jueves, 7 de junio de 2007

¡POR ALLI RESOPLA! (3)

... como decía el largomira ya sobraba, los semblantes de toda la tripulación eran parecidos entre sí, reflejaban incredulidad, espanto, miedo, sorpresa. Alguno se reía, aunque creo que eso era producto de algún brebaje de fuerte graduación que se administraba a escondidas de los oficiales.De pronto el viento se detuvo como si desde algún punto desconocido algún dios desconectase la fuerza con que lo movía. La mar se detuvo al mismo instante. Todo estaba quieto, parecía un viejo grabado de alguna escuela de marina olvidado tras un desván. Tan olvidado como ellos se sentían del resto del mudo real.- ¿Que es... eso , capitán?, parece...- Si, estás en lo cierto, parece una galera. Hace mas de dos siglos que no navegan y, desde luego, nunca lo hicieron en estas latitudes. Si no me equivoco, esa además es especial.En efecto aquella fantasmagórica figura era una galera. El viejo no iba desencaminado, era una galera muy especial, sus velas latinas rayadas en rojo, su popa inundada de dorados hasta la toldilla y aquel estandarte era sin duda la galera real, aquella que tres siglos antes había pulverizado el poderío de Solimán frente a las costas del Olympo.
La proximidad entre ambas, ya no les separaba mas de media milla, les permitía ver la tripulación, o lo que rayos gobernara la embarcación. Figuras traslúcidas esqueléticas que se desplazaban con lentos movimientos por cubierta. En aquel silencio de siniestra factura se apreciaban los golpes secos del rebenque sobre los huesos de unos fantasmagóricos galeotes. Aullidos de dolor sin apariencia humana que penetraban como puñales en los oídos de cada uno de los marineros. Ya no había aguardiente que lograra mantener sonrisa alguna. Todos estaban paralizados, con la mirada perdida en aquellos cuerpos esqueléticos, envueltos en jirones de ropas de aquella época de la que parecía provenir la galera.
Aquello no tenía explicación humana, la temperatura seguía subiendo, la superficie marina antes líquida comenzaba a trasformarse en un barrillo espeso que hacia de los dos navíos sendas protuberancias dando la sensación que nacían de la propia superficie cenagosa.
El viejo, desde la “Resolución” contradecía a aquel nombre que colgaba del espejo de popa. No era capaz de tomar decisión alguna. Al final acercándose el altavoz a su boca intentó comunicarse con aquellos seres.
- ¡ Ah del barco!. ¡Somos la goleta “Resolución” con rumbo a Filadelfia en carga de Bilbao!. ¡¿Necesitan algo?!
Aquella pregunta resultaba del todo estrambótica. Ellos hombres de mar reales, en un barco real rodeados por lo inexplicable.
- Aquellos seres giraron sus calaveras sobre sus cuerpos sin mover un ápice estos. Sus ojos vacíos brillaban con un brillo rojo incandescente y con tal intensidad que toda la goleta se torno roja...

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