvidar. Mientras, Dora Macleod camina apresurada por entre el gentío, oculta sobre una capa gris oscura que la disimula a la perfección entre la escasa luz que ya resta y el bullicio en progresiva evolución. Su destino era el tinglado en la zona portuaria donde justificaba su apariencia de comerciante el falso Vizconde, “Textiles Ferrero”. Dos sombras, la primera con apariencia de infame borracho que seguramente no alcanzará el prendido de la hoguera seguía a la mujer mientras que otro hombre, agazapado sobre uno de los carros que servían para llevar la carga a los mercantes mantenía su vigilancia continua, serena y perfectamente disimulada bajo mantas y objetos abandonados que a nadie interesaban aquella noche tan particular del año sobre el tinglado de Textiles Ferrero. El viento del suroeste permitía escuchar desde su privilegiada posición con cierta nitidez las conversaciones que se pudieran producir en el tinglado.

Con la noche ya presentada, Dora Macleod se presentó en la puerta del Tinglado. Alli le estaban esperando Temperance y Alfonso de Marcos, este último no mostraba ese rostro de pánfilo que mantenía de forma forzada en las reuniones públicas. El calor a pesar de las horas ya nocturnas seguía apretando por lo que tras observar la paz y la calma en aquellos muelles desiertos decidieron aprovechar la brisa que en algo refrescaba a los tres personajes para quedarse fuera del tinglado.

- Buenas noches, Andrew. Elisabeth. La noche es preciosa…

- Buenas noches Charlotte. Vamos, no perdamos mas tiempo. Muéstranos los documentos.

La conversación era nítida, escueta y como podía comprobar el hombre de confianza de Peláez confirmaba la falsedad hasta en sus propios nombres. Dora o Charlotte entregó los documentos que sin mediar palabra el jefe de ellas dos procedió a supervisar y comprobar su veracidad. No hizo falta mucho tiempo para ver de la autenticidad completa tanto de los sellos, como del lacrado y timbrado de los papeles.

- Perfecto vuestro trabajo, Charlotte. Me encargaré de hacerlos llegar lo más pronto posible a su destino. Esto podría permitir golpear en la caja de caudales de nuestros corteses amigos y anfitriones. Nuestro rey estaría orgulloso.

- Gracias Mr. Andrew. Desearía pediros un favor, señor.

- Vos diréis, Charlotte.

- Me gustaría desaparecer de esta ciudad cuanto antes, si fuera posible mañana mismo aprovechando cualquier excusa. Podría llegar a La Roca sin levantar sospechas quedando disponible para cualquier operación que demande nuestro servicio en otras latitudes lejanas a este lugar.

- No os entiendo. Vuestro trabajo está siendo excelente. ¿Teméis ser descubierta? ¿habéis detectado algún seguimiento de las autoridades? Por lo que yo percibo tenéis a ese hombre, David o Diego o como se llame, comiendo en vuestra mano, quizá necesitemos algo mas de él que seguro podréis obtenerlo sin mucho esfuerzo.

- No me han descubierto ni he detectado seguimientos ni extrañas preguntas sobre mi, pero señor me siento algo cansada y podría fallaros en un despiste, son ya muchos meses aquí y tengo el temor a que este trabajo se pierda por mi culpa…

- De momento seguiréis en vuestro puesto, ya sabéis cual fue vuestro compromiso al salir de Inglaterra y no tenéis otra opción hasta que el gobierno de su majestad tenga a bien conmutaros por vuestros servicios el mal cometido a nuestra sociedad.

- Pero Señor, tan solo es cambiar el lugar del trabajo…

- No hay mas, Charlotte. Os prometo dar aviso de vuestros deseos cuando esta operación haya culminado. Ahora es mejor que nos separemos en la fiesta. Os reitero mi agradecimiento. Elisabeth, acompañad a Charlotte. De momento no nos veremos hasta nuevo aviso por mi parte. Me encargare de avisarles. Buenas noches…