domingo, 17 de junio de 2007

El Desquite (2)

...Un sopor invadió la noche antaño fresca y reparadora. La humedad del suelo comenzó a evaporarse al subir la temperatura ambiental . Un bochorno, parecido al de ciertos días veraniegos, en las que Eolo con sus manías acarrea vientos húmedos y calidos a la vez se apoderó del valle.
A la mañana siguiente los habitantes del lugar comenzaron sus labores rutinarias. Unos acudían al campo, los más intentaban sacar el ganado de sus respectivos establos, otros con sus vehículos salían hacia la cercana ciudad donde las fabricas comenzaban su imparable producción de múltiples productos, unos más inservibles que otros. Cualquiera de ellos, no importaba el cometido al que se encaminase, arrastraba los pies sobre el suelo. Estaban derrotados antes de comenzar. Nadie había descansado a pesar de dormir. El calor, la intensa humedad hizo todo aquello. El color de la mañana era gris, como el color del pozo ya inservible que alimentaba de agua al pueblo en otros tiempos en los que el agua corriente no llegaba a sus hogares.
Al mirar al firmamento todo lo que se acertaba a ver era un cielo totalmente encapotado, pero el conjunto de nubes que así lo mantenían era como si fuesen una sola, no tenían formas irregulares, diferentes volúmenes. Era todo muy extraño. Como decía, cada uno continuó con sus propias obligaciones.
Mientras, encima de aquellas nubes de formato tan inusual y extraño Helios ya había comenzado a elevarse. Al principio y al ver aquellas nubes, sonrió y como tantas otras veces esperó a que su energía multiplicada por el viento las deshiciese. No pudo ser así que aumentó su intensidad progresivamente. Fue imposible. Al hacer esto Helios no sabía que esa energía nada les hacia a aquellas nubes, pues la dejaban fluir a través de si mismas calentando el valle. Durante todo aquel día Helios por más que se esforzó, no consiguió abrir una minúscula fisura en aquel sólido muro de vapor y gases.
La hora de retirada se acercaba y aquella tarde Helios estaba realmente agotado. Había tratado por todos los medios a su alcance de acabar con aquellas nubes y no lo pudo lograr. Como siempre, sus dos picos le estaban esperando aunque sólo lograba distinguir sus dos cumbres rocosas y escarpadas, todo lo demás se encontraba escondido, disfrazado bajo aquel manto gris.
- ¿Qué es lo que ocurre, Gemelos?
- No lo sabemos, parecen nubes. Quizá mañana Eolo las saque de aquí. De todas formas intentaremos descubrir lo que ocurre a nuestras faldas y abriremos nuestras grietas a todo lo que se produzca de noche y de día. Ahora descansa, te lo has ganado.
- Gracias gemelos. Buenas noches.
Helios se retiro a dormir aunque no estaba seguro de lograrlo....

No hay comentarios: